El Bergoglio más jesuita

papa Francisco con Arturo Sosa visita la 36 congregación general de la Compañía de Jesús 24 octubre 2016

El Papa ensalza el alma “en tensión” e inculturada de la Compañía, en su visita a la 36ª Congregación General

papa Francisco con Arturo Sosa visita la 36 congregación general de la Compañía de Jesús 24 octubre 2016

El Papa con los participantes de la 36ª congregación general. A su derecha, Arturo Sosa

EN ABIERTO: El papa Francisco orienta el caminar de la Compañía de Jesús

ANTONIO PELAYO (ROMA) | Las relaciones entre los jesuitas y los papas han conocido crisis como la supresión de la Compañía de Jesús, decretada en 1773 por Clemente XIV, o el nombramiento por Juan Pablo II de Paolo Dezza y Giuseppe Pitau como delegados papales para dirigirla después de la dimisión de Pedro Arrupe por enfermedad a inicios de los 80. Pero, en general, se han caracterizado por una mutua simpatía.

Con el primer Papa jesuita se ha llegado a un punto especial, reforzado además por el hecho de que el nuevo prepósito general sea el también latinoamericano Arturo Sosa y que ambos se conozcan desde que coincidieron en Roma, en 1983, en la 33ª Congregación General de la Compañía. Si ya el día 20, tras su elección, el venezolano fue recibido en audiencia por Bergoglio, el Papa se presentó el día 24, en Borgo Santo Spirito, para visitar a sus 215 hermanos, reunidos en su 36ª Congregación General.

Francisco les dirigió un amplio discurso con el que –perdónesenos la frivolización– quiso demostrar que a jesuita no hay quien le gane: en 15 ocasiones citó a Ignacio de Loyola y en otras muchas usó expresiones como “es oficio propio de la Compañía”. También nombró en abundancia a jesuitas “cofundadores” como Pedro Fabro, Jerónimo Nadal, Francisco de Borja o Arrupe, del que recordó la frase “allí donde hay un dolor, allí está la Compañía”.

No menos importantes son las citas de Juan Pablo II y de Benedicto XVI. Este –recordó– les exhortó en 2008 “a proseguir por el camino de la misión con plena fidelidad a vuestro carisma originario (…). La Iglesia os necesita, cuenta con vosotros y sigue confiando en vosotros, de modo especial para llegar a los lugares físicos y espirituales a los que otros no llegan o les resulta difícil hacerlo”.

Francisco abundó en la fórmula de la “tensión”, tan propia de Ignacio: “Este esquema mental de unir tensiones (la salvación y perfección propia y la salvación y perfección del prójimo desde el ámbito superior de la Gracia) es propio de la Compañía. La armonización de esta y de todas las tensiones (contemplación y acción, fe y justicia, carisma e institución, comunidad y misión) no se da mediante fórmulas abstractas, sino que se logra a lo largo del tiempo mediante eso que Fabro llamaba ‘nuestro modo de proceder’”.

En su conclusión, Bergoglio sentenció: “No caminamos ni solos ni cómodos; caminamos con ‘un corazón que no se acomoda’, que no se cierra en sí mismo, sino que late al ritmo de un camino que se realiza junto a todo el pueblo fiel de Dios. (…) Caminamos haciéndonos todo a todos con tal de ayudar a alguno. Este despojo hace que la Compañía tenga siempre más el rostro, el acento y el modo de todos los pueblos, de cada cultura, para hacer allí la Iglesia con cada uno, inculturando el Evangelio y evangelizando cada cultura”.

Publicado en el número 3.009 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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