Editorial

Parolin en España: aval a la prudencia y la sensatez

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portada Vida Nueva Cardenal Parolin en España 3008 octubre 2016 pequeña

EDITORIAL VIDA NUEVA | Por primera vez, Pietro Parolin ha visitado España como secretario de Estado de la Santa Sede con motivo del 50º aniversario de la Conferencia Episcopal y el consiguiente homenaje a Pablo VI como impulsor de la colegialidad. Parolin instó a la Iglesia de nuestro país a mantener “en los próximos años” una presencia en la sociedad “muy discreta pero “muy efectiva”. Este encargo del “primer ministro” vaticano ha sido acogido por el Episcopado y por las principales instituciones eclesiales como un aval a los esfuerzos realizados en estos años para materializar la primavera de Francisco.

Este maridaje entre discreción y efectividad no es receta de fácil cocción en tanto que no ofrece resultados inmediatos y, sobre todo, no genera el ruido mediático que sí se consigue con un pronunciamiento altisonante o la batalla dialéctica que buscan y esperan algunos actores sociales o políticos. Moverse en la cocina de la opinión pública exige un minucioso trabajo que, aparentemente, no tiene recompensa si se mide en términos de audiencia televisiva, pero que a medio y largo plazo ofrece mayores garantías de estabilidad y credibilidad.

Está claro que la Iglesia ha de presentarse ante los españoles con la verdad, aunque esta resulte incómoda, pueda doler y propicie una reacción en contra. Pero no es lo mismo difundir el mensaje con armadura y espada en alto que en torno a una mesa con un café. En una sociedad cambiante y plural, cabe calibrar las consecuencias de resituarse con un tono poco evangélico. Se trata de una tentación apetecible cuando se sufre un ataque o se promulgan leyes que pueden atentar contra la libertad religiosa, la familia o el derecho a la vida. Sin embargo, el peaje de atrincherarse en una torre nostálgica solo ayuda a forjar ese cordón sanitario que algunos desearían y a perderse en el síndrome del victimismo y la persecución.

El secretario de Estado vaticano
ha respaldado el trabajo eclesial actual.
La Iglesia puede ser agente indispensable
de mediación y vertebración social.

Es tiempo de cambiar el piloto automático de la réplica por el de la misericordia, lo que obliga a agotar todos los cauces de diálogo para no llegar al enfrentamiento verbal o levantar una pancarta. Ahí es donde la discreción se presenta como hermana de la prudencia y la sensatez, en el hablar y en el obrar.

Caminar en un segundo plano no puede identificarse así con un buenismo del “todo vale” ni tampoco con una huida del conflicto, sino con la capacidad para solucionarlo desde el diálogo, aportando una mirada propositiva, inclusiva y comprometida con el pueblo, del que se siente un miembro más.

Desde ahí, la Iglesia está llamada a convertirse en un agente indispensable de mediación y vertebración en una sociedad fragmentada, para hacer realidad esa comunicación sin sospechas con el mundo moderno que forjó el papa Montini.

Publicado en el número 3.008 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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