The Peacemaker

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El diálogo como tratamiento

Un país en conflicto se asemeja a una persona adicta al alcohol. La analogía es del irlandés Padraig O’Malley, experto en resolución de conflictos y, él mismo, alcohólico rehabilitado. En las terapias de alcohólicos anónimos funda su tesis de que, al igual que un adicto, un país en conflicto necesita del diálogo y de la ayuda de otros que hayan pasado por su misma situación.

“La reconciliación para mí es, precisamente, un proceso de recuperación que debe ser mantenido y nutrido permanentemente –no solo por un tiempo– para que se sostenga. Ni un adicto ni una sociedad en conflicto pueden decidir de repente que están curados y descuidar el tratamiento. Ambos deben pasar por procesos en los que la recordación y el diálogo son siempre necesarios. En el modelo del foro, ese diálogo se mantiene anualmente en forma de cooperación entre una sociedad y otra”.

Con esta idea O’Malley ha impulsado durante años la iniciativa Ciudades en transición, a través de la cual reúne a líderes de todo el mundo para compartir claves e incertidumbres en la búsqueda de nuevos escenarios de paz. Referente mundial en el tema, académico de la Universidad de Massachusetts y autor de varios libros, es, además, el protagonista de un documental de James Demo titulado The Peacemaker.

La pieza profundiza una paradoja: la entrega de O’Melley al acompañamiento de procesos de paz alrededor del mundo y la desazón que acompaña su vida y amenaza su esperanza. El documental se rodó durante cinco años y recientemente fue proyectado en Bogotá, durante la gira de cine Ambulante. Abre al espectador a una dimensión particular del ser humano. Da cuenta de la complejidad de una vida. Y se convierte en un estímulo para el pensamiento, en tiempos donde abundan las simplificaciones sobre el sujeto y las sociedades contemporáneas.

La analogía trasciende el plano biográfico e interpela la realidad del espectador, quien acompaña O’Melley a través de diversos países en sus correrías y se interna en los espacios silenciosos y solitarios de su vida íntima. La ironía está presente en la obra a la manera de ruptura y tensión. Ruptura de lugares comunes y tensión hacia nuevas formas de la comprensión. A este nivel, el arte asume su potencial filosófico. The Peacemaker es una obra necesaria para el momento que vivimos como país.

Miguel Estupiñán

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