Recuperar la teología

Jesús Sánchez Camacho, periodistaJESÚS SÁNCHEZ CAMACHO | Periodista

Pablo VI había escrito una carta a los participantes en el Congreso Internacional de Teología del Concilio Vaticano II. El Pontífice animaba a teólogos de la altura de Rahner, Barth, Schillebeeckx o Congar a resolver sus diferencias con caridad. En seis días, los teólogos deseaban afrontar principios conciliares que todavía debían ser aplicados: la colegialidad, el ecumenismo, la libertad religiosa, la misión de la Iglesia en la sociedad y su relación con el mundo moderno y las religiones no cristianas.

El 8 de octubre de 1966 (VN, nº 543), la crónica de Avelino Velasco argumentaba por qué se le había llamado al congreso el Concilio de los peritos: “Porque aunque la organización fuera diferente, en realidad las ‘inteligencias’ que movieron el concilio fueron prácticamente las mismas que dieron vida al congreso”.

En la actualidad, el rigor de la investigación en los diversos campos teológicos no tiene nada que envidiar al apogeo de los años posconciliares. Sin embargo, su relevancia para el mundo dista de ser igual. Más grave es el exiguo fomento de este saber en comunidades cristianas que promueven una actitud ritualista, dogmática y acrítica. Para ellos, la teología sería una amenaza. Y, ¿no es precisamente una fortaleza que el creyente dude, se pregunte, busque y entienda, para vivir mejor su fe? Y para servir mejor a la Iglesia en un mundo –ya advertido por Kant– mayor de edad.

Publicado en el número 3.006 de Vida Nueva. Ver sumario

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