Pablo VI y su oración a la Reina de la Paz

En el 50º aniversario de la encíclica ‘Christi Matri’

portada Pliego VN Pablo VI y su oración a la Reina de la Paz 3006 octubre 2016

ANTONIO Mª CALERO, SDB | El 15 de septiembre de 1966, consciente de que una de las dimensiones de su ministerio era “conservar y consolidar la paz… con paciencia y constancia”, Pablo VI publicaba Christi Matri, una encíclica apenas conocida en la que ordenaba “súplicas a la Santísima Virgen para el mes de octubre”. Y es que aquel contexto (Guerra Fría, conflicto de Vietnam…) dibujaba una paz “incierta e inestable”. Hoy, 50 años después, releemos este breve documento papal para descubrir que nuestro mundo sigue necesitado de una oración en la que imploremos la intercesión de María, Reina de la Paz.

Los años comprendidos ente los 60 y los 80 del siglo pasado constituyeron décadas particularmente laboriosas y duras desde el punto de vista sociopolítico y de ajuste de las consecuencias derivadas de toda la época anterior y, en particular, de los años de la llamada Guerra Fría. El denso clima de preguerra existente entre los dos grandes bloques (Estados Unidos y Unión Soviética), percibido por Pablo VI desde su particular sensibilidad humana y espiritual, hizo que el Pontífice sintiera la imperiosa necesidad de dirigirse a todo el pueblo cristiano en forma de encíclica.

Efectivamente, en esas dramáticas circunstancias el papa Montini escribió la encíclica Christi Matri (15 de septiembre de 1966). Una encíclica notablemente corta (apenas diez breves números), cuyo núcleo central era pedir de forma angustiosa a la Iglesia universal que orara por la paz del mundo poniendo como intercesora precisamente a María, la Madre del Señor y Reina de la Paz.

No hacía otra cosa que continuar la tarea de sus predecesores en el empeño de ser instrumentos del Señor para construir una paz firme y duradera entre todos los hombres. Así lo expresaba en el inicio mismo de la encíclica: “Como a nuestros últimos predecesores, Dios providentísimo también parece habernos confiado la tarea peculiar de que nos consagremos a conservar y consolidar la paz, tomando el trabajo con paciencia y constancia”.

Frente a la dramática situación de una humanidad amenazada con el inminente estallido de una guerra que hubiera sido la III Guerra Mundial, el papa Pablo VI recurrió confiado a dos instrumentos complementarios, de indudable importancia, aunque de desigual valor. Estaba, por una parte, la apelación angustiosa, hecha con todo el énfasis posible, a la sensatez de la que debían hacer gala los dirigentes de las naciones presentes en la Asamblea General de la ONU para mantener la paz. Por otra parte, el recurso plenamente valioso –diríamos que ‘infalible’, en la mente del Papa– de la oración a María, Madre de Misericordia, Reina de la Paz e intercesora poderosa delante de Dios Padre, especialmente en los momentos de graves problemas y necesidades tanto de la Iglesia, como de la misma humanidad.

I. Apelación enfática a los principios de la propia ONU

II. Recurso al poder de la oración y a la intercensión materna de María

III. Recurso al poder de la oración y a la intercensión materna de María

(…)

En la construcción de la paz, la aportación y el esfuerzo del hombre son absolutamente indispensables. Pero lo es igualmente contar con Dios que, siendo fuente y origen de la paz, puede darla a los hombres que ponen de su parte todo lo necesario para contar con este precioso ‘don’ de la paz.

(…)

Pequeña pero apasionada encíclica, Christi Matri lleva la inconfundible marca de Pablo VI: rebosante de pasión por una humanidad en peligro, proponiendo pautas asequibles de humanización entre los pueblos, impulsando todos aquellos elementos humanos que sirven para el entendimiento pacífico entre los hombres, insistiendo en la idea de que solo en la fe se encuentra la garantía de llegar a una paz verdadera y estable. Y todo esto, puesto en manos de María, la gran y eficacísima intercesora por la paz.

Oración a María, Reina de la Paz

La encíclica concluye con una confiada oración a María, que reproducimos como expresión y síntesis de la total confianza de la comunidad cristiana en la intercesión de María, Reina de la Paz:

Mira con maternal clemencia, Beatísima Virgen, a todos tus hijos.
Atiende a la ansiedad de los sagrados pastores que temen que la grey a ellos confiada
se vea lanzada en la horrible tempestad de los males;
atiende a las angustias de tantos hombres, padres y madres de familia que se ven
atormentados por acerbos cuidados, solícitos por su suerte y la de los suyos.
Mitiga las mentes de los que luchan y dales “pensamientos de paz”;
haz que Dios, vengador de las injurias, movido a misericordia,
restituya las gentes a la tranquilidad deseada,
y los conduzca a una verdadera y perdurable prosperidad.

Publicado en el número 3.006 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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