Colombia: el difícil camino hacia la paz

chica joven se lamenta tras el resultado del NO en el plebiscito de Colombia para ratificar el acuerdo Gobierno-FARC 2 octubre 2016

Los resultados del plebiscito muestran la profunda división del país y también del Episcopado

chica joven se lamenta tras el resultado del NO en el plebiscito de Colombia para ratificar el acuerdo Gobierno-FARC 2 octubre 2016

Una joven se lamenta después de conocer el resultado de la consulta

JAVIER DARÍO RESTREPO, director de ‘Vida Nueva Colombia’ | Los más de 13 millones de colombianos que el domingo 2 de octubre respondieron ‘sí’ o ‘no’ a los acuerdos de paz querían la paz, pero de distinta manera: los del ‘sí’ esperaban que su mayoría les permitiría comenzar enseguida el montaje de un país en paz; los del ‘no’ querían la paz, pero con condiciones. Al triunfar el ‘no’, con el 50,21% de los votos, los entusiastas del ‘sí’ (49,78%) se hallaron ante un vacío: ¿regreso a la guerra? ¿Otros cuatro años de negociaciones? ¿Ridículos ante el mundo que acababa de felicitarlos por la paz?

Estos y otros interrogantes parecieron resolverse cuando, dos horas después del cierre de las urnas, el presidente Juan Manuel Santos afirmó: “Convocaré a todas las fuerzas políticas para escucharlas, abriré espacios de diálogo para determinar el camino a seguir”. Minutos después, se conoció la posición del jefe de la oposición, el expresidente Álvaro Uribe: “Queremos aportar a un gran pacto nacional”. Y el tercero en esta contienda, el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño (Timochenko), ya había afirmado, tranquilizador: “Las FARC mantienen su voluntad de paz y su disposición de usar solo la palabra como arma”.

Estos tres grandes actores habían coincidido en la voluntad de paz, consenso que no había sido tan claro mientras Santos y Uribe actuaban como líderes de los grupos del ‘sí’ y del ‘no’; pero ahora, al sentirse responsables del avance logrado hacia la paz, el acento y las palabras habían cambiado. Fue evidente que la voluntad nacional de paz los había desbordado como políticos, y que el hecho electoral los había obligado a ir más allá de lo partidista.

Pero el mapa electoral mostró un país profundamente dividido a la hora de optar por la paz. En los departamentos del interior fue clara la adhesión al ‘no’; la periferia, en cambio, costas caribeña y pacífica, y los llanos orientales votaron por el ‘sí’. Estos territorios han sido duramente castigados por la violencia y reciben los acuerdos de paz como un alivio; los otros los han escudriñado con interés político.

Unos y otros han sido afectados por la violencia que se respira en el ambiente, hasta el punto de que hacen de Colombia el segundo país del mundo con el mayor número de afectados mentales.

Condiciones

Eufóricos ante la desaparición de la pesadilla, los del ‘sí’; desconfiados y llenos de sospechas, los del ‘no’. Tal es el país que votó el pasado día 2 y, a la vista de los resultados, se ha emprendido la búsqueda de salidas. De ellas forman parte los acuerdos políticos, en los que tendrá que discutirse, como punto clave, el de la justicia para los jefes guerrilleros.

Los del ‘no’ piden cárcel en nombre de una justicia plena. Otro punto de discusión es la participación política de los guerrilleros, a quienes los acuerdos otorgan escaños en el Congreso, con voz pero sin voto. El ‘no’ les niega esa posibilidad. Los guerrilleros han manifestado que mantendrán lo acordado y que el plebiscito solo es un hecho político. Cómo será esta discusión para un acuerdo, las fechas o el lugar se decidirá en las reuniones convocadas por el presidente Santos, quien ha reiterado estar dispuesto a trabajar hasta el último día de su mandato para conseguir la paz.

Mientras tanto, la pugna entre el ‘sí’ y el ‘no’ llegó también al seno de la Conferencia Episcopal, donde fue muy clara la división. División que en la última Asamblea fue conjurada, como se concluye del comunicado en el que el Episcopado asumió un papel a la vez conciliador y orientador. Sin embargo, una opinión polarizada, incapaz de percibir matices, creó desconfianza en torno a los obispos, a pesar de su perseverante y discreto papel en favor de la paz.

Publicado en el número 3.006 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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