‘Tarde para la ira’

Tarde para la ira, fotograma de la película

Tarde para la ira, fotograma de la película

J. L. CELADA | Raúl Arévalo (Madrid, 1979), probablemente el actor mejor considerado y más versátil de su generación, acaba de dar el salto detrás de la cámara para dirigir un thriller seco y violento sobre ajustes de cuentas y venganza servida en frío: Tarde para la ira. Un estreno prometedor, no cabe duda, aunque claramente sobredimensionado por los elogios del gran público y un importante sector de la crítica.

Cuando uno se imagina un primer proyecto como guionista y realizador, piensa en títulos como AzulOscuroCasiNegro (2006), de Daniel Sánchez Arévalo; Requisitos para ser una persona normal (2015), de Leticia Dolera; A cambio de nada (2015), de Daniel Guzmán… Propuestas que, como la de Arévalo, son el resultado de un sueño largamente perseguido; el fruto de no pocos esfuerzos, no solo económicos. Sin embargo, al contrario que esta ópera prima, aquellas sí tenían algo personal que contar. Con mayor o menor acierto, pero transmitían la impresión de querer compartir con el espectador una pequeña parcela de su yo más íntimo.

Nada de todo eso se aprecia en Tarde para la ira, una historia de tantas de la crónica negra de nuestro país, que bien podría haber filmado el Enrique Urbizu de No habrá paz para los malvados (2011) o que por momentos nos trae a la memoria El 7º día (2004), de Carlos Saura, inspirada en los trágicos sucesos de Puerto Hurraco de 1990. Afortunadamente, el debutante se empeña en conferir a su cinta un estilo propio (cámara en mano y fotografía con grano, para acentuar el realismo de los hechos narrados), lo cual confirma su capacidad para conducir a buen puerto a una nave lastrada por la ausencia de alma.

Pero que la travesía culmine con éxito tiene que ver también –y fundamentalmente– con el casting. El omnipresente Antonio de la Torre corona el triángulo que completan Luis Callejo y Ruth Díaz, junto a secundarios como un camaleónico Manolo Solo. Todos ellos, en especial el protagonista, sostienen sin pestañear el objetivo acosador de su colega y amigo Arévalo para otorgar credibilidad a unos diálogos y situaciones que, sin ser novedosos, inquietan, atrapan en sus turbias atmósferas y trasladan al patio de butacas esa tensión contenida a punto de estallar.

El hospital, la cárcel, el bar de barrio, la fiesta de pueblo… dibujan un escenario minado de desquites y traiciones, donde sobreviven un puñado de animales heridos que huelen a derrota y a infelicidad, inequívoco destino de quienes no entendieron que ya es Tarde para la ira. No lo es para disfrutar de esta película, aunque sí se antoja que todavía es pronto para el honor… de su director. Tiempo habrá de juzgar su progresión (o no) en próximos trabajos, que los habrá.

FICHA TÉCNICA

Título original: Tarde para la ira

Dirección: Raúl Arévalo.

Guión: Raúl Arévalo y David Pulido.

Fotografía: Arnau Valls Colomer.

Música: Lucio Godoy y Vanessa Garde.

Producción: Beatriz Bodegas.

Intérpretes: Antonio de la Torre, Luis Callejo, Ruth Díaz, Alicia Rubio, Manolo Solo, Raúl Jiménez, Chani Martín, Font García.

Publicado en el número 3.004 de Vida Nueva. Ver sumario

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