Las carmelitas descalzas de Nogoyá. Otra vez las monjas

Análisis de Jorge Oesterheld sobre las polémicas prácticas de las contemplativas argentinas

carmelitas descalzas de Nogoyá, religiosas contemplativas de Argentina, polémicas por sus prácticas de mortificación

Las carmelitas descalzas de Nogoyá en una foto de su página de Facebook

JORGE OESTERHELD, director de ‘Vida Nueva Cono Sur’ | Cuando aún no se acalló en Argentina el ruido mediático generado en un convento invadido por un delincuente –también amigo de la casa– que llegó con millones de dólares mal habidos, aparecen otras religiosas en los medios por motivos muy diferentes: su manera de vivir las lleva a aceptar determinadas prácticas de mortificación incomprensibles para la mentalidad contemporánea. Y surgen preguntas profundas y, en algún sentido, inquietantes: ¿están enfermas? ¿Les lavaron el cerebro? ¿Son una secta perversa que realiza prácticas que atentan contra los derechos humanos y entonces la Justicia debe intervenir?

Esa mañana en la que unos funcionarios judiciales entraron por la fuerza en el monasterio de las carmelitas de Nogoyá, no solo hubo un desagradable encuentro entre unas religiosas y esos señores que las trataban como delincuentes; en realidad, se estaba asistiendo al encuentro entre dos mundos, dos culturas, dos concepciones de la vida, en apariencia incompatibles entre sí. Y ese encuentro, que era un desencuentro, a los pocos minutos se replicaba y multiplicaba en televisiones, redes sociales, periódicos… La confusión se multiplicó hasta el infinito.

Para los representantes de la Justicia, allí se encontraron “instrumentos de tortura”. Para las religiosas, son objetos para sus prácticas de mortificación. ¿Qué quiere decir mortificación? La palabra recuerda la muerte, algo que nuestra cultura quiere olvidar pero que la fe cristiana insiste en recordar. Para el cristiano, cada ser humano es un hijo de Dios creado por amor y destinado a la vida, por eso no puede pensar en la muerte solo como un acontecimiento biológico inevitable, una dolorosa tragedia sin sentido. Como Jesús, sus discípulos no miran para otro lado cuando hay que hablar de la muerte y el sufrimiento.

Cuando se intenta negar lo que trasciende la vida humana, esta se convierte en algo intrascendente. En última instancia, negarse a pensar en la muerte y el dolor es no poder pensar en la vida, ni valorarla. Las religiosas contemplativas son un signo, una señal que habla un lenguaje extraño para la mentalidad actual; por eso mismo es importante presentar su riqueza con valentía y claridad.

Publicado en el número 3.003 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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