José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

La vida también certifica


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JUEVES 8. Llamada telefónica. Al otro lado, Vicente Guillamón. Feliz por los 3.000 de Vida Nueva. Aunque a él le tocaran tiempos de difícil digestión. “Recuerdo cuando Antonio Montero me llamó para dirigir la revista. Yo le dije: vivo la Iglesia, pero no sé teología ni participo de las intrigas de los sacerdotes y los obispos”. No fue óbice. Tampoco lo es hoy. Apuesta pionera por un laico.

VIERNES 9. Consejo editorial de Vida Nueva. Interviene Diego Tolsada. No le queda más remedio que echar mano de una frase antológica de su madre cuando surge el debate de aquellos que hablan más de la cuenta en público, sabedores de que sube el pan cada vez que abren la boca. “Diego, con lo que adornas callado…”. Sabiduría materna. Nunca falla.

DOMINGO 11. De buena mañana. Misa. El hijo pródigo. Juanjo se imagina qué ocurriría con él tras el perdón. “Se fue de mochilero con una ONG”. Solo una propuesta. De entre otras muchas. ¿En común? Un cambio de vida. Por un gesto de misericordia. Si fuera consciente de que una palabra o una mirada pueden despertar un futuro diferente en el otro… Por la tarde, con Migueli y Manques en Villa de Vallecas. No sabía que eran las fiestas. Nos topamos con la procesión de la Virgen de la Torre. Sencilla. Sin alharacas. No hay grandes mantos. Ni palios. Descubro el báculo de Osoro. Arzobispo en la periferia. Ambiente de barrio. Le permite romper esa valla imaginaria que generan quienes ven el paso procesionar. Y bendice. Primero a una anciana con discapacidad. Después a una niña. De vecino a vecino.

LUNES 12. El Nombre de María. Fiesta patronal de los marianistas. Miguel Ángel Cortes comienza su homilía: “María no tenía un curriculum especialmente brillante”. Me quedo ahí. Grado, máster, idiomas… Títulos. Uno detrás de otro. No los pongo en duda. Pero la vida también certifica.

MARTES 13. En el funeral de la madre de Fiona. Toma la palabra. “Hay gente que me ve cómo alguien especial por haberle donado la médula. No he hecho más que lo que haría cualquier hija por su madre. También habrá quien piense que no ha merecido la pena. Se equivocan. Este verano ha sido el mejor de mi vida, haciendo del hospital nuestra casa, pero con ella y con mis hermanos”. Lección de familia. A pesar de todo. Cuando el duelo impera.

jose.beltran@ppc-editorial.com

Publicado en el número 3.003 de Vida Nueva. Ver sumario