En plena lucha contra la droga, Filipinas contabiliza 3.000 asesinatos en tres meses

“Esto no se resuelve con balas”, dice un misionero

Rodrigo Duterte toma posesión como presidente de Filipinas junio 2016

El presidente filipino, Rodrigo Duterte, en su toma de posesión el pasado mes de junio

JOSÉ LUIS CELADA | El pasado 30 de junio, Rodrigo Duterte, juraba el cargo como nuevo presidente de Filipinas tras su victoria en las elecciones del 9 de mayo. La mayoría de sus compatriotas pensaba –y sigue pensando– que quien fuera alcalde de Davao (sur de Mindanao) durante 22 años era “la solución a sus problemas”, admite una de las fuentes consultadas por Vida Nueva que prefiere no revelar su nombre por razones de seguridad. Sin embargo, en estos meses se han producido en el país unos 3.000 asesinatos de gente relacionada con la droga.

Y es que el polémico mandatario, conocido por sus ataques a la Iglesia católica o sus insultos al mismísimo Barack Obama, se comprometió entonces a hacer desaparecer el tráfico de droga ¡en seis meses! Otro tanto parece haber ocurrido con la amenaza terrorista, tras el atentado mortal del pasado 2 de septiembre en la ciudad que él mismo rigió, un acto reivindicado por la organización musulmana radical Abu Sayya, y que le ha servido como pretexto para decretar un más que dudoso “estado de anarquía”.

Que la droga constituye “un gravísimo problema” lo sabe muy bien el orionista Julio Cuesta Ortega. De los 12 años que lleva en Filipinas, los últimos seis los ha pasado en Payatas (la zona de los basureros de Manila), sirviendo en una parroquia con más de 100.000 almas y “echando una mano a gente en situación de extrema pobreza” a través de la ONG Payatas Orione Foundation Inc. “Pero la solución –advierte este misionero burgalés– no puede ser matar a unos miles… y de la manera que se está haciendo”.

“El drogadicto es un enfermo que necesita un tratamiento que le permita recuperarse, no un asesino que le mande al cementerio”, defiende el religioso, al tiempo que denuncia la falta de medios para la rehabilitación, porque apenas cuentan con unas 4.000 plazas en instituciones públicas y privadas para los más de 50.000 solicitantes de ayuda. Circunstancia especialmente dolorosa cuando se estima que hay “más de tres millones de personas enganchadas”, sobre todo a las drogas sintéticas (shabu). (…)

Y la Iglesia, objeto de reiteradas invectivas por parte del presidente por su posicionamiento en materia de natalidad y anticoncepción, ¿qué opina del momento actual? “Ni los intelectuales ni las Iglesias cristianas, en su mayoría, aceptan la situación en la que está entrando el país”, confiesa nuestra fuente. “La ley –añade– está empezando a no ser aplicada, y el Gobierno anima a ello”, aun cuando Duterte sea abogado y varios miembros de su gabinete hayan sido profesores en la Universidad de Filipinas Diliman, la más prestigiosa del país.

Publicado en el número 3.003 de Vida Nueva. Ver sumario

 


* ¿Quieres seguir leyendo este artículo? Artículo completo en este enlace solo para suscriptores

* Comprar el número suelto en la app de la Revista Vida Nueva nº 3.003: para iPad o en Google Play

* Suscribirse a Vida Nueva

 


LEA TAMBIÉN:

Compartir