El vía crucis de Javier Salinas

Sebastià Taltavull, obispo auxiliar de Barcelona y nuevo administrador apostólico de Mallorca, tras el traslado de Javier Salinas 13 septiembre 2016

Un gobierno diocesano breve, pero muy intenso

Javier Salinas en su última misa en la Catedral de Palma de Mallorca, tras su renuncia 10 septiembre 2016

Misa de despedida de Javier Salinas en la Catedral de Palma, el 10 de septiembre

JAIME VÁZQUEZ ALLEGUE (PALMA DE MALLORCA) | No es bueno matar al mensajero, pero cuando en una noticia el sujeto se confunde con el objeto, los medios de comunicación corren el riesgo de generar un tipo de información que combina el vértigo con el éxtasis. Es lo que ha pasado con Javier Salinas, obispo de Mallorca hasta el pasado día 8 de septiembre. Un gobierno breve, aunque muy intenso. Desde Vida Nueva hemos intentado hablar con él, pero el prelado ha alegado problemas de agenda, ya que el pasado lunes 12 de septiembre almorzaba con algunos de los curas y esa misma tarde partía para Valencia.

En noviembre de 2012, Benedicto XVI le nombraba titular de la Diócesis de Mallorca tras un largo período de sede vacante tras la marcha de Jesús Murgui a Orihuela-Alicante. Salinas, que había sido obispo de Ibiza (1992-1997) y de Tortosa (1997-2012), se encontró con una sociedad más secularizada de lo que esperaba, dominada por un turismo salvaje, cargada de casos de corrupción política y una población que miraba de reojo a la Iglesia. Una de sus primeras intervenciones fue renovar la Curia creando nuevas vicarías y situando al frente a sacerdotes jóvenes.

En enero de 2013, mientras Salinas todavía organizaba la Iglesia local, los medios de comunicación comenzaban a sacar a la luz casos que acusaban a diferentes religiosos de pederastia. El obispo, respaldado por sus curas, afrontó la dimensión legal y mediática creando comisiones de expertos para investigar cada caso. De esta forma, los medios de comunicación recordaban semanalmente a la sociedad balear el estado en el que se encontraban los procesos emprendidos contra quienes habían sido acusados.

En marzo de 2014, los periódicos locales abrían con la noticia de que un juzgado admitía a trámite la denuncia de un sacerdote por haber sido agredido en plena calle por otro cura. Al parecer, detrás se escondía un presunto delito de tipo sexual con terceras personas. La noticia de los dos sacerdotes pegándose se convirtió en titular internacional.

Pérdida de confianza

En septiembre de 2014, saltaba a los medios la disputa del obispado por la propiedad del monasterio de Sant Jeroni. Las monjas de clausura de la orden de las Jerónimas acusaban al obispo Salinas de codicia por querer apropiarse ilegítimamente de su monasterio. El asunto denunciado ante los tribunales abrió una brecha sobre la titularidad de los bienes eclesiásticos. Un argumento que fue utilizado por los partidos políticos en sus campañas electorales.

En noviembre de 2015, los medios nos sorprendían con la noticia de la supuesta relación inapropiada del obispo Salinas con su secretaria –casada–. Durante varias semanas, la sede episcopal se convirtió en un plató para las televisiones y medios de comunicación informaban del caso como una noticia del corazón y escándalo en la Iglesia católica. Fue el principio del fin.

Las acusaciones que el despechado marido vertía sobre Salinas dieron la vuelta al mundo. Los periodistas especulaban con los resultados de un periodismo de investigación de baja estofa. Fotos, anillos, viajes, cenas y un equipo de detectives siguiendo los pasos del prelado. Aunque las acusaciones parecían poco creíbles y sin fundamento, el obispo comenzó a sentir la pérdida de confianza de una buena parte de los curas y de los fieles de la diócesis.

Las Navidades de 2015 sirvieron para reflexionar y, tras viajar a Roma, Salinas volvió a su sede confirmado en su servicio al frente de la diócesis y con la ilusión de recuperar la credibilidad perdida. Pero las cosas habían cambiado. La remontada era demasiado cuesta arriba. Una sombra pesaba sobre su persona y la diócesis estaba más dividida que nunca. Con el paso de los meses, la decisión parecía cada vez más próxima. La llegada del verano era el momento de presentar la renuncia.

A primeros de este septiembre de 2016, se filtraba a los medios el señuelo de que Salinas podía ser trasladado a un dicasterio de Roma. Pero la verdadera noticia llegaba el día 8, cuando se hacía público el comunicado de la Nunciatura por el que el papa Francisco había aceptado la renuncia de Salinas y lo nombraba obispo auxiliar de Valencia.

En su carta de despedida, Salinas agradecía a todos los que durante este tiempo habían estado a su lado, especialmente a los miembros del presbiterio con los que había intentado encontrar caminos oportunos para la renovación eclesial en el corazón de la sociedad mallorquina. En su escrito, el obispo pedía disculpas si había ofendido a alguien o había dado motivos de preocupación.

Sebastià Taltavull, obispo auxiliar de Barcelona y nuevo administrador apostólico de Mallorca, tras el traslado de Javier Salinas 13 septiembre 2016

El nuevo administrador apostólico Sebastià Taltavull, en su primer encuentro con la prensa balear, el 13 de septiembre

Sebastià Taltavull, administrador apostólico

En el comunicado de la Nunciatura se hacía público el nombramiento de Sebastià Taltavull, obispo auxiliar de Barcelona, como administrador apostólico de Mallorca. Un caso excepcional que deja la diócesis balear en situación de sede vacante, a la espera del nombramiento de un nuevo obispo.

Taltavull, de quien han dicho que era lo más parecido a un mallorquín, tuvo un caluroso recibimiento con motivo de la celebración de la patrona de Mallorca en el monasterio de Lluc el 11 de septiembre. En su saludo a la Iglesia de Mallorca, Taltavull señalaba que iba a dedicar más tiempo a “salir a anunciar el Evangelio y no tanto a la discusión y entretenimiento enfermizo sobre cuestiones internas”.

Y el pasado 13 de septiembre, en su presentación ante los medios de comunicación de la isla, pidió compresión para Salinas porque “ha sufrido mucho”. Así, confirmaba que la renuncia “ha sido una decisión suya: no ha sido una imposición ni un castigo del Vaticano, que no lo ha desterrado como auxiliar de Valencia”.

Sobre su nueva posición como administrador de la diócesis balear, explicó que “hemos querido desde el primer momento mirar hacia adelante; hemos de trabajar para el futuro para construir el presente”. Su modo de entender su ministerio ya ha salido a la luz en su nuevo destino, con la visita a Cáritas Mallorca para conocer las acciones que está realizando la ONG de la Iglesia en la sede que ahora administra y que comparte con su misión como obispo auxiliar del arzobispo Juan José Omella.

 

Alegría y sorpresa en Valencia

JOSÉ RAMÓN NAVARRO PAREJA (VALENCIA) | La Diócesis de Valencia ha acogido el nombramiento de Javier Salinas como nuevo obispo auxiliar con una mezcla de alegría y sorpresa. El propio cardenal Antonio Cañizares, cuando hacía pública la noticia el jueves 8, agradecía al Papa el nombramiento y definía a su nuevo auxiliar como “el obispo mejor preparado en el terreno de la iniciación cristiana, la catequesis y la educación cristiana de niños y jóvenes”.

En el mismo acto, el arzobispo explicaba que ese será el encargo que Salinas asumirá dentro de la estructura de la diócesis. Cañizares explicó que “la diócesis necesitaba, y yo necesitaba, fortalecer estos temas”, y reveló que por esa razón “pedí a Francisco concretamente a D. Javier Salinas como obispo auxiliar para ayudar en este cometido”.

Sin embargo, aunque los rumores ya situaban a Salinas en Valencia hace un tiempo, su nombramiento no ha dejado de causar una cierta sorpresa. En primer lugar, por tratarse del segundo obispo residencial, de origen valenciano, que recala en la diócesis como auxiliar, tras Esteban Escudero, hace un año. Ambos, que rondan los setenta años, serán junto al recién consagrado, Arturo Ros, la tripleta episcopal en la que Cañizares se apoyará para el gobierno de la diócesis.

Por otra parte, algunos sectores de la curia consideran “injusto” hacia Salinas este nombramiento, dadas las circunstancias que han motivado su salida de Mallorca: un escándalo mediático por una supuesta infidelidad. Para ellos, el inusual traslado “deja en mal lugar” al nuevo auxiliar, quien, por otra parte, tiene una buena relación con el clero local, labrada en los años en que ocupó diversas responsabilidades en la diócesis.

Publicado en el número 3.003 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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