El Camino (de Santiago) os hará libres

La Diócesis de Vitoria organiza peregrinaciones para reclusas y reclusos de la cárcel de Zaballa

un grupo de reclusas de la cárcel de Zaballa, Álava, realizan Camino de Santiago organizado por la Diócesis de Vitoria

VICENTE L. GARCÍA | Pilar reconoce que hacer el Camino de Santiago le ha devuelto la fe. Amaya se mantiene firme en su agnosticismo, pero para ella el Camino también tiene “algo”. La Diócesis de Vitoria viene, desde 2001, trabajando y mimando las salidas terapéuticas de los reclusos y reclusas del centro penitenciario de Álava, antes Nanclares de Oca y hoy Zaballa. Vida Nueva aprovecha la comida en un restaurante de la ciudad tras una jornada de paseo por el pantano de Garaio para charlar con dos de las reclusas que han participado en una edición más del Camino de Santiago para internos de la cárcel de Zaballa, organizado por la Delegación Diocesana de Pastoral Penitenciaria de Vitoria.

Txarly, el capellán, nos explica cómo, “desde hace años, en mayo se hace una semana del Camino de Santiago con un grupo de mujeres y en junio con hombres”. Recuerda que, en las primeras ediciones, se hizo la experiencia de un grupo mixto con la participación de personal funcionario de la prisión.

(…)

Desde 2001 se llevan a cabo estas salidas en el Camino. Esta iniciativa se realiza también en otros centros penitenciarios, no solo de España, sino de otros países de Europa, como Bélgica, donde los cuatro meses que tardan en llegar hasta Santiago de Compostela conllevan beneficios penitenciarios. Amaya y Pilar son dos de las reclusas que participaron en esta edición, cada una desde su realidad personal y con motivaciones y procesos en el Camino muy distintos. Amaya cuenta cómo surgió todo: “Txarly, el cura, me invitó a participar y me apunté porque quería salir, pues llevaba cuatro años sin hacerlo. Por otro lado, Galicia tiene buenos y malos recuerdos para mí; entre los buenos está que mi padre era gallego y que allí nació mi hija”.

Como experiencia, Amaya se vale de la canción para reconocer que “no ha sido una experiencia religiosa, pero sí ha sido una gran oportunidad de convivencia con compañeras con las que en el día a día me separa un muro y a las que no conocía como he podido conocerlas en el Camino”.

Pilar lo ha vivido desde otra óptica: “Yo soy creyente, pero he tenido distintas etapas en mi vida, y estaba precisamente en un momento de horas bajas. Puedo decir que hacer el Camino me ha devuelto la fe. Tiene algo que te hace ver las cosas de otra manera. No son las piedras de las iglesias, son las personas con las que te cruzas y que te dicen ‘buen Camino’”.

Publicado en el nº 3.001 de Vida Nueva. Ver el sumario

 


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