Emmanuel Carrère: “Sería catastrófico para la sociedad que desaparecieran los evangelios”

Emmanuel Carrère, escritor, autor del libro El Reino

‘Vida Nueva’ entrevista al escritor y autor de ‘El Reino’

Emmanuel Carrère, escritor, autor del libro El Reino

ÁNGELES LÓPEZ | En la plenitud de su carrera, Emmanuel Carrère desafía con El Reino (Anagrama) todos los géneros. Durante tres años, hace más de dos décadas, descubrió qué era la fe. Tenía treinta años e incluso pensó en el suicidio. Optó por vivir, y acudió al cristianismo en busca de consuelo. La experiencia no duró mucho pero le caló de forma intensa: acudió a misa diaria, releyó el Evangelio e incluso se preguntó lo que Dios intentaba decirle. Pero si en el primer tercio de esta novela habla de aquel momento íntimo de fe, pasa luego a abordar la aventura de los primeros cristianos, con Pablo de Tarso y Lucas como hilo conductor…

Estas páginas conforman una oración agónica por parte de un tótem de las letras contemporáneas. Creer o no creer, se presenta como un proceso inacabable, que precisa de un descomunal esfuerzo… Un Reino que se encuentra donde reside el amor ágape y por el que Carrère, sabiéndolo, clama en el desierto…

PREGUNTA.- En ‘El Reino’ plantea la posibilidad de que parte de los evangelios sea ficción… ¿No le hubiera indignado hace veinte años?

RESPUESTA.- Por supuesto. Entonces, leía los evangelios no solo como creyente, sino como dogmático con el deseo de convencerse de que fueron textos inspirados, dictados por Dios. Veinte años más tarde, los he vuelto a releer como producciones humanas –cosa que no encuentro, en absoluto, sacrílega–. Aunque la frontera entre los elementos históricos fiables y la invención sea difícil de trazar, resulta obvio que cuentan con una buena parte de inventiva.

P.- La segunda parte de su libro se construye a partir de las epístolas de san Pablo y las de san Lucas…

R.- Al leer el Evangelio según Lucas, intuyo a un escritor detrás del texto. No me ocurre con Marcos o Mateo. Con Lucas veo una personalidad de escritor. La propia redacción de los evangelios se enmarca en la multiplicidad de puntos de vista de la literatura moderna. Es algo por lo que la Iglesia primitiva merece ser ensalzada: en lugar de ceder a la tentación de reducir las distintas versiones a una sola, prefirió mantener las cuatro principales.

P.- Dice que estudiar los Evangelios “es como exponerse a una irradiación. Incluso cuando dejamos de someternos a ella, hace efecto en nuestro interior”. ¿Se plantea volver a creer algún día?

R.- No, o no de la misma manera, pero en un principio nadie sabe lo que le deparará el futuro. En ese caso, también se podría estar expuesto a la radiación del Evangelio y hacer de él una brújula para la conducta de una vida sin ser creyente… aunque, no sé demasiado bien qué supone ser un creyente (hasta ese punto llega mi agnosticismo)… Los evangelios son maximalistas y bastante inaplicables. Si funcionan, es solo como aspiración. Pero, incluso así, si un día desaparecen, me parecerá catastrófico para nuestra sociedad.

El valor de olvidarse de uno mismo

P.- ¿Qué ha sido lo que más le ha conmovido del cristianismo?

R.- La capacidad de olvidarse de uno mismo, de conducir un movimiento en dirección al otro y de provocar una pasmosa inversión de los valores dominantes.

P.- ¿Entiende el motivo de la eterna asociación entre cristianismo y conservadurismo, cuando no hay doctrina menos conservadora –como dijera Bernanos–?

R.- La frase de Bernanos es magnífica, refleja la perplejidad ante el hecho de que la doctrina más subversiva que ha existido jamás se asocie con el conservadurismo, el atraso, con la burguesía asentada sobre sus privilegios. Nada en el Evangelio animó a fundar una institución, todo lo contrario; sin embargo, lo único cierto es que la Iglesia se convirtió pronto en una institución; una de las más poderosas y duraderas que haya conocido la Historia.

Dicto sentencia

  • “Pablo es una especie de visionario como Don Quijote y Lucas es su versión antagónica, Sancho. Uno de ellos es un genio religioso y el otro no es particularmente creyente, es sobre todo un cronista”.
  • “No soy lo bastante creyente para ser ateo”.
  • “El mensaje cristiano sobre la condición humana es lo que más subversivo me parece del cristianismo”.
  • “El miedo con que hoy se ve el islam en Occidente es similar al que vivieron los romanos hace 2.000 años con los cristianos”.

En el nº 2.998 de Vida Nueva


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