La misericordia, marca de la JMJ

Lorena Morais, joven de la diócesis de Valladolid que colabora como voluntaria en pastoral penitenciaria y viajará a la JMJ Cracovia 2016

Siete jóvenes que irán a Cracovia narran a VN cómo hacen de su vida una obra de misericordia

Cristina Díaz-Rincón, joven de 23 años de la Archidiócesis de Toledo que viajará a la JMJ Cracovia y trabaja como voluntaria en un ropero

Cristina Díaz-Rincón tiene 23 años, es voluntaria en un ropero y viajará a la JMJ con la Archidiócesis de Toledo

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA Y RUBÉN CRUZ | Cristina viste al parado, Elena da posada al inmigrante, Alejandro sacia la sed de oportunidades… A finales de julio, pondrán rumbo a Cracovia para participar en la Jornada Mundial de la Juventud. Bajo el lema ‘Bienaventurados los misericordiosos’, Francisco les invitará a ser Iglesia en salida. Ellos ya van preparados y saben lo que es hacer de su vida una obra de misericordia.

 

I. Vestir al desnudo. Cristina Díaz-Rincón (23 años, Toledo): “Tenemos que vestirnos con la ropa de la escucha”

“Da siempre lo mejor de ti y lo mejor vendrá”. Así decía Madre Teresa de Calcuta, y Cristina Díaz-Rincón (23 años) no se olvida de este propósito en su vida diaria. La joven toledana ayuda desde abril en el Centro de Formación Beata Teresa de Calcuta, donde cuentan con un ropero con el que “vestir al desnudo”. “Es una iniciativa que me da la oportunidad de ser consciente de las personas que necesitan vestido. Quizá ‘vestir al desnudo’, como tal, no sea necesario en el día a día, pero me doy cuenta de que existe la necesidad de vestirnos con la ropa de la escucha, del sentido de la vida. Muchas personas están desnudas de cariño, sin Dios, sin apoyo de otras personas. Es un privilegio poder colaborar en cierta medida con mi trabajo, poniendo una gota de misericordia”, dice Cristina.

Cáritas ha estado presente siempre en la vida de la joven, que defiende que “no sería coherente si no quisiese decirles a los demás la cantidad de regalos que recibo al ofrecerme por la causa”. Por eso, invita a otros jóvenes a implicarse, porque “realmente todos, sin excepción, podemos colaborar desde nuestra experiencia y capacidades; por eso es genial entrenar nuestro corazón misericordioso y poder compartirlo con los demás (amigos, familia…). Se aprende mucho”.

Cristina acude con 300 jóvenes de la Archidiócesis de Toledo a la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia, y con su arzobispo, Braulio Rodríguez. Va a ser su segunda vez en una JMJ, ya que pudo asistir a la de Madrid en 2011, aunque “cada encuentro es una experiencia nueva y emocionante”. Ella tiene claro cuál es su motivación para asistir al encuentro con otros jóvenes: “Las ganas de vivir unos días en los que compartimos la alegría de la fe. Esto puede sonar a tópico, pero realmente es así. Son días muy intensos en los que puedo volver a afirmar que Dios me hace feliz y, mirando a mi alrededor, compruebo que hay muchísimas personas a las que les pasa lo mismo”.

Además, la JMJ “ayuda especialmente a aquellos que se sienten solos en su ambiente y piensan que son los únicos. La fe es algo personal que pierde su sentido si no se transmite evangelizando”.

Cristina espera traerse en su “mochila” de Cracovia una “mirada renovada”: “Espero unos días muy llenos en todos los sentidos. Espero días de oración, evangelización y mucho aprendizaje”. Y es que a la joven le “flipa tener la oportunidad de ir, pues soy consciente de que hay personas que se quedan con las ganas y no pretendo desaprovechar este regalazo. ¡Qué importante es sentirse Iglesia, vivir la fe en comunidad!”.

 

II. Socorrer a los presos. Lorena Morais (22 años, Valladolid): “Muchos no leerán más Evangelio que tu vida”

Lorena Morais, joven de la diócesis de Valladolid que colabora como voluntaria en pastoral penitenciaria y viajará a la JMJ Cracovia 2016A sus 22 años, Lorena Morais acaba de terminar Filología Hispánica en Valladolid, donde vive. Muy relacionada con el Centro Loyola de la capital pucelana, durante este año ha participado en uno de sus voluntariados más especiales de la comunidad universitaria jesuita: la pastoral penitenciaria.

Como explica, “vivir el Año de la Misericordia en ese contexto ha sido un auténtico regalo. El ‘conmigo lo hicisteis’ (Mt 25, 40) de Jesús es lo que me anima a llevar a cabo este tipo de labor, que no es mucha; es callada, discreta y muchas veces ni siquiera una es consciente de para qué sirve, porque la situación y el ambiente no son los más propicios para que la esperanza y la misericordia calen en las personas. A veces, una se ve hablando del tiempo que hace en el exterior, de la serie de televisión de la noche anterior, del último partido de fútbol o de la noticia política de la semana… No siempre se trascienden esos temas, no siempre se habla de cosas ‘relevantes’”.

Sin embargo, lejos de desanimarla, esta ha sido una gran lección vital para ella: “Detrás de las rejas he podido aprender que las palabras no son lo más importante a la hora de intentar llevar a alguien un poco de esperanza, que hay muchas situaciones en las que un gesto es mucho más valioso que mil palabras bonitas. En la cárcel he podido darle sentido a ese ‘muchos no leerán más Evangelio que tu vida’. Allí, los que llegamos de fuera más o menos semanalmente, somos un soplo de aire fresco del exterior que los presos agradecen inmensamente. Aunque, antes de entrar, uno tiene que cambiar el chip al que está acostumbrado fuera, que nos hace encajonar a las personas en buenas y malas, en personas que son dignas de nuestra compañía por su carácter intachable y quienes son tan ‘malos’ que no merecen nuestra atención. Por eso, allí es más importante, si cabe, dejar de lado juicios y prejuicios; creo que la clave para lograr esto es la misericordia, es pensar en cómo actuaba Jesús cuando se acercaba a personas golpeadas por la vida y cómo las trataba, pensar que para Él esos últimos eran los primeros”.

(…)

 

III. Dar de comer al hambriento. Pablo Serafín (24 años, Guinea Ecuatorial y Madrid): “Más que la comida, lo esencial es escuchar”

 

IV. Dar de beber al sediento. Alejandro Álvarez (19 años, Gijón y Madrid): “Con los chicos de La Ventilla me sumerjo en otro mundo, mucho más sencillo”

 

V. Dar posada al necesitado. Elena García Herrero (15 años, Vitoria-Gasteiz): “Todos necesitamos acogida”

 

VI. Visitar al enfermo. María Ortuño (22 años, Yecla, Murcia y Zaragoza): “Vienen vidas rotas, pero aquí tienen otra oportunidad”

 

VII. Enterrar a los muertos. Raúl Medina (26 años, Yecla, Toledo): “Vienen vidas rotas, pero aquí tienen otra oportunidad”

 

Francisco Berola, testigo de una juventud que se dona

 

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