“Desarmar los corazones”, próximo paso hacia la consecución de la paz en Colombia

en la calle, en Colombia la gente sigue celebrando el acuerdo de paz firmado entre el Gobierno y las FARC

Los obispos llaman a la reintegración de victimarios y víctimas en la sociedad para crear una cultura de vida

en la calle, en Colombia la gente sigue celebrando el acuerdo de paz firmado entre el Gobierno y las FARC

Colombia sigue celebrando el acuerdo alcanzado entre Gobierno y guerrilla

MIGUEL ESTUPIÑÁN (BOGOTÁ) | Los obispos colombianos convocan a su pueblo “a participar en la consulta sobre los acuerdos de La Habana, de manera responsable, con un voto informado y a conciencia”. Así lo han manifestado en el mensaje que clausuraba su CI Asamblea Plenaria (Bogotá, 4-8 de julio), un texto en el que llaman a la guerrilla del ELN a que, “interpretando el deseo de paz de todos los colombianos, abra sus puertas al diálogo y a la construcción de un país con justicia social desde la participación política y no desde las armas”. Al término de su reunión, los prelados se comprometieron a promover la participación y la veeduría ciudadana y a hacer seguimiento a los planes de desarrollo y a la implementación de eventuales acuerdos entre el Gobierno y las FARC.

Consultado por Vida Nueva sobre las acciones pastorales prioritarias frente a un posible escenario de post-negociación, el obispo de Buenaventura, Héctor Epalza, sostiene que ahora “la acción más importante es desarmar los corazones, cambiar una cultura de muerte en contra de la vida por una cultura de la vida”.

En la misma línea, el titular de Quibdó, Juan Carlos Barreto, considera que el desafío actual es “que el país se reconcilie, que los victimarios logren pedirle perdón a las víctimas; que las víctimas logren ofrecer ese perdón; y que también la sociedad, que ha sido espectadora, pueda valorar a las víctimas, a las cuales muchas veces han estigmatizado”. Por eso, subraya la importancia de reintegrar a los combatientes en la sociedad civil y acogerlos “según el espíritu del Evangelio”, aportando lo necesario para que accedan a la seguridad, la educación y el trabajo.

Asimismo, llama a contribuir a la formación socio-política de la sociedad y a superar “la pseudo-cultura de la ilegalidad”, manifestada en la corrupción administrativa, el contrabando, el narcotráfico y la minería ilegal.

El vicario apostólico de San Vicente del Caguán, Francisco Javier Múnera, por su parte, cree conveniente confiar en los acuerdos y en los actores del conflicto, para reintegrarlos en la vida política y social de la región. Y destaca la necesidad de dar una base sólida a la democracia, mediante mecanismos que garanticen la libertad de los actores armados ilegales que se reincorporen, y en la que comunidades y personas que disienten o no han formado parte del proyecto político de las FARC sean respetadas. El prelado también considera relevante crear espacios de reconciliación en el seno de las comunidades que contribuyan a la reconstrucción del tejido social.

Finalmente, el obispo de San José del Guaviare, Nelson Jair Cardona, defiende una pastoral conjunta en regiones complejas como la Orinoquía y reivindica la dimensión “profética” del Evangelio para “ser voz de quienes no suelen ser escuchados” y encontrar “nuevos lenguajes de paz”.

Apoyo y cautela en las zonas de concentración

En regiones como Guaviare, Chocó o Caquetá, donde la presencia histórica de grupos armados ha sido tan fuerte, la Iglesia católica reacciona con disponibilidad, apoyo y cautela frente a la posibilidad de que se creen zonas de concentración para adelantar el proceso de desarme de las FARC. “Hay que garantizar que [los excombatientes] no pasen a ejercer ningún control de nuevo”, advierte el vicario apostólico de San Vicente del Caguán, Francisco Múnera. “Queremos tener allí la presencia que se nos pida desde el Estado y desde las personas mismas”, tercia Nelson Jair Cardona, obispo de San José del Guavire. “La Iglesia hará el acompañamiento necesario tanto para los excombatientes como para las comunidades”, remacha Juan Carlos Barreto, obispo de Quibdó.

En el nº 2.997 de Vida Nueva

 


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