Una proximidad que acerca

Comunidad intercongregacional femenina
Comunidad intercongregacional femenina

Las religiosas, en el aula en donde dan clase a niños del barrio

DOLORES ALEIXANDRE, RSCJ | “El Evangelio nos llama a ser próximos con los más pequeños y abandonados. A darles una esperanza concreta”, ha dicho el papa Francisco. ¿Próximas? La pregunta y la inquietud rondan el corazón de muchas religiosas (y en otra mucha gente también, laicos o en la Vida Consagrada (VC), pero ahora nos movemos en el espacio de la VC femenina) ¿Cómo concretar esa proximidad? ¿Cómo experimentarla en la propia carne? ¿Cómo sacarla del ámbito de los buenos deseos y de esas declaraciones, mil veces repetidas, que con frecuencia solo sirven para “empapelar” y adormecer los deseos? ¿Cómo convertir ese sueño de proximidad en una vecindad real y palpable?

“Venid y veréis”, propuso Jesús a aquellos dos primeros discípulos en búsqueda. “Venid y veréis”, proponen dos comunidades intercongregacionales femeninas, tan próximas a ese mundo de los “pequeños y abandonados” que su dirección postal coincide con la de dos grandes grupos de familias sin hogar: Cerro de la Plata, 8, 28007 Madrid y Laguna: Cerro de la Mica, 1, 28047. Tienen nombres “eclesiales” (Jubileo 2000, Sínodo 2005) que, aunque no digan mucho a los usuarios, recuerdan el arraigo diocesano de ambos proyectos.

En ellos se ofrece alojamiento transitorio por dos años a familias que atraviesan una situación de vulnerabilidad social. Se trata de posibilitarles vivir una experiencia positiva en cuanto a vivienda y acompañarles en su crecimiento personal y familiar, para que vayan siendo cada vez más autónomos y responsables de su propia vida. El origen de las familias es muy diverso: países de Latinoamérica, Europa del Este y África, de Marruecos y otros países árabes y, desde la crisis, más familias españolas.

Las ocho religiosas (cuatro en cada una) que viven en las Viviendas de Inserción Social (VIS I y VIS 2) son vecinas de los vecinos y su vivienda es una más de cada edificio.
El roce primero, la cercanía y los saludos se dan en la escalera y en el ascensor, al compartir espacios comunes y turnos para limpiar los pasillos, al bajar la basura o al coincidir comprando en el super. Otros encuentros más hondos se dan muchas otras veces en las distintas viviendas de las casas, en torno a una taza de café, o de un zumo, o de un sencillo vaso de agua fresca.

Comunidad intercongregacional femenina

Las religiosas de VIS 2 repasan algunos materiales formativos

Comienzan sencillamente, como un “ministerio de la visitación”: tocar el timbre, esperar que alguien abra, saludar, interesarse por los niños, o por la búsqueda de trabajo, o por la salud, o para comentar el frío que hace o este calor que no da tregua… No hay “dobles intenciones”, más allá de la amistad ofrecida gratuitamente, el interés sincero y el deseo de tejer vínculos como únicas estrategias relacionales. En ocasiones, no resulta posible este encuentro: hay barreras de lengua, o de recelos, o de posturas enconadas que acarrean mucho sufrimiento detrás. Toca tener paciencia y seguir ahí, tratando de esperar como el sol, que no se retira aunque las persianas estén echadas.

En ocasiones son otros vecinos los que llaman a la puerta de “las monjas”: “¿Puedo dejaros a los niños mientras voy a comprar?”; “necesito una cebolla”; “se ha caído un niño en el patio…”; “no funciona el ascensor”. Las visitas en plena noche suelen ser más complicadas: “Hay una pelea en el 6º A”; “mi vecina tiene la música a tope”; “un grupo de chicos están vaciando los extintores…”; “mi hijo pequeño tiene mucha fiebre, hay que llevarlo a urgencias…”.

Hay otras muchas maneras de “hacerse próximas”: trabajando codo a codo con los trabajadores sociales laicos que gestionan el proyecto de estas viviendas de inserción social y con el grupo de voluntariado que colabora también en el proyecto; participando en sus reflexiones y búsquedas; tratando de actuar en sinergia y de formar equipo con ellos, asumiendo sus dificultades y valorando su riqueza.

Carismas que se ensanchan

A lo largo de ya muchos años (el primer proyecto VIS empezó en 2004), las reacciones ante esta atípica manera de vivir la VC son variadas. Hay opiniones desfavorables: “¡Vaya mezcolanza de carismas!”; “¡a quién se le habrá ocurrido semejante disparate!”; “estas experiencias tan novedosas suelen acabar mal…”. En algunas preguntas se notan ese sobresalto y esos recelos: “¿No os exponéis a difuminar los carismas?”; “¿no os desvinculáis de vuestra congregación?”; “¿no corréis el peligro de ‘descafeinar’ la vida comunitaria…?”.

Otras, revelan simpatía y verdadero interés: “Después de doce años de experiencia, ¿cómo la evaluáis?”; “¿estáis ahí porque lo habéis elegido o porque os han mandado”?; “vivir en las VIS ¿es compatible con otro trabajo?”; “¿cómo mantenéis la relación con vuestra congregación?”; “¿rezáis juntas?”; “¿os dan un sueldo?”; “¿tenéis vacaciones?”; “¿vivís en comunidad de bienes”; “¿qué le diríais a una religiosa que siente la llamada a incorporarse?”. Estas son algunas de sus respuestas:

  • Pertenecemos a las siguientes congregaciones: Institución Javeriana, Misioneras Cruzadas de la Iglesia. Misioneras Claretianas, Nuestra Señora de la Compasión, Hijas de Jesús, Dominicas de la Anunciata y Sagrada Familia de Burdeos.
  • Nuestra experiencia es que el vivir juntas enriquece y ensancha el carisma de cada una. ¿Cómo podríamos perderlo si son el acento con el que cada una vive su consagración bautismal? Es precioso sentir la diversidad en esta tarea de atención especial a los excluidos: ahí coincidimos todas. Es una suerte compartir vida, fe, oración y misión entre ellos. ¡Nos libera mucho de “batallitas comunitarias”!
  • Aquí hay que estar muy abiertas a la novedad, con capacidad para relativizar formas, horarios y planes… Es sanísimo salir de los propios esquemas y costumbres y aprender a valorar otros diferentes. ¡Nos estamos encariñando mucho con las otras congregaciones!
  • No estamos a título personal; el gobierno de cada congregación ha asumido este proyecto y el hecho de sabernos enviadas nos da solidez y continuidad. Mantenemos muchos vínculos con nuestras respectivas congregaciones a nivel general (capítulos, asambleas, retiros…) y con la presencia semanal de cada una en su comunidad de referencia.
  • Somos conscientes de que lo intercongregacional nace de la precariedad que hoy se vive en la VC. ¿Y cómo no va a ser bueno algo que nace de la pobreza y también de la necesidad de comunión, de interrelación, de visibilidad y de fraternidad? (Más bien de sororidad porque, como casi siempre, las que estamos dando más pasos en esto somos las mujeres…)
  • Las otras preguntas podemos dejarlas para un café… ¡Invitamos a la gente interesada…!

Una noticia reciente en el boletín de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) parece dar la razón a las comunidades intercongregacionales: “El 12 de diciembre, en Roma, la UISG ha celebrado su 50º aniversario de servicio a las congregaciones de mujeres religiosas de todo el mundo. El punto culminante de la ocasión ha sido el envío de diez hermanas de ocho congregaciones diferentes que van a formar una única comunidad en dos casas en Sicilia. Trabajarán con la Iglesia local para ofrecer apoyo pastoral y espiritual a los migrantes y refugiados que llegan continuamente. Esta iniciativa marca el 50º aniversario de la UISG y es una respuesta práctica a una enorme necesidad actual”.

En el nº 2.994 de Vida Nueva


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