Valores de Europa a examen

JESÚS SÁNCHEZ CAMACHO | Periodista y profesor CES Don Bosco

El pastor bautista que quería dar término a la discriminación racial sabía que su vida estaba en peligro. El activismo militante de Martin Luther King en el Movimiento por los derechos civiles levantaba cada vez más ampollas. Así lo indicamos el año pasado en esta columna, aludiendo a un reportaje del 7 de marzo de 1965, cuando se celebraba el 50º aniversario de la Marcha de Selma a Montgomery.

Junto a 3.200 manifestantes, Luther King cruzaba el puente Edmund Pettus reivindicando el derecho al voto de los afroamericanos. Una protesta, cuyos efectos se auguraban estériles, vio sus frutos cinco meses después. Johnson firmó la Voting Rights Act, garantizando el derecho al voto de todos los estadounidenses.

La ambición de justicia de Luther King haría extender su movimiento hacia el norte, moviéndose a los suburbios de Chicago. Y, además de iniciar una investigación donde identificaba las actitudes discriminatorias, organizó marchas pacíficas que tuvieron como respuesta violencia y continuas amenazas de muerte. La portada de Vida Nueva del 18 de junio de 1966 (nº 527) abucheaba dichas reacciones, calificando de “mostrencos” y “fanáticos” a los segregacionistas.

Hoy, desde Europa, el renacimiento del nacionalismo extremista y el insolidario acuerdo entre Bruselas y Turquía sobre la llegada de refugiados ponen a examen una Unión cuyos valores se vislumbran cada vez más dislocados.

En el nº 2.993 de Vida Nueva

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