Auge vocacional en el convulso Pakistán

Atentado en Lahore

Desde 2015, coincidiendo con una oleada anticristiana, se han ordenado 23 sacerdotes y lo harán 15 diáconos

Atentado en Lahore

Un sacerdote reza tras el último atentado en Lahore

ETHEL BONET (BEIRUT) | La violencia indiscriminada que sufren los cristianos en Pakistán no ha mermado la fe de esta comunidad minoritaria, que representa tan solo el 1,6% de una población de mayoría musulmana, con más de 180 millones de habitantes. La devoción y el amor a Dios rompe las fronteras del miedo, animando a nuevos siervos de la Iglesia. Prueba de esta fe es que, después del mayor atentado contra cristianos en la ciudad de Lahore el pasado Domingo de Resurrección, donde más de un centenar de personas perdieron la vida, cinco frailes franciscanos de esta ciudad, la segunda más poblada de Pakistán, se han ordenado sacerdotes.

La celebración tuvo lugar el pasado 8 de abril en la catedral del Sagrado Corazón, en Lahore, siendo la misa presidida por el arzobispo, Sebastian Shaw. Los nuevos sacerdotes son fray Lazar Aslam, fray Adnan Kashif, fray Azam Siddique, fray Almas Yousaf y fray Adeel Mazhar.

Lahore es la mayor archidiócesis católica en Pakistán, está dividida en 27 parroquias y en ella se concentra la mayor comunidad cristiana de toda Asia. A las afueras de la megaurbe, en el barrio Youhanabad, viven 30.000 cristianos. Sus polvorientas calles están llenas de puestos de venta de imágenes de la Virgen María y Jesucristo, crucifijos de todos los tamaños, rosarios y escapularios. Ese exagerado fervor religioso es, en realidad, un síntoma de su marginalidad en un entorno de mayoría musulmana.

Seminarios llenos

Sin embargo, a pesar de que en los últimos años los ataques de radicales contra cristianos se ha intensificado, desde 2015 se han ordenado en Pakistán 23 sacerdotes y 15 diáconos esperan serlo a lo largo de este 2016. Las otras dos archidiócesis de Pakistán también muestran vitalidad en sus seminarios. En el Instituto Nacional de Teología de Karachi estudian 79 seminaristas mayores, y en el Seminario Mayor dedicado a san Francisco Javier, en Lahore, hay otros 96. Unas cifras esperanzadoras que arrojan luz en medio de ataques, extorsiones, persecuciones, asesinatos y acusaciones falsas bajo el amparo de la ley antiblasfemia.

Sin ir más lejos, 2016 comenzó con una serie de duros ataques. En la primera semana de enero, un grupo de musulmanes secuestró a una joven cristiana en Lahore. Poco después, una turba de islamistas quemaron una pila de biblias y libros litúrgicos en una iglesia y en la región de Punjab quemaron una iglesia protestante. Por último, los radicales llevaron a cabo la citada masacre en el Domingo de Resurrección en un parque de Lahore. Pero ya el año pasado hubo horrores similares.

En octubre de 2015, una cristiana de 28 años fue quemada viva por rechazar casarse con un musulmán. La mujer no murió, pero quedó con el 80% del cuerpo con quemaduras graves. Ese abril, un grupo de extremistas islámicos prendió fuego a un adolescente por decir “soy cristiano”. El muchacho murió tras perdonar a sus homicidas. Pocos días antes, en marzo, dos terroristas suicidas atentaron contra dos templos católicos en el barrio de Youhanabad, en Lahore, dejando un saldo de al menos 14 muertos y unos 80 heridos. En el recuerdo queda también el ataque contra la comunidad cristiana que se produjo en 2013, en Peshawar, cuando dos suicidas hicieron estallar el cinturón de explosivos a la salida de misa en la iglesia de Todos los Santos, matando a más de 80 feligreses.

En el nº 2.991 de Vida Nueva


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