Doctrina de la Fe, en el punto de mira

Palacio del Aventino, sede de la Orden de Malta en Roma, a través de la cerradura se ve al fondo la basílica de San Pedro del Vaticano

Teólogos que fueron investigados piden al Papa reformar la Congregación

Palacio del Aventino, sede de la Orden de Malta en Roma, a través de la cerradura se ve al fondo la basílica de San Pedro del Vaticano

Al fondo, la cúpula de la Basílica de San Pedro, a través de la cerradura de la puerta del Palacio del Aventino

DARÍO MENOR (ROMA) | La viñeta del periódico estaba dividida en dos partes. En el cuadro de la izquierda estaba representado Juan Pablo II diciendo, más o menos, que le importaba un pimiento lo que le pasara al teólogo que acababa de condenar. En el lado de la derecha se veía a ese teólogo delante de una maraña de micrófonos empuñados por periodistas que estaban deseosos de entrevistarle. Esta imagen publicada por un diario en 1986 tenía como protagonista al sacerdote católico estadounidense Charles Curran, procesado y condenado por la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) porque sus opiniones sobre la moral sexual, entre otras cuestiones, no coincidían con la línea marcada por Roma. Tres décadas después, aquella viñeta sigue teniendo la misma validez.

La labor de la CDF para vigilar por la ortodoxia católica continúa estando rodeada por la polémica y la falta de transparencia. Consigue, además, los mismos efectos contraproducentes: cuando censura a algún pensador, le brinda de inmediato la celebridad. No hay teólogo más atractivo para muchos medios de comunicación que el que se las ha visto con el antiguo tribunal del Santo Oficio.

Este dicasterio, liderado por el cardenal alemán Gerhard Müller, es de los pocos “ministerios” vaticanos que, de momento, se ha librado de los proyectos de reforma de la Curia romana emprendidos por el papa Francisco junto al llamado C-9. Aunque eso no significa que no haya quien pida una renovación profunda en su forma de trabajo y, especialmente, en la manera en que investiga, procesa y condena a los teólogos que considera que se alejan de la doctrina y suponen un peligro para el resto de católicos. Hay incluso quien va un paso más allá y exige la supresión de la CDF, argumentando que la comunidad cristiana sobrevivió sin ella durante siglos. (…)

Dos españoles entre los firmantes

La última y más contundente petición de reforma para la CDF ha venido a finales del pasado mes de abril, con la publicación de una carta en la que 15 obispos y teólogos que han sido investigados por este dicasterio le piden al Papa que intervenga para que refleje de verdad “valores del Evangelio como la justicia, la verdad, la integridad y la misericordia”. Entre los firmantes de la misiva, que le fue enviada a Müller en febrero, hay dos españoles: el redentorista Marciano Vidal y la benedictina Teresa Forcades. El resto de los promotores de la carta son todos del mundo anglófono (Estados Unidos, Irlanda y Australia). (…)

“Hoy en día hay un acuerdo general en la Iglesia acerca de que los procesos y procedimientos de la CDF son contrarios a la justicia natural y necesitan una reforma. Representan los principios legales, los procesos y las actitudes del absolutismo de los siglos XVI y XVII en Europa”, dicen en su comunicado los teólogos insatisfechos con el dicasterio liderado por Müller, añadiendo que está muy lejos de cumplir con las demandas de “respeto a los derechos humanos, responsabilidad y transparencia que el mundo espera de la comunidad cristiana y que la Iglesia católica demanda a las organizaciones seculares”.

La CDF ha reaccionado a la carta con su habitual silencio. (…) Müller no respondió a las solicitudes de entrevista realizadas por esta revista para hablar de la misiva. (…)

Entre quienes se han visto en el punto de mira del antiguo Santo Oficio hay quien mantiene posturas muy duras. Uno de ellos es el brasileño Leonardo Boff, teólogo de referencia de los católicos más aperturistas y quien dejó la orden franciscana tras enzarzarse con la CDF cuando la dirigía el entonces cardenal Joseph Ratzinger. (…) Boff está tan convencido de que hay que acabar con la CDF que adelanta a Vida Nueva su próximo proyecto: lanzar una campaña internacional para pedir su abolición.

 

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