Antonio Roura: “Es una caricatura presentar la enseñanza religiosa como un privilegio”

Antonio Roura, director de 'Religión y Escuela'

Entrevista con el director de ‘Religión y Escuela’, que celebra los 300 números


J. LORENZO | Para transitar por los gozos y las sombras de la Educación Religiosa Escolar (ERE) desde los tiempos de la Transición hasta nuestros días es imprescindible asomarse a las páginas de la revista Religión y Escuela (RyE). Con su número 300 ya en la calle, recorrer las páginas de esta publicación mensual –que edita PPC y que está dirigida a la formación del profesorado de Religión– “significa asistir a la evolución que, desde enero de 1983, ha seguido la propia identidad de la ERE, el profesorado, la didáctica, los alumnos, el marco legal y general de la educación en España, pero también otros aspectos más genéricos, como el debate político-social sobre la relación Iglesia-Estado, la multiculturalidad y diversidad de nuestras sociedades…”, según señala su director, Antonio Roura.

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  • Nunca a lo largo de estas tres décadas, la ERE había visto su propia existencia y funcionalidad tan cuestionada como en los últimos tiempos, con formaciones políticas que abogan directamente por suprimirla, como también atestiguan sus páginas. Por ello, Roura, que fue profesor de Religión en varios centros públicos, no se aventura a pronosticar si dentro de otros 300 números seguiremos viendo con la fórmula actual esta enseñanza en la escuela pública. Pero lo que sí tiene claro es la necesidad –de la que se viene abogando desde las páginas de RyE– de un pacto escolar que deje este espinoso asunto fuera de las batallas partidistas. Un pacto, que como señala, “ahora mismo da más rédito político prometerlo que empeñarse en conseguirlo”.

    En todo caso, ve los escollos en lo relativo a la ERE, pues “muchos actores políticos siguen interpretando la diversidad religiosa y el conocimiento de la cultura religiosa en la escuela con una concepción anclada en el pasado que debe desaparecer, ignorando el derecho de los padres. Desde esos planteamientos será más difícil llegar a un pacto en el que los todos se sientan incorporados”.

    Consensuar el modelo educativo

    La forma en que se encaja esta asignatura dentro de cada ley orgánica no es del todo ajena a los recelos que suscita, y lleva a este discurso en el que se pide su desaparición. Para Roura, “la regulación del encaje de la asignatura en cada ley orgánica se ha realizado como una negociación entre Estados, como un compartimento estanco independiente del discurso educativo”. En su opinión, ha llegado el momento “de buscar una interlocución menos judicial en la que se consensúe un modelo educativo que acoja la diversidad religiosa y que esté en línea con el pensamiento inclusivo de los organismos internacionales”.

    También tendría que cambiar para un adecuado encaje de la asignatura la percepción que tiene de ella buena parte de la clase política, e incluso algunos educadores. “Es una caricatura –sostiene el director del mensual– presentar la enseñanza de las religiones como un privilegio atávico a favor de una confesión religiosa para que imponga su doctrina a los alumnos. La escuela ha de ser, de acuerdo con el enfoque internacional sobre diversidad religiosa y creencias, el lugar en el que fomentar la educación de ciudadanos que sean respetuosos con la diversidad, un espacio para la formación y el diálogo de cada tradición religiosa con la cultura y para aprender a convivir”.

    Profesores comprometidos

    No lo tienen fácil, la verdad, los profesores de Religión. “Son un colectivo único”, afirma Antonio Roura, quien pondera de manera muy positiva su implicación, a pesar de las trabas, como las de las propias administraciones educativas, que no les tratan y defienden como a trabajadores suyos, o que su puesto de trabajo dependa, cada curso escolar, de la demanda que hagan los alumnos en colegios e institutos. “A pesar de ello –afirma el director de la revista–, estamos ante uno de los colectivos docentes más implicados en su actualización teológica y pedagógica y comprometidos con sus centros educativos”.

    En el nº 2.990 de Vida Nueva


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