Carmen Sammut: “No hay nada tan grande que no pueda ser cambiado”

Carmen Sammut y el papa Francisco

Presidenta de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG)

Carmen Sammut y el papa Francisco

Carmen Sammut: “No hay nada tan grande que no pueda ser cambiado” [extracto]

DARÍO MENOR (ROMA) | Se ha formado un corrillo alrededor de la presidenta. En un descanso de la Asamblea Plenaria de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) celebrada en Roma, Carmen Sammut, religiosa de las Misioneras de Nuestra Señora de África (Hermanas Blancas), atiende a otras monjas que la felicitan e incluso se hacen fotos con ella. También deja unos minutos para atender a Vida Nueva y hablar sobre el revuelo provocado por la audiencia del Papa a la UISG y su compromiso para crear una comisión que estudie cómo era la labor de la diaconisas durante los primeros siglos de historia de la Iglesia.

PREGUNTA.- ¿Están sorprendidas por lo que les dijo Francisco?

RESPUESTA.- No estábamos seguras de lo que podía pasar. Durante el Sínodo le comenté al Papa que si podíamos tener un encuentro con él durante nuestra Plenaria. Nos dijeron luego que enviáramos unas preguntas y no sabíamos cómo iba a utilizarlas.

P.- Han conseguido un compromiso importante del Papa…

R.- Estamos muy contentas de que aceptara nuestras sugerencias. Hace que parezca que un cambio es posible. No sabemos cómo ni cuándo será, pero está claro que en la Iglesia puede estar separada la administración de los sacramentos y la toma de decisiones. Las mujeres tenemos que estar donde se tomen las decisiones para dar nuestra opinión. Si no, la Iglesia no está completa.

P.- ¿Propondrá la UISG nombres para integrar la comisión?

R.- Tenemos ya una pequeña lista de teólogas que podrían formar parte.

P.- ¿Cómo podría influir en tiempos y resultados de la comisión el que eventualmente dependa de la Congregación para la Doctrina de la Fe?

R.- Este dicasterio ya estudió la cuestión en 1972 y 2002 y no hubo cambios. No hay nada tan grande que no pueda ser cambiado, pero hay algo que lo bloquea, tal vez la mentalidad. Veamos quién forma parte de la comisión. También es importante cómo van a tomarse las decisiones, porque tenemos ejemplos de otros temas que se estudian, pero con los que luego no se toman decisiones.

P.- Todas las preguntas que le hicieron al Papa eran comprometidas y difíciles de responder. Aprovecharon ustedes bien la oportunidad que tenían…

R.- Es verdad. Decidimos que íbamos a hacerle las preguntas que nos salieran, fueran como fueran. Teníamos el apoyo de todas estas mujeres que están detrás de nosotras por todo el mundo. No es solo un grupo de diez que ha elaborado estas preguntas en su oficina. Se trata de algo que ha venido de muchas personas con orígenes muy diversos. Esto lo vivimos como una fuerza.

P.- El Papa trata el feminismo en términos negativos, pero siempre habla con gusto sobre la posición de la mujer. ¿Le sorprende?

R.- Todos los “ismos” tienen un sabor que no gusta mucho. Ocurre lo mismo con “clericalismo”. Él puso estos dos términos en paralelo y luego criticó durante bastante tiempo el clericalismo. Me gustaría que la parte femenina de la Iglesia estuviera más incluida. Cuando estuve en el Sínodo, me impresionó este sentido de universalidad al ver a gente que venía de todas las partes del mundo, pero me decía a mí misma que la mitad de la población no estaba allí. No había casi mujeres. Me preguntaba por qué éramos tan pocas. Pasa lo mismo en todos los lugares donde se toman decisiones en la Iglesia.

P.- ¿Qué le dijo el Papa en privado durante la audiencia?

R.- Me dio las gracias por todo el trabajo y comentó que admiraba nuestro grupo.

P.- La cuestión de las diaconisas ha eclipsado el resto de la plenaria de la UISG. ¿Qué conclusión saca de esta semana de reuniones?

R.- Hemos estado juntas 870 lideresas de congregaciones religiosas, lo que es extraordinario. Tenemos a gente de todos los sitios y hemos integrado a todo el mundo. Es importante sentir que estamos todas juntas. Al formar un grupo surge la solidaridad global. Juntas somos más fuertes.

En el nº 2.989 de Vida Nueva

 

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