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ÁLVARO DE JUANA | La vida de Roberto Carlos bien podría calificarse como la de un juguete roto de la fama que, sin embargo, ha encontrado el verdadero tesoro que nunca hubiera imaginado alcanzar. Como todo tesoro, contiene unas perlas que lo empujan a no darse por vencido y a seguir adelante. Por ejemplo, cantar ante 2.000 personas sin hogar de Roma en un circo por petición expresa del Vaticano. Fue el pasado mes de diciembre, en un día que nunca olvidará.

Hace apenas dos años y medio era conocido en España como Roberto Bahía. Cada mañana se asomaba a las casas de unos dos millones y medio de personas a través del programa de Telecinco Mujeres y Hombres y Viceversa. “Su carrera va en ascenso” aseguró un día la presentadora del espacio, Emma García, ante los aplausos del público. En ese momento nada hacía presagiar que, poco después, al lanzar un disco al mercado, sería víctima de una estafa que le cerró las puertas de la música comercial y de las televisiones y le retiró a las calles de la Ciudad Eterna.

Roberto Carlos, artista callejeroEntonces, Roberto Carlos y su esposa Eva quisieron probar suerte en Inglaterra (hace ahora unos dos años), donde un amigo les contó que los artistas callejeros son muy respetados. Junto a su hija, se trasladaron a Liverpool. “Pero al poco tiempo nos tuvimos que volver a cambiar de ciudad porque nos llegaron a agredir”, relata el cantante a Vida Nueva. Allí “grabé mi tercer disco con el dinero que tenía ahorrado de la etapa en televisión y de lo que gané como profesor de música años atrás”. Pero el camino siguió sin enderezarse. “Nos echaron de la casa en la que vivíamos y gente de Iglesia nos pagó una semana de hotel para que no pasáramos la Navidad en la calle”, recuerda con emoción Eva, quien subraya que Dios siempre ha estado con ellos en los momentos difíciles.

“Yo me crié con el Señor, aunque mis padres no creían. Fue gracias a mi abuela, que me transmitió la fe. La madre de Roberto también era creyente, y en ambas familias hay sacerdotes y monjas”, explica ella. El cantante confirma una historia de altibajos: “Estudié en un colegio religioso en Orihuela, y ya desde pequeño, como tenía buena voz, me metieron en un coro. Luego, en la adolescencia, dejé la Iglesia y viví la vida, pero a los 23 años el Señor me habló después de tener un intento de hacer algo feo”.

Lo rememora así: “Tuve un sueño en el que le pedía al Señor que me enseñara mi muerte. Entré en un túnel y el techo se convirtió en una vidriera de colores de donde salía Cristo crucificado, que me dijo: ‘Te lo voy a enseñar’. Me vi entonces en el ataúd y me preguntó: ‘¿Esto es lo que tú quieres para tu vida?’. Y le dije: ‘¡No, no!’. Justo cuando me fui a levantar, vi una calavera que me besó y desapareció. Entonces, desperté”. A raíz de este sueño, “hablé con varias personas, entre ellas algunos sacerdotes, que me aseguraron que Dios quería encontrarse conmigo y que volviera a la Iglesia, así que comencé a leer el Evangelio y regresé”.

Eran momentos duros, pese se aferraron a esa certeza. “En Inglaterra dormimos un mes en la calle, y así nos dimos cuenta de que sin duda Dios existía –dice Eva–. Nos cuidó durante noches muy difíciles, en zonas problemáticas llenas de delincuentes, y conocimos a gente que nos ayudó mucho. Una de ellas nos llevó a las Misioneras de la Caridad, que se ocuparon de nosotros”.

“¿Dónde está el Señor?”

Tras una serie de problemas, se preguntaron: ¿dónde está el Señor? “En Roma”, recuerda el artista que se respondieron. “Y allí fuimos –añade Eva–, sin pensárnoslo dos veces. Estábamos seguros de que la Iglesia nos ayudaría. No sabíamos italiano, pero conseguimos el dinero para el viaje. Comenzamos a dormir en la calle, en varios sitios, hasta acabar en los alrededores de la Plaza de San Pedro”. Dios se puso otra vez de su parte y un cardenal que trabaja en la curia y que siempre les daba limosna, fue el “ángel” que les puso en contacto con otra persona que alquilaba una pequeña habitación. “Era una casa para gente con problemas, algunos de ellos expresidiarios –comenta Roberto Carlos–. Nosotros vivíamos a un lado y ellos al otro, pero de nuevo comenzamos a tener problemas por amenazas y tuvimos que irnos a la calle”.

Roberto Carlos entrega el disco inspirado en el Papa a Guido Marini

Roberto Carlos entrega el disco inspirado en el Papa a Guido Marini, maestro de las celebraciones pontificias

Roberto Carlos recuerda un día importante: “Yo iba mucho a las duchas que el papa Francisco puso para los sin techo al lado de un de las columnatas de la plaza y, al salir, un día conocí al limosnero papal, Konrad Krajewski. Sin conocerme, me dio la mano y me preguntó cómo estaba. Desde ese momento, cada vez que nos veía en algún sitio, nos saludaba”. Así fue como el limosnero tuvo el detalle de invitarle a repartir el Evangelio en la plaza un domingo, después del ángelus del Papa. Fue el 6 de abril de 2014.

“Yo dije que sí –cuenta el cantante–, y fuimos junto con nuestra hija. Al terminar, don Konrad y Guido Marini, el maestro de las celebraciones litúrgicas del Pontífice, nos repartieron comida a todos los que habíamos participado. Konrad me dio un abrazo y Marini me pidió que le regalase uno de mis discos”. “Conseguí el dinero –cuenta ilusionado– para alquilar un día un estudio de grabación gracias a los donativos de algunas personas y grabar así en condiciones óptimas la canción del Papa. Todo lo hice yo: la instrumentalización, los arreglos…”. Así nació Francisco es universal, la obra de la que se siente más orgulloso.

Entonces, Roberto Carlos, ni corto ni perezoso y con la canción debajo del brazo, acudió a la Limosnería. A los pocos días, recibió la esperada llamada y le citó Krajewski: “La escuchó y dijo que le había gustado mucho, estaba impactado. Fue entonces cuando me contó que el Papa quería invitar al circo a 2.000 pobres como regalo de Navidad y me propuso comenzar el espectáculo cantando yo la canción que le había compuesto”.

Debut en el circo

El 14 de enero fue el gran día. Roberto Carlos hacía tiempo que no actuaba para tanta gente. Lejos habían quedado esas grandes audiencias del programa de televisión. Había pasado de actuar en un plató ante hombres y mujeres con un físico perfecto a hacerlo en el Rony Roller Circus ante miles de personas sin hogar, pero contentos de que el Papa les regalase algo así.

“Nunca olvidaré –rememora– cuando comenzaron a llegar los autobuses aquel día a las cinco de la tarde… Aunque llovía a mares, todos estaban contentos. Momentos antes de empezar, estando detrás de las cortinas rojas, vino el padre Konrad y me dio un abrazo. Le dije que lo que iba a vivir nunca lo podría olvidar”. El artista saltó al escenario y comenzó a cantar: “Vámonos, que Francisco nos protegerá. / Déjalo todo, que Dios nos guiará. / Cree en el Papa, que es bueno y nos ayudará. / Los ángeles cantan: Francisco es universal”.

Eva también lo recordará siempre: “Todo el público aplaudía, sonreía y los niños estaban entusiasmados. Sí, Dios siempre estará con los pobres. Y Francisco nos está salvando la vida”.

En el nº 2.988 de Vida Nueva

 

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