El próximo Sínodo, un grito por la paz en el mundo

Jubileo de la familia militar y de la policía

Aún sin confirmar, se estaría trabajando en él y Francisco quiere que participen todas las religiones

Jubileo de la familia militar y de la policía

Un policía saluda al Papa en la audiencia del sábado 30 de abril

El próximo Sínodo, un grito por la paz en el mundo [extracto]

ANTONIO PELAYO (ROMA) | La famosa frase “si vis pacem para bellum” (si quieres la paz, prepara la guerra) no figura entre las favoritas de Francisco, que no la ha citado nunca, ni siquiera este fin de semana, en el que se ha celebrado el Jubileo de la familia militar y de la policía, dentro del Año de la Misericordia.

Una convocatoria que, a pesar de haber sido hecha hace pocos meses, ha encontrado una respuesta más positiva de lo que algunos esperaban. En dicho marco tuvo lugar un encuentro para celebrar los 30 años de la constitución apostólica Spirituali militum cura, con la que san Juan Pablo II transformó los vicariatos militares en ordinariatos, equivalentes a las diócesis.

El congreso se abrió con una misa en la iglesia de Santa Ana, dentro de los muros vaticanos, presidida por el arzobispo castrense español. En su homilía, Juan del Río dijo: “En la perspectiva de los derechos universales del hombre, incumbe al Estado estar atento a los principios de la libertad religiosa. De ahí deriva el hecho de que no se debe impedir o hacer callar el servicio de asistencia religiosa a las fuerzas armadas en tiempos de paz y de conflictos, puesto que es un derecho del militar creyente (…) este ‘ministerio entre las armas’. A la luz de la constitución apostólica, este será: misionero, personal, itinerante, salvífico y samaritano, dado que, como ha dicho el papa Francisco, ‘estas personas y sus familias requieren una atención pastoral específica, una solicitud que les haga sentir la cercanía materna de la Iglesia. De este modo, nuestro anuncio del Evangelio de la misericordia será creíble’”.

Construir puentes

El sábado 30 de abril, la Plaza de San Pedro abrió sus accesos muy pronto para permitir a los muy numerosos fieles ocupar sus puestos. En sendos espacios tomaron posiciones los representantes de los ejércitos y de las fuerzas de seguridad. Predominaban, como era de esperar, los italianos (los ejércitos de tierra, mar y aire, los carabineros, la policía, la Guardia di Finanza, etc.), pero eran también numerosos los miembros de las fuerzas armadas de otros países (entre los de lengua hispana, figuraban los de Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guatemala, Perú, México, República Dominicana y España). Muchos de ellos vestían sus uniformes de gala y portaban sus banderas multicolores; no faltaban a la cita algunas bandas militares que solemnizaron el encuentro.

Jubileo de la familia militar y de la policía

Participantes en el Jubileo para los militares y miembros de las fuerzas del orden, en San Pedro

En su específico saludo a los militares y policías, el Santo Padre afirmó: “Las fuerzas del orden tiene la misión de garantizar un ambiente seguro, a fin de que cada ciudadano pueda vivir en paz y seguridad. En vuestras familias, en los diversos ámbitos en los que trabajáis, sed instrumentos de reconciliación, constructores de puentes y sembradores de paz. (…) La afirmación de la paz no es una empresa fácil, sobre todo a causa de la guerra, que endurece los corazones y acrecienta el odio y la violencia. Os exhorto a no desanimaros (…) frente a los desafíos de cada día, y haced resplandecer la esperanza cristiana, que es certeza de la victoria del amor sobre el odio y de la paz sobre la guerra”.

La misa de clausura del Jubileo militar se la encomendó el Papa a su secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, que la presidió en la Basílica de San Pedro con la presencia del Cuerpo Diplomático y de numerosas misiones especiales (la española la presidió el teniente general Javier Salto Martínez, jefe de gabinete del ministro de Defensa, Pedro Morenés). En la liturgia intervinieron numerosos militares y policías de diversos países y lenguas; en las preces de los fieles se pidió por ellos, para que “se sientan llamados a dar la vida para que el hermano no mate al hermano, la paz llegue allí donde hay guerra, el amor y la solidaridad desarmen el odio y la violencia, la justicia triunfe sobre la violencia, y así expresen un auténtico servicio al hombre”.

Al final de la eucaristía se proclamó una plegaria por los caídos y las víctimas de todas las guerras; en ella se pedía al Señor de la Historia y Dios de la vida que “custodie su hermandad, en la que hoy reposan juntos, sin confines entre pueblos, alianzas, religiones, testimoniando que la guerra es siempre fratricida”.

Del interés que tiene el papa Francisco por la paz es un nuevo testimonio –la noticia aún no está confirmada oficialmente, pero parece tener todos los indicios de verosimilitud– de que desearía que sea el tema central de la próxima Asamblea del Sínodo de los Obispos. En la última reunión del Consejo Ordinario de la Secretaría General del Sínodo, que se celebró en Roma los días 18 y 19 de abril, se estudiaron, en presencia del Pontífice, las diversas propuestas llegadas a Roma sobre la temática que podrían abordar los episcopados del mundo en la próxima convocatoria sinodal. Según fuentes dignas de crédito, se impuso entre los presentes la idea de dedicar la Asamblea Sinodal a la paz en el mundo, un argumento en el que Bergoglio quisiera además involucrar a todas las religiones.

Oraciones por Siria

No es de extrañar, por eso, que Francisco multiplique sus llamamientos para que cesen las hostilidades allí donde estas se desarrollan desde hace tiempo, como es el caso de Siria. “Recibo con profundo dolor las dramáticas noticias provenientes de Siria –dijo el domingo 1 de mayo, después del rezo del Regina coeli–, referentes a la espiral de violencia que continúa agravando la ya desesperada situación humanitaria del país, en concreto en la ciudad de Alepo, y sembrando víctimas inocentes, incluso niños, enfermos y los que, con gran sacrificio, se empeñan en prestar ayuda al prójimo. Exhorto a todas las partes envueltas en el conflicto a respetar el cese de hostilidades y a reforzar el diálogo en curso, único camino que conduce a la paz”.

Minutos después, al saludar a la asociación Meter, que lucha desde hace años contra los abusos que sufren los menores de edad, el Papa también clamó contra esta lacra: “¡Esa es una tragedia, no debemos tolerar los abusos sobre los menores! Tenemos que defenderlos y castigar con severidad a los que abusan de ellos”.

Para cerciorarse de que Bergoglio no olvida sus experiencias vitales latinoamericanas y de que, en cierto modo, en ese continente cifra muchas esperanzas, basta leer la extensa carta que ha dirigido al cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. En ella fustiga el clericalismo, “una de las deformaciones más fuertes que hay que enfrentar”. “El clericalismo –escribe– lleva a la funcionalización del laicado, tratándolo como ‘mandado’, coarta las distintas iniciativas, esfuerzos y hasta me animo a decir que las osadías necesarias para poder llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos los ámbitos del quehacer social y especialmente político”.

En el nº 2.987 de Vida Nueva

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