Francis Xavier Kriengsak: “La Iglesia tiene que hacer algo con los refugiados”

Francis Xavier Kriengsak, cardenal arzobispo de Bangkok

Entrevista con el cardenal arzobispo de Bangkok

Francis Xavier Kriengsak, cardenal arzobispo de Bangkok

Francis Xavier Kriengsak: “La Iglesia tiene que hacer algo con los refugiados” [extracto]

DARÍO MENOR | Francis Xavier Kriengsak fue creado cardenal por el papa Francisco en el consistorio de febrero de 2015. Ligado espiritualmente a los Focolares, el arzobispo de Bangkok destaca el papel que la Iglesia católica tailandesa realiza en el campo educativo y su posición como mediadora en la crisis política que vive el país asiático desde que el Ejército dio su último golpe de Estado, en mayo de 2014.

Kriengsak subraya además la asistencia que la comunidad cristiana brinda en los campamentos donde malviven los refugiados que llegan a Tailandia provenientes de otras naciones asiáticas. Pese a los problemas que plantean las autoridades, pues Bangkok no es firmante de la Convención de Refugiados de la ONU, “la Iglesia vio que tenía que hacer algo”. “Aunque a veces no se nos entiende y se nos dice que es ilícito trabajar con ellos, al final hemos conseguido que el poder local cerrara un ojo para que siguiéramos adelante”, cuenta el cardenal durante una reciente visita a Roma.

PREGUNTA.- En Tailandia se trabaja en una nueva Constitución para ayudar a estabilizar la situación sociopolítica del país. ¿Qué papel está jugando la Iglesia en este momento actual de transición?

RESPUESTA.- La Iglesia católica es muy pequeña numéricamente: 350.000 personas en una población total de 66 millones. Somos el 0,5%. Es también una Iglesia católica con 150 años de historia, aunque los primeros católicos llegaron hace más de cinco siglos. Durante estos 70 años de democracia ha habido golpes de Estado cada cierto tiempo. Es propio de un proceso de aprendizaje. No es algo extraordinario, aunque siempre se dice que no sucederá más. Suelen ser, eso sí, episodios pacíficos, aunque en ocasiones se produce también violencia, como ocurrió hace cinco años. La Iglesia no está de acuerdo con el régimen militar. Debido a la situación política, al menos hay un consenso entre la mayoría del pueblo en que había que hacer algo contra la fuerte corrupción. Se llegó a un punto en el que podía estallar una violencia inmensa en el país. El golpe tal vez ayudó a tranquilizar un poco las cosas. El Gobierno militar buscó una solución provisional para resolver el problema y hacer una Constitución permanente que trate de acabar con la corrupción. Las cosas hasta ahora están yendo bien. Al menos no hay violencia.

P.- ¿Se ve a la Iglesia como un eventual mediador?

R.- La Iglesia genera confianza gracias a su importante trabajo por la educación. Hace cinco años la situación era muy inestable y la violencia parecía a punto de estallar. Human Rights Watch vio que los políticos no tenían la confianza del pueblo y consideró que era bueno que intervinieran los líderes de las religiones del país: el budismo, el islam y el cristianismo. Nos reunimos el rector de la mayor universidad budista, un profesor musulmán y yo. Nos ofrecieron una transmisión en los medios de comunicación de toda Tailandia en la que cada uno teníamos diez minutos. Yo propuse que hiciéramos algo juntos, que junto a la transmisión del himno nacional cada día a las ocho de la mañana y a las seis de la tarde se realizara un minuto de silencio para rezar según la respectiva fe. No era necesario ir a los templos. Era un minuto de silencio a favor de la unidad y de la paz en el país.

Escuelas católicas

P.- ¿Cómo es el papel de la Iglesia en la educación?

R.- Consideramos que podemos ofrecer mucho en este campo. Hay 500.000 muchachos estudiando en escuelas católicas, la mayoría de ellos son budistas. Hace tres años decidimos renovar la colaboración entre congregaciones religiosas y laicos en las escuelas. Hicimos un programa de indicación para la escuela católica, partiendo de los valores del Evangelio. Aún siendo una escuela católica, muchos muchachos y profesores son de religiones diferentes, pero tienen esta formación.

P.- ¿Cómo es la vida de la Iglesia en Tailandia? ¿Hay un respeto a su posición de minoría?

R.- Es una Iglesia pequeña, formada por una decena de diócesis. Se trabaja de forma conjunta en varios temas, como el tráfico de seres humanos. Desde hace más de 20 años tenemos a más de dos millones de refugiados de Birmania. La Iglesia vio que tenía que hacer algo, por lo que la conferencia episcopal creó una comisión especial para los refugiados. Aunque a veces no se nos entiende en el país y se nos dice que es ilícito trabajar con los refugiados, al final hemos conseguido que el poder local cerrara un ojo para que siguiéramos adelante. Le hemos pedido a los misioneros que siguieran adelante con su trabajo con los refugiados aunque sin violar ninguna ley. Entre nuestras iniciativas están los centros educativos para niños en campamentos de refugiados. Tailandia da la posibilidad a estas personas de vivir en el país, pero no puede pagar su sustento. Debe hacerlo la ONU. Están quienes huyen del Gobierno birmano, los que buscan trabajo en nuestra nación y otras personas que sufren la persecución religiosa en sus países de origen. En Tailandia hay cientos de miles de refugiados. Millones esperan fuera de sus fronteras para poder entrar.

P.- Siendo una Iglesia numéricamente tan pequeña deben ser abundantes los matrimonios mixtos. ¿Cómo se responde a este desafío pastoral?

R.- Los matrimonios católicos han disminuido y hay muchos casos de matrimonios mixtos con otras religiones. Si las dos partes no son católicas es un matrimonio, pero no un sacramento. Debemos hacer más por la formación matrimonial. Muchos no católicos no reconocen la indisolubilidad del matrimonio. Aunque no soy experto en Derecho Canónico, he empezado procesos hablando con el tribunal de las diócesis para resolver casos en los que el matrimonio era nulo. En estos matrimonios mixtos se hace un contrato antes de la boda en el que se dice que los hijos que nazcan de esa unión serán bautizados y recibirán la educación católica. Es una condición para poder contraer el matrimonio en la Iglesia. Si la otra parte no acepta esto, depende del católico si sigue adelante o no con el matrimonio. Hay que dar el testimonio de que se debe dar la educación católica a los hijos. Nosotros debemos educar a la parte católica para que sea profunda en su fe. Por un lado, está el derecho natural a casarse, pero también está el derecho en el sentido de la fe. La parte católica sabe que su deber es ser fiel a su fe y educar a los hijos en esa fe. Depende mucho de la formación cristiana de la parte católica.

Un país sin conversiones

En Tailancia, con un 95% de budistas y un 4% de musulmanes, la tarea evangelizadora de la Iglesia católica no es sencilla. “Apenas hay conversiones”, afirma el cardenal Kriengsak, quien señala que para los budistas no es fácil convertirse al cristianismo o a otras religiones. “Desde el Concilio Vaticano II hemos establecido un fructífero diálogo con las otras comunidades para alcanzar el bien de la sociedad. Hay varios niveles de diálogo interreligioso. El oficial es algo más lento. En cambio, el que se hace en las relaciones con la gente sencilla va muy bien”, apostilla.

En el nº 2.986 de Vida Nueva

 

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