“Cuando la gente pueda venir legalmente a Europa, no le dará 4.000 euros a un criminal”

Refugiados en Fafe (Portugal)

El ex Alto Comisario de la ONU para los refugiados denuncia el “fabuloso negocio” del cierre de fronteras

Refugiados en Fafe (Portugal)

Escenificación en las calles de Fafe del drama de los refugiados a las puertas de Europa

ANTÓNIO MARUJO (FAFE, PORTUGAL) | Hay un “fabuloso negocio” con los refugiados que sufren por la política de la Unión Europea (UE) que mantiene a miles de personas en las fronteras. La acusación es del ex Alto Comisario de las Naciones Unidas para los Refugiados, el portugués António Guterres. En el II Encuentro Internacional de Causas y Valores de la Humanidad Terra Justa, celebrado en la ciudad de Fafe (norte de Portugal) del 5 al 9 de abril, Guterres declaró: “Cuando la gente pueda venir legalmente a Europa, no le dará 4.000 euros a los criminales que se aprovechan de su situación. La lucha contra la trata de personas es esencial”.

Guterres añadió que “lo que viene ocurriendo en las fronteras europeas desmiente la idea de que Europa sigue siendo la verdadera heredera” de sus valores. Se ha hecho “demasiado poco y demasiado tarde” y “nada se preparó” para recibir a los refugiados. Ahora, debe ponerse en marcha un “programa de reasentamiento masivo, no solo para Europa, sino también hacia Estados Unidos, Canadá, Australia y América Latina”.

El encuentro Terra Justa está promovido por el municipio de Fafe y por diversas organizaciones de la sociedad civil. Entre los participantes, el P. Mussie Zerai, de Eritrea, conocido como ‘el 112 del Mediterráneo’, por el gran número de personas que ha salvado; y el también eritreo Tareke Brhane.

Dramas personales

Tareke contó en primera persona lo que le sucedió durante cinco años, desde que, a los 17, decidió abandonar su país y partir a Europa. Su idea era comenzar una nueva vida. Pero ha sentido la muerte cerca varias veces: cruzó el desierto, fue detenido, fue vendido por los traficantes (pagaron por él 50 dólares, unos 44 euros)… Se considera “un hijo del Mediterráneo, uno de los que sobrevivieron”. Y añade: “El 99% de nosotros pagan para ir a morir. Arriesgué mi vida por el 1% de posibilidades”.

En 2015, cerca de 3.000 personas murieron en el Mediterráneo, según la Organización Internacional para las Migraciones. Pero los números, aunque trágicos, son solo una pequeña parte de lo que sufren los refugiados: en el caso de Tareke y de los eritreos que huyen (son el tercer grupo más numeroso, después de sirios y afganos), ellos tratan de escapar a una dictadura violenta que viola permanentemente los derechos más básicos. “Imagínese que le roban su smartphone. Se enfadaría mucho. Ahora imagínese que se llevan su casa, sus propiedades, su familia, todo… ¿Cómo sería?”. Y lamenta: “El refugiado se convierte en un producto con el que se comercia”.

Hay otras realidades: “Coincidí con una familia, marido y mujer. Si hay una mujer, una madre o una hermana, corren el riesgo de ser violadas delante de nosotros sin que podamos reaccionar”.

Tareke Brhane coordina el Comitato 3 Ottobre en Italia, organización que pretende instituir la memoria del gran hundimiento en el Mediterráneo en el que murieron 368 personas, el 3 de octubre de 2013. El Parlamento italiano acaba de aprobar la propuesta de ley, y ahora buscan lo mismo en el Parlamento Europeo. “Soy un número en las estadísticas de muertos o supervivientes. Pero soy también una persona con sentimientos, amo, lloro, todo lo que vosotros hacéis…”, lamenta.

En el nº 2.986 de Vida Nueva

 

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