Los refugiados en el Vaticano: una gota de agua en el océano, pero el océano ya no será el mismo

papa Francisco con los refugiados sirios que se trajo de Lesbos y ahora serán acogidos en el Vaticano, llegada al aeropuerto de Roma, 16 abril 2016

Los sirios acogidos por el Papa fueron recibidos en Roma entre aplausos

papa Francisco con los refugiados sirios que se trajo de Lesbos y ahora serán acogidos en el Vaticano, llegada al aeropuerto de Roma, 16 abril 2016

Tres familias de refugiados sirios volaron desde Lesbos en el avión papal; el Vaticano se encargará de su reasentamiento en Roma

ALBERTO SICILIA (LESBOS) | Solo había que ver el brillo en su rostro mientras subía al avión del Papa. Nour, una joven ingeniera siria, había huido, junto a su marido y su hijo de 2 años, de los durísimos bombardeos en Zabadani, a las afueras de Damasco. Después de jugarse la vida en el Mediterráneo para alcanzar territorio europeo, la familia se había encontrado en un campo de detención en condiciones terribles. Tras semanas de calvario, en la tarde del pasado sábado 16, Nour entraba a un avión que la llevaría, junto a su familia, al Vaticano.

De manera completamente inesperada, sin el conocimiento de ninguno de los corresponsales que le siguen a todos sus viajes, el Papa había reservado una sorpresa en su visita a Lesbos. Tres familias de refugiados serían acogidos a partir de ahora en el Vaticano. “Su privilegio es que son hijos de Dios”, afirmó el Papa.

Ramy y Suhila, una pareja de 50 años, serían otros de los afortunados. Huyeron de Deir Ezzor, una ciudad siria cercana a Irak, controlada durante los últimos años por el Estado Islámico. Llevaban atrapados en Grecia desde febrero. Ramy había sido profesor en su ciudad y Suhila modista. La tercera familia huyó desde Zamalka. Su hijo más pequeño dejó de hablar hace meses por el trauma que le provocaron las explosiones.

La caridad católica de la Comunidad de Sant’Egidio en Roma, que proveerá a los refugiados de la asistencia preliminar, les dio la bienvenida a su cuartel general en el barrio romano del Trastevere el mismo domingo 17 por la noche. Las mujeres recibieron ramos de rosas rojas. Todos fueron aplaudidos cuando llegaron. El Papa aseguró que el Vaticano asumirá la total responsabilidad y todos los gastos de los 12 sirios.

La visita de Francisco a Lesbos apenas duró cinco horas, pero estuvo repleta de símbolos. El primero es que para su estancia pidió ser acompañado por el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I. Católicos y ortodoxos llevan separados desde el año 1054. Pero, ante el sufrimiento de los refugiados, sus líderes quisieron estar juntos.

Los gestos se sucedieron ante el nerviosismo de los equipos de protocolo. El Papa se paró durante varios minutos a escuchar a una mujer que le imploró desde el suelo en su desesperación.

El Papa no quiso olvidarse de la solidaridad mostrada por el pueblo de Lesbos: “La gente de Grecia se ha volcado con los refugiados a pesar de sus propias dificultades económicas. Todavía queda mucho por hacer, pero tenemos que agradecerle a Dios que en tiempos de sufrimiento nunca nos deja solos”.

Bajo el duro sol del Egeo, el Papa lanzó un mensaje tras otro: “Estas personas son mucho más que números. Estas personas son, sobre todo y antes que nada, seres humanos. Seres humanos con rostros, con nombres, con historias. Y deben ser tratados como tales”.

En el avión de vuelta, Francisco confesó que la idea de llevarse a algunos refugiados surgió hace solo una semana en el Vaticano y la llevó a cabo porque “era el mensaje que quería transmitir a la humanidad en su viaje a Lesbos”. Preguntado por si su gesto cambiaría algo el debate sobre la crisis migratoria que vive Europa, el Papa citó a Teresa de Calcuta: “Es solo una gota de agua en el océano. Pero después de esta gota, el océano no será el mismo”.

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