Lampedusa y Lesbos: en qué se parecen y en qué se diferencian las dos visitas de Francisco

Corona de flores lanzada al mar por el Papa en Lesbos

Dos islas distintas, un mismo drama a pie de costa

Francisco con refugiados en Lesbos

Francisco saluda a un grupo de inmigrantes en el campo de refugiados de Moria (Lesbos)

MARÍA PÉREZ | Apenas tres años separan las visitas de Francisco a Lampedusa y a Lesbos. Dos islas distintas, un mismo drama a pie de costa, y un Papa que clama con fuerza en contra de la injusticia y la “globalización de la indiferencia”. Repasamos aquí las diferencias y las similitudes entre el viaje de Francisco a Lampedusa –el primero de su pontificado–, y su reciente visita a Lesbos –decimotercero y último, por el momento–.

LAMPEDUSA

Fue el primer viaje oficial de Jorge Mario Bergoglio, realizado solo cuatro meses después de ser elegido Papa.

Sentó las bases de lo que sería el pontificado del Papa argentino: una “Iglesia pobre y para los pobres” que sale al paso de las periferias geográficas y existenciales.

Fue un viaje organizado en tiempo récord: Francisco tomó la decisión de visitar la isla italiana el 8 de julio de 2013, tras leer en los periódicos la odisea de un largo centenar de somalíes y eritreos que naufragaron el 16 de junio cuando intentaban alcanzar la isla; una decena de ellos fueron tragados por el mar, aumentando así la pavorosa cifra de desaparecidos en el Mare Nostrum.

En Lampedusa acuñó el término “globalización de la indiferencia”, que se ha convertido en una de sus expresiones más utilizadas: “¿Quién de nosotros ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas, de todos aquellos que viajaban sobre las barcas, por las jóvenes madres que llevaban a sus hijos, por estos hombres que buscaban cualquier cosa para mantener a sus familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia del llanto… La ilusión por lo insignificante, por lo provisional, nos lleva hacia la indiferencia hacia los otros, nos lleva a la globalización de la indiferencia”.

Estuvo acompañado por el arzobispo de Agrigento, Francesco Montenegro.

• Francisco lanzó una corona de flores al mar en memoria de los inmigrantes fallecidos.

Francisco en la isla de Lampedusa (julio 2013)

Francisco en la isla de Lampedusa (julio 2013)

 

LESBOS

Ha sido el décimo tercer viaje apostólico del papa Francisco, quien, a lo largo de tres años de pontificado, ha dejado más que claro que sus destinos no son otros que las periferias: América Latina, África, Corea…

A diferencia de los doce viajes anteriores, en los que el Papa se ha mostrado jovial y esperanzado, Lesbos ha sido “un viaje un poco diferente de los otros. Está caracterizado por la tristeza”.

Al igual que en Lampedusa, esta también ha sido una visita organizada en tiempo récord: el viaje fue anunciado tan solo una semana antes de producirse, y como respuesta al acuerdo entre la Unión Europea y Turquía para gestionar el flujo de refugiados sirios hacia Europa, basado en el principio de que los que lleguen a las islas griegas de forma irregular serán devueltos a Turquía.

Las expresiones y los gestos han dejado paso a los actos: de regreso a Roma, Francisco subió al avión a tres familias de refugiados sirios retenidas hasta ahora en la isla. En total son doce las personas, todas ellas de religión musulmana, cuya manutención costeará el Vaticano, a la vez que la Comunidad de San Egidio se encargará de ayudarles a instalarse en Roma. Todas han sufrido el bombardeo y la destrucción de sus casas: dos familias en Damasco y una en Deir Azzor, una zona controlada por el Estado Islámico.

Estuvo acompañado por el patriarca ecuménico Bartolomé; y el arzobispo ortodoxo de Atenas, Ieronymos. Precisamente junto a ellos, en Lesbos Francisco ha puesto de relieve lo que él mismo denomina “ecumenismo de la sangre”: la unión de las distintas confesiones cristianas en torno al drama de las migraciones. En su encuentro en el campo de refugiados de Mória, firmaron una declaración conjunta donde manifiestan su preocupación por todos los refugiados, que llegan huyendo de las constantes amenazas y del conflicto en sus pueblos.

Francisco repitió el gesto de tirar una coronas de flores en el mar para recordar a los que mueren en el intento de llegar a un lugar en el mundo donde vivir en paz y rezó una oración por los migrantes fallecidos.

Corona de flores lanzada al mar por el Papa en Lesbos

Coronas de flores lanzadas al mar en memoria de los inmigrantes fallecidos

 

Oración del papa Francisco en memoria de las víctimas de las migraciones

Dios de Misericordia, te pedimos por todos los hombres, mujeres y niños que han muerto después de haber dejado su tierra, buscando una vida mejor. Aunque muchas de sus tumbas no tienen nombre, para ti cada uno es conocido, amado y predilecto. Que jamás los olvidemos, sino que honremos su sacrificio con obras más que con palabras.

Te confiamos a quienes han realizado este viaje, afrontando el miedo, la incertidumbre y la humillación, para alcanzar un lugar de seguridad y de esperanza. Así como tú no abandonaste a tu Hijo cuando José y María lo llevaron a un lugar seguro, muéstrate cercano a estos hijos tuyos a través de nuestra ternura y protección. Haz que, con nuestra atención hacia ellos, promovamos un mundo en el que nadie se vea forzado a dejar su propia casa y todos puedan vivir en libertad, dignidad y paz.

Dios de misericordia y Padre de todos, despiértanos del sopor de la indiferencia, abre nuestros ojos a sus sufrimientos y líbranos de la insensibilidad, fruto del bienestar mundano y del encerrarnos en nosotros mismos. Ilumina a todos, a las naciones, comunidades y a cada uno de nosotros, para que reconozcamos como nuestros hermanos y hermanas a quienes llegan a nuestras costas.

Ayúdanos a compartir con ellos las bendiciones que hemos recibido de tus manos y a reconocer que juntos, como una única familia humana, somos todos emigrantes, viajeros de esperanza hacia ti, que eres nuestra verdadera casa, allí donde toda lágrima será enjugada, donde estaremos en la paz y seguros en tu abrazo.

 

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