Las lágrimas amargas de la caña de azúcar

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Los dominicos lideran la defensa de 60 familias desalojadas de sus casas por una multinacional en República Dominicana

Han pasado ya más de dos meses desde que los guardias campestres de la Compañía Central Romana sacaran de sus casas en plena noche a unas 60 familias, pero la población de la provincia de El Seybo –al este de República Dominicana y muy cerca de los complejos turísticos de Punta Cana– sigue todavía “consternada por los brutales desalojos ocurridos entre los días 15 y 26 de enero”, denuncia en Vida Nueva el dominico Miguel Ángel Gullón Pérez. Desde entonces, profundamente conmovido por las lágrimas y el relato entrecortado de algunas víctimas ante los micrófonos de Radio Seybo, el religioso asturiano ha decidido dar voz y visibilizar la causa de este colectivo frente a un consorcio azucarero que “ocupa” el 70% de la provincia, que “no tiene títulos de propiedad de tanta tierra robada a los campesinos” y cuyo poder económico –amparado en el “consentimiento gubernamental”– es tal que “sus criminales acciones parecen normales, pues desde hace décadas gozan de total impunidad ante la justicia”.

Por todo ello, y porque esas familias “todavía no han despertado de la pesadilla” vivida entonces, “no nos podíamos quedar callados, no nos podíamos conformar solo con dar la noticia por Radio Seybo; de otra forma, seríamos cómplices y amigos de la Compañía Central Romana”, reconoce el padre Gullón, argumentando su apoyo a la movilización celebrada el pasado 23 de febrero. Una marcha por las calles de Santa Cruz de El Seybo en la que, junto a las familias afectadas, se dieron cita gentes de la provincia y de diferentes lugares del país, además de la Familia Dominica, la Asociación Acción Verapaz, la Escuela El Rosario, Radio Seybo, Ciudad Alternativa, Red Urbana Popular, la Defensora del Pueblo, las juntas de vecinos y las Iglesias.

Con el alma en vilo

“Somos pobres en todo el sentido de la palabra, pero ya está bueno que los pobres nos quedemos callados; si desmayamos, los abusos van a continuar, no podemos dejar que se nos olvide”, clamaron durante una celebración en el Parque Duarte de la localidad Francisco Herrera y Morena Sánchez. Ella no lo va a olvidar fácilmente: “Todavía estamos asustados y nerviosos. Tengo cuatro niños y hoy en día hay tres enfermos, sin saber con qué les voy a comprar la medicina, sin saber con qué les daré de comer. Vamos a luchar por lo que es nuestro…”, defiende. Su testimonio –recogido por el dominico español para esta revista– nos descubre que “ahora viven con el alma en vilo, sin poder dormir, por el miedo a que en la madrugada más tranquila se aparezcan para tumbar más casas”. Tampoco Claribel Álvarez podrá pasar página tan pronto como quisiera de aquella “madrugada del terror”. “Fueron con armas largas con la mano en el gatillo –recuerda– y diciendo a las personas que no se movieran. Estábamos secuestrados. No tuvieron misericordia, nos sacaron como a vulgares delincuentes. Nos cayó un horrendo aguacero y tuvimos que tapar a los niños junto a una mata de mango y cobijarlos con hojas de zinc. Estamos como pajaritos cuando les tumban su nidito”.

Semanas después, esta madre angustiada, representante de las familias desalojadas, solo pide “que nos busquen un lugar donde podamos criar a nuestros hijos dignamente, que nos ayuden; que Dios toque los corazones de nuestras autoridades, incluso de la propia Central Romana, que tiene tanta tierra; que por favor escuchen nuestro clamor: ni siquiera pedimos una casa, solo un solarcito donde podamos levantar aunque sea nuestras hojas de lata”. Y concluye Claribel: “Nosotros no vamos a descansar hasta lograr nuestros objetivos”. “Si Dios fue el que hizo la tierra, ¿porque solo unos pocos –se pregunta– tienen tanta y, cuando un pobre les pide una migaja, lo que hacen es negársela y, aun no siendo de ellos, arrebatársela de las manos?”.

Movilización-1_optDurante el acto celebrado en Santa Cruz de El Seybo, se procedió a la lectura de los manifiestos de solidaridad con las familias desalojadas (ver recuadro) y se dio la palabra a José Guzmán. El representante del Comité de Derechos Humanos de la provincia, que acompaña junto a Noemí Méndez el proceso legal de la denuncia, lamentó que en el este del país exista “un gobierno paralelo que se llama Central Romana Corporation, una productora de azúcar con grandes inversiones en el turismo y en otras actividades que es un gobierno sobre gobierno, puede hacer y deshacer”.

El delegado permanente de la Orden de Predicadores en Naciones Unidas, fray Mike Deeb, por su parte, ha presentado ya un llamamiento urgente en Ginebra a la relatora especial sobre el derecho a una vivienda adecuada. Mientras tanto, “las familias se encuentran en una situación muy precaria, acogidas temporalmente por familiares muy pobres y con casas muy sencillas”, explica el padre Gullón. Él, como la comunidad de dominicos de Santa Cruz de El Seybo a la que pertenece, seguirá acompañando a estas familias en su lucha. Y lo hará consciente de que “es un camino largo, no exento de dificultades, pero el miedo se está convirtiendo en valentía y nos sostiene la esperanza de poder mirar un día esa tierra que mana leche y miel, una tierra que ofrezca trabajo y techo dignos para todas las personas”.

Solidaridad contra la crueldad

Las muestras de solidaridad y apoyo a las familias desalojadas no se han hecho esperar, tanto dentro como fuera del país. Desde la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER), las más de cien emisoras afiliadas en todo el continente –así como las nueve estaciones radiales de la Unión Dominicana de Emisoras Católicas (UDECA)– exhortan a República Dominicana a que “establezca los caminos de entendimiento según el marco de la ley, garantizando un Estado de derecho para con toda la población de la provincia de El Seybo”. Y piden a las autoridades “que se respeten los derechos humanos de la población en movilidad humana y condiciones socioeconómicas desfavorecidas”, al tiempo que anuncian: “Seguiremos en pie de lucha por la justicia y en contra de la impunidad”.

También la comunidad dominica de Babilafuente (Salamanca) y la delegación de la ONG Acción Verapaz en la capital salmantina se solidarizan con “estas familias, despojadas violentamente de sus derechos y de su dignidad de personas y ciudadanos”, y se unen a “sus reivindicaciones sobre las tierras que trabajan y las viviendas que habitan frente a los intereses violentamente impuestos por la multinacional Compañía Central Romana”. Asimismo, instan a los responsables políticos a que pongan “todos los medios necesarios para reparar con celeridad los daños causados a estas 60 familias y la defensa de sus derechos básicos”, y exigen a la compañía azucarera “la reparación de la totalidad de los daños materiales ocasionados en la brutal acción de la demolición de las casas”.

Desde Perú, por su parte, Radio San Martín de Arequipa y la Familia Dominica se solidarizan con sus hermanos dominicanos, “que alzan su voz profética en defensa de los más pobres y excluidos”, sumándose a “ese acompañamiento del cuerpo sufriente de Cristo que son los que sufren las llagas de la explotación, del maltrato y la falta de respeto a su dignidad de personas”.

Finalmente, la propia Familia Dominica en el país caribeño, la Escuela El Rosario, Acción Verapaz y Radio Seybo, “junto a tantas personas e instituciones de buena voluntad”, denuncian “a la luz del día la cobardía de aquella noche” y quieren “ser eco del grito que lanzó hace 500 años fray Antonio de Montesinos” que todavía hoy resuena: “Todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. ¿Estos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales?”.

M. Á. Malavia / J. L. Celada

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