Francisco en Lesbos, una visita marcada por la tristeza y la esperanza

papa Francisco besa a un bebé de una familia de refugiados en el campo de Moria, Lesbos, en presencia del patriarca Bartolomé, 16 abril 2016

El Papa, que se ha llevado a tres familias a Roma, pide a los líderes políticos una solución para los refugiados

papa Francisco besa a un bebé de una familia de refugiados en el campo de Moria, Lesbos, en presencia del patriarca Bartolomé, 16 abril 2016

Francisco sostiene a un bebé durante su visita al campo de refugiados de Moria, hoy en Lesbos

ANTONIO PELAYO, enviado especial a LESBOS | Climáticamente, el día no podía ser mejor: cielo azul, sol radiante, temperaturas no demasiado elevadas. Hoy sábado 16 de abril, poco después de las 10 h. (9 hora española), Francisco ha llegado al aeropuerto internacional de Mitilene puntual y ha sido acogido calurosamente por el joven primer ministro griego Alexis Tsipras; durante varios minutos conversaron en una salón privado del “aeródromo” (así se dice en griego moderno ‘aeropuerto’). En el avión que le ha trasladado a la isla de Lesbos, el Papa ha dicho que esta es “una visita marcada por la tristeza”.

papa Francisco llega al aeropuerto de Lesbos recibido por el primer ministro Tsipras y el patriarca Bartolomé

Francisco, recibido por el ministro Tsipras y el patriarca Bartolomé

Esperaban también al Papa el patriarca ecumenico Bartolomé, su viejo amigo; el arzobispo ortodoxo de Atenas, Ieronymos; el presidente de la Conferencia Episcopal Griega, Fragkiskos Papamanolis; y una cohorte de obispos ortodoxos. Intercambio de besos y cálidos abrazos con todos ellos: ecumenismo entre hermanos.

Los habitantes de Lesbos se han tomado con calma las molestias que inevitablemente produce una visita papal: cortes de tráfico, medidas de seguridad (no excesivas). Son conscientes de que la presencia de Bergoglio será un reclamo muy importante para un turismo que ha entrado en crisis con el drama de los refugiados.

Visita al campo de Moria: “¡No perdáis la esperanza!”

Han sido unas pocas horas –poco más de cinco–, pero muy intensas. El Papa no se ha cansado de estrechar manos, de dar besos, de mirar a los ojos de esas decenas de muchachos que emocionados no se acababan de creer que uno de los “personajes” del mundo hubiese venido a visitarles en el campo que es ahora su casa.

La visita de Francisco a Moria ha sido uno de los momentos mas conmovedores de esta visita-relámpago; no se sabe exactamente cuántos refugiados viven dentro de este enorme recinto amurallado con altas alambradas que acaban en amenazantes concertinas. Pero para ellos ha sido un día muy especial: han tenido incluso libertad para expresar en pancartas sus sentimientos. No quieren que se les envíe a Turquía (como prevé el vergonzoso acuerdo firmado por la UE con Ankara) y solo desean poder dirigirse a algún país europeo donde algunos de ellos tienen familiares o amigos. Algo imposible en este momento.

Tras escuchar las historias de las familias, los tres líderes religiosos dirigieron respectivos discursos al pueblo griego y a las autoridades políticas. El último fue Francisco: “Hemos venido [el Papa, el patriarca Bartolomé y el arzobispo Ieronymos] para atraer la atención del mundo sobre esta grave crisis humanitaria y para implorar su solución (…). Esperamos que el mundo preste atención a estas situaciones de necesidad trágica y verdaderamente desesperadas, y responda de manera digna a nuestra común humanidad”.

Y luego añadía: “Este es el mensaje que os quiero dejar hoy: ¡No perdáis la esperanza! El mayor don que nos podemos ofrecer es el amor: una mirada misericordiosa, la solicitud para escucharnos y entendernos, una palabra de aliento, una oración. Ojalá que podáis intercambiar mutuamente este don.

Antes de finalizar la visita, el papa Francisco, el patriarca Bartolomé y el arzobispo Ieronymos firmaron una declaración conjunta en la que reclaman soluciones para el drama de los refugiados.

Francisco se lleva a 12 refugiados

Hacia las 15:30 horas (14:30 hora española), el Papa emprendía el regreso a Roma… pero no solo; además del séquito habitual y de los periodistas que le acompañan, se llevaba en su propio avión a tres familias sirias (dos de ellas procedentes de Damasco y una de Deir Azzor); en total, doce personas, de los cuales seis son niños.

Esta singular iniciativa ha sido tratada por la Secretaría de Estado vaticana y las autoridades griegas e italianas; una vez en Roma, se ocupará de acogerles la Comunidad de San Egidio, pero será la Santa Sede, el Papa, quien correrá con todos los gastos.

Es la primera vez que esto sucede y es una prueba mas del interés personal de Bergoglio por “ejemplarizar” con sus actitudes el comportamiento de otros gobiernos.

Francisco no es un papa triunfalista, por eso no ha dudado en calificar su visita a Lesbos como un “viaje triste”. “Para mí –ha dicho a la vuelta– ha sido demasiado fuerte. Era para echarse a llorar”.

Pero ha sido un viaje ejemplarizador. Dentro de sus posibilidades, el Vaticano abre sus puertas s familias de refugiados. Con las tres anteriormente acogidas más las actuales, ya tiene casi tantos refugiados como España… y otros países europeos.

En el próximo número de Vida Nueva dedicaremos a este visita “distinta” todo el espacio que se merece.

Declaración conjunta en el campo de refugiados de Moria, Lesbos

papa Francisco, patriarca Bartolomé y arzobispo ortodoxo Ieronymos firman declaración conjunta a favor de los refugiados en Moria, Lesbos, 16 abril 2016

Firma de la declaración conjunta en el campo de refugiados de Moria

Antes de finalizar la visita, el papa Francisco, el patriarca Bartolomé y el arzobispo Ieronymos firmaron una declaración conjunta en la que reclaman soluciones para el drama de los refugiados. Transcribimos el texto completo:

“Nosotros, el Papa Francisco, el Patriarca Ecuménico Bartolomé y el Arzobispo de Atenas y de Toda Grecia Ieronymos, nos hemos encontrado en la isla griega de Lesbos para manifestar nuestra profunda preocupación por la situación trágica de los numerosos refugiados, emigrantes y demandantes de asilo, que han llegado a Europa huyendo de situaciones de conflicto y, en muchos casos, de amenazas diarias a su supervivencia. La opinión mundial no puede ignorar la colosal crisis humanitaria originada por la propagación de la violencia y del conflicto armado, por la persecución y el desplazamiento de minorías religiosas y étnicas, como también por despojar a familias de sus hogares, violando su dignidad humana, sus libertades y derechos humanos fundamentales.

La tragedia de la emigración y del desplazamiento forzado afecta a millones de personas, y es fundamentalmente una crisis humanitaria, que requiere una respuesta de solidaridad, compasión, generosidad y un inmediato compromiso efectivo de recursos. Desde Lesbos, nosotros hacemos un llamamiento a la comunidad internacional para que responda con valentía, afrontando esta crisis humanitaria masiva y sus causas subyacentes, a través de iniciativas diplomáticas, políticas y de beneficencia, como también a través de esfuerzos coordinados entre Oriente Medio y Europa.

Como responsables de nuestras respectivas Iglesias, estamos unidos en el deseo por la paz y en la disposición para promover la resolución de los conflictos a través del dialogo y la reconciliación. Mientras reconocemos los esfuerzos que ya han sido realizados para ayudar y auxiliar a los refugiados, los emigrantes y a los que buscan asilo, pedimos a todos los líderes políticos que empleen todos los medios para asegurar que las personas y las comunidades, incluidos los cristianos, permanezcan en su patria y gocen del derecho fundamental de vivir en paz y seguridad. Es necesario urgentemente un consenso internacional más amplio y un programa de asistencia para sostener el estado de derecho, para defender los derechos humanos fundamentales en esta situación que se ha hecho insostenible, para proteger las minorías, combatir la trata y el contrabando de personas, eliminar las rutas inseguras, como las que van a través del mar Egeo y de todo el Mediterráneo, y para impulsar procesos seguros de reasentamiento. De este modo podremos asistir a aquellas naciones que están involucradas directamente en auxiliar las necesidades de tantos hermanos y hermanas que sufren. Manifestamos particularmente nuestra solidaridad con el pueblo griego que, a pesar de sus propias dificultades económicas, ha respondido con generosidad a esta crisis.

Juntos imploramos firmemente por fin de la guerra y la violencia en Medio Oriente, una paz justa y duradera, así como el regreso digno de quienes fueron forzados a abandonar sus hogares. Pedimos a las comunidades religiosas que incrementen sus esfuerzos para recibir, asistir y proteger a los refugiados de todas las confesiones religiosas, y que los servicios de asistencia civil y religiosa trabajen para coordinar sus esfuerzos. Hasta que dure la situación de necesidad, pedimos a todos los países que extiendan el asilo temporal, ofrezcan el estado de refugiados a quienes son idóneos, incrementen las iniciativas de ayuda y trabajen con todos los hombres y mujeres de buena voluntad por un final rápido de los conflictos actuales.

Europa se enfrenta hoy a una de las más graves crisis humanitarias desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Para afrontar este desafío serio, hacemos un llamamiento a todos los discípulos de Cristo para que recuerden las palabras del Señor, con las que un día seremos juzgados: «Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme… Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,35-36.40).

Por nuestra parte, siguiendo la voluntad de Nuestro Señor Jesucristo, decidimos con firmeza y con todo el corazón de intensificar nuestros esfuerzos para promover la unidad plena de todos los cristianos. Reiteramos nuestra convicción de que «la reconciliación (entre los cristianos) significa promover la justicia social en todos los pueblos y entre ellos… Juntos queremos contribuir a que los emigrantes, los refugiados y los demandantes de asilo se vean acogidos con dignidad en Europa» (Charta Oecumenica, 2001). Deseamos cumplir la misión de servicio de las Iglesias en el mundo, defendiendo los derechos fundamentales de los refugiados, de los que buscan asilo político y los emigrantes, como también de muchos marginados de nuestra sociedad.

Nuestro encuentro de hoy se propone contribuir a infundir ánimo y dar esperanza a quien busca refugio y a todos aquellos que los reciben y asisten. Nosotros instamos a la comunidad internacional para que la protección de vidas humanas sea una prioridad y que, a todos los niveles, se apoyen políticas de inclusión, que se extiendan a todas las comunidades religiosas. La situación terrible de quienes sufren por la crisis humanitaria actual, incluyendo a muchos de nuestros hermanos y hermanas cristianos, nos pide nuestra oración constante.

Lesbos, 16 de abril de 2016

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