José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Bergoglio sabe cómo sorprender y cómo resolver


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MIÉRCOLES 6. No fue una homilía. Pero sí todo un proyecto episcopal. Sereno, pero firme. En La Razón Blázquez expone el programa de Iglesia en la vida pública. Mirada de un pastor que no quiere cordones sanitarios. Mejor, mesas de diálogo. Gobierne quien gobierne. Aunque quieran acabar con los acuerdos Iglesia-Estado. Sensatez ante el bloqueo postelectoral. Reivindicando, sin buscarlo, su presidencia colegiada. Liderazgo sin alharacas.

JUEVES 7. Nunca había asistido a la bendición de una fábrica de cerveza. “Que crezca este proyecto, pero que crezcáis vosotros con el proyecto”. Qué bien decir. Se llama La virgen, sin mayúsculas. Por aquello de que busca ser pura en el tratamiento de la cebada. Ya la tenía más que catada por ser cien por cien madrileña. Recomendable proyecto familiar. Pero ya han recibido algún tirón de orejas de quien considera que el nombre insulta a su fe. Eso no se lo dicen al aceite de oliva.

VIERNES 8. Se publica la exhortación. ¿Lo más jugoso para quienes nos obsesionamos con el titular? Las notas al pie. Bergoglio sabe cómo sorprender. Cómo resolver. Sin miedo a los límites. Hilar fino.

SÁBADO 9. Alguien expresa en alto un deseo. “Que seas calasanciamente feliz”. Me impacta el adverbio. No por lo calasancio en sí, que también. Lo sustituyo por familiarmente. Luego por profesionalmente. Por cristianamente. Medios para un fin. Y a veces se me olvida el único fin en sí mismo: ser feliz.

DOMINGO 10. Sacramento, Marivi y yo conectamos con un grupo de laicos en Quito. Pilar, que es un terremoto, organiza el encuentro. Me veo oxidado. Ellos respiran ilusión y madurez por los poros. Activos. Impulsores. Aquí seguimos, sigo, en pañales. Sin tomarnos en serio la palabra “corresponsabilidad”.

MIÉRCOLES 13. Releo Amoris laetitia. Queda una semana para la Plenaria de los obispos. Me viene a la cabeza la anterior, cuando hablaron de los motus proprios de las nulidades. Algunos dedicaron sus intervenciones a cuestionarlos. Sin miramientos. Hasta que alguien intervino. No estaban allí para juzgar a Francisco, sino para ver cómo los aplicaban. Reorientó el coloquio. Pero no la actitud. Se resisten. ¿A eso no se le llama insumisión? Veremos con la exhortación.

jose.beltran@ppc-editorial.com

En el nº 2.984 de Vida Nueva