‘Amoris laetitia’: la exhortación postsinodal que no traiciona a los padres sinodales

cuatro volúmenes de Amoris laetitia exhortación papa Francisco sobre amor en la familia

Antonio Pelayo valora que el papa Francisco haya logrado “pacificar las tensiones”

cuatro volúmenes de Amoris laetitia exhortación papa Francisco sobre amor en la familia

ANTONIO PELAYO, corresponsal de Vida Nueva en ROMA | En tres años de pontificado, Francisco ha publicado dos encíclicas: la ‘Lumen Fidei’, escrita “a cuatro manos” con Josep Ratzinger, y la ‘Laudato si”, más alabada en su día que puesta en práctica; la exhortación apostólica ‘Evangelii gaudium’ (2013) sobre “el anuncio del Evangelio en el mundo actual”; y ‘La alegría del amor’, que recoge “las aportaciones de los dos recientes sínodos sobre la familia, agregando otras consideraciones que puedan orientar la reflexión, el diálogo o la praxis pastoral y, a la vez, ofrezcan aliento, estímulo y ayuda a las familias en su entrega y en sus dificultades”.

Exhortación postsinodal, en efecto. Son 98 las citas textuales de las relaciones finales de las asambleas del Sínodo Ordinario de 2015 y del Extraordinario de 2014. A ellas hay que añadir numerosas referencias a las catequesis de san Juan Pablo II entre 1980 y 1984 (citado en total 34 veces). Y aún más numerosas son las autocitaciones de Francisco, del que podría decirse que ha ido escribiendo el presente documento, párrafo a párrafo, desde el comienzo de su pontificado. El Papa actual recoge numerosas afirmaciones de sus predecesores y de numerosas conferencias episcopales de numerosos países, y sobresale santo Tomás de Aquino (en 13 ocasiones), que se codea con escritores como Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Mario Benedetti o Martin Luther King.

Un texto para todos que no elude temas complejos

La primera impresión del lector es la de enfrentarse a un texto totalmente bergogliano. Como ha escrito en su próximo libro No basta con un click (PPC) Jorge Oesterheld, buen conocedor de su compatriota argentino y excolaborador suyo, “Francisco no elude los temas complejos y los trata con palabras comunes. Huye de los tecnicismos que aportan precisión pero que conforman un lenguaje inaccesible para la mayoría. Prefiere las imprecisiones del lenguaje común, se arriesga a usar palabras que pueden ser interpretadas de muchas maneras e incluso a inventar palabras nuevas”.

Sí, es un documento que pueden leer todos, sin que sea necesaria ninguna preparación teológica especial. Y es, quizá, la primera vez que esto sucede con un texto magisterial solo inferior en su importancia a las encíclicas.

“Ha vencido la misericordia”

Como es posible que más de uno tenga la curiosidad de conocer mi opinión, la expreso en los siguientes términos: Francisco no se ha sentido “atado” por las conclusiones de las dos asambleas sinodales, pero no solo las ha tenido muy en cuenta, sino que ha sabido desarrollarlas, profundizando su lógica interna.

Es decir, no se ha limitado a dactilografiar cuanto afirmaron los padres sinodales, sino que ha ido más lejos: ha superado las aporías del debate, que por ser multilateral –es decir, multicultural y teológicamente polisémico– podía parecer contradictorio, y así lo reflejaron en su día muchos medios de comunicación ansiosos de detectar disensiones irreparables en el seno de la Iglesia católica.

Creo que ninguno de los bloques en que se agruparon los cardenales y obispos convocados en Roma se sentirán traicionados o malinterpretados por esta exhortación papal, que armoniza perfiles y formula una síntesis muy pacificadora de las tensiones.

Este es, sin duda, uno de los grandes méritos de la Amoris laetitia: si es leída honestamente y sin prejuicios, no reabre las discusiones –legítimas mientras no superen los márgenes consentidos–, sino que las absorbe en una unidad superior.

“Ha vencido la misericordia”, decía un veterano vaticanista italiano apenas concluida la lectura de la exhortación, y esa es una afirmación que suscribo incondicionalmente.

Análisis completo de Antonio Pelayo, en el próximo número de Vida Nueva.

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