Los obispos catalanes piden otra política de acogida al refugiado

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El arzobispo Vives, secretario de la Tarraconense, invita a “intentar que Europa no pierda su alma”

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Unos niños se calientan en el campo de Idomeni

JORDI LLISTERRI (BARCELONA) | “Nos duele profundamente constatar que algunas políticas desarrolladas por los gobiernos de Europa y la actitud de una parte de las poblaciones europeas no se están mostrando a la altura de su obligación legal y moral de proteger y acoger a todos los refugiados”. Este es uno de los ocho puntos del mensaje que los obispos catalanes publicaron el 31 de marzo para reclamar que “los refugiados y los emigrantes sean tratados como hermanos, respetando siempre su dignidad humana”.

El arzobispo secretario de la Conferencia Episcopal Tarraconense, Joan-Enric Vives, remarca a Vida Nueva que la principal motivación de esta nota es aportar una voz para “intentar que Europa no pierde su alma”. Vives destaca los pronunciamientos de otras entidades eclesiales, de la Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española y el liderazgo en este tema del papa Francisco, que suscriben plenamente. Pero cree que “era conveniente que en Cataluña se visualizara que los obispos somos sensibles a este drama, y las entidades cristianas también nos reclamaban una palabra”.

Según el prelado, “en Cataluña hay una gran sensibilidad, tanto de los poderes públicos como de la ciudadanía”, y “el reconocimiento que hacemos en la nota del trabajo que realizan entidades como Cáritas, Justicia y Paz, la pastoral obrera, o los religiosos, entre muchas otras, no es un formulismo”.

La “extraordinaria” respuesta de la Iglesia catalana

La nota, refrendada por unanimidad por los obispos de las diez diócesis catalanas, se publicó al tiempo que el Comité para la acogida de los refugiados en Cataluña –formado por la Generalitat, las administraciones locales y entidades sociales– denunciaba en una declaración la parálisis de la Unión Europea. Àngel Miret, coordinador del Comité, destaca “los puntos de coincidencia absoluta de los dos textos”, y asegura que la nota episcopal “complementa los aspectos legales con los principios éticos y morales que forman parte del pensamiento humanístico y cristiano”. Miret también coincide en la “extraordinaria” respuesta de la Iglesia en Cataluña: “De las tres principales instalaciones que desde el primer momento se pusieron a disposición para acoger refugiados, una era de la Generalitat y las otras dos, de la Iglesia”.

El director de Justicia y Paz en Barcelona, Eduard Ibáñez, también agradece la nota episcopal, “que refuerza lo que se dice y hace en la Iglesia, y ayuda a que quede claro si algunos ambientes cristianos tienen dudas sobre este tema, también en la acogida a los emigrantes por causas económicas”.

Cinco días después de esta nota, Cáritas, CONFER, el Sector Social de la Compañía de Jesús y Justicia y Paz, muy activas en esta crisis humanitaria, reclamaron por carta al presidente del Gobierno en funciones que detenga “la flagrante vulneración de derechos fundamentales, de valores y de principios humanitarios básicos por parte de la Unión Europea”.

En el nº 2.983 de Vida Nueva

 

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