Juan Carlos Elizalde, nuevo obispo de Vitoria: “Me siento identificado con los pobres”

‘Vida Nueva’ conversa con el prelado en sus primeros días al frente de la diócesis

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VICENTE LUIS GARCÍA (VITORIA) | Vitoria ya tiene en casa a su nuevo pastor. “Tengo un subidón que no siento el cansancio. Llevo todo el día sintiendo el cariño y la cercanía de la gente, la fuerza de saberse amado”, confiesa a Vida Nueva Juan Carlos Elizalde este 12 de marzo al acabar la jornada. Son las nueve y media de la noche, y en menos de 24 horas ha pasado de cura a obispo, de electo a tomar posesión de su sede episcopal. En María Inmaculada (Catedral Nueva) y Santa María (Catedral Vieja) ha saludado a miles de personas.

Para cerrar el día, se pone tras la cruz, “el último con los últimos”, en el Vía Crucis del Mundo. Desde hace años se organiza en Vitoria este vía crucis en el que participan cofradías, asociaciones de la Iglesia, órdenes religiosas y quienes le dan “apellido”, las gentes de los diversos países que han emigrado hasta Vitoria. Elizalde tuvo conocimiento de la celebración y mantuvo su deseo de participar en el que es su primer acto en calidad de obispo de la diócesis vasca. En las dos horas que dura no pierde detalle. Sus ojos no dan abasto a mirar rostros, y su cabeza a procesar testimonios. Acompaña en silencio y, al final, antes de dar la bendición a los asistentes, deja estas palabras: “Me siento muy identificado con aquellos a los que hoy representamos, a los últimos, a los pobres, a los elegidos de Dios.”

A la mañana siguiente, regresa a la Catedral Vieja para oficiar la misa de doce. Pero antes puede compartir su desayuno con una familia amiga que ha hecho miles de kilómetros para acompañarle. La comida la reserva para compartirla con los sacerdotes mayores de la residencia del seminario. “En la ceremonia eché en falta abrazar a los sacerdotes de la diócesis, por eso quería ir a comer con los más mayores”, nos explica. Por la tarde, se acerca a un encuentro del movimiento neocatecumenal. El resto del día lo dedica a desembalar cajas, con la ayuda de su madre y de su tía.

El lunes, a las seis de la mañana, ya está en la capilla del obispado, porque, “si de algo soy consciente, es que para esta misión necesito mucho orar”. La mañana la pasa reunido con Fernando Gonzalo Bilbao, vicario general de la diócesis, para poder ir conociendo su nueva realidad, aunque la celebración le ha dejado claro ya algo: “Una acogida popular como la que tuve solo se explica desde un pueblo que se entiende a sí mismo desde la fe. Se perciben las hondas raíces cristianas de Vitoria”.

Llama a “la proclamación a los cuatro vientos de la alegría del Evangelio”

Desde el primer momento, Elizalde implica a todos sus diocesanos en el fomento de “las vocaciones, la paz y la reconciliación, la proclamación a los cuatro vientos de la alegría del Evangelio, y que los pobres sean el corazón de la Iglesia de Vitoria”. Ya lo dijo el 8 de enero, al ser designado: “No sé ser obispo, ya me ayudareis”. Más de dos horas, seguidas por mil navarros in situ y muchos más por televisión e Internet, es lo que duró la ceremonia, presidida por el nuncio, que, junto a seis arzobispos, once obispos y 300 sacerdotes, y los miles de fieles que llenaron la Catedral Nueva de Vitoria, arroparon a Juan Carlos Elizalde en su ordenación episcopal y toma de posesión.

En el nº 2.981 de Vida Nueva

 

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