Las mujeres marcan el paso de la Semana Santa

A pesar de algunas reticencias, cada vez es mayor el número de mujeres en cofradías y hermandades

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Una joven toca el tambor durante el pregón de Semana Santa en Barbastro

Las mujeres marcan el paso de la Semana Santa [extracto]

JOSÉ LORENZO | Sin ruidos, sin alharacas, pero con constancia, como el carácter de sus gentes. Así se van abriendo paso entre la variada y rica tradición de las manifestaciones de la Santa Santa en España la de Barbastro. Obviando las riquezas de la imaginería que procesiona y del casco histórico por donde lo hace, son varios los aspectos singulares que se dan esos días en la ciudad oscense, como la procesión sin espectadores del vía crucis del Viernes Santo, en la que participa un millar de personas; la presencia de 12 niñas (las sibilas) que acompañan al Santo Entierro en una procesión que en 2019 cumplirá cuatro siglos; o el alto nivel de participación en una ciudad de 18.000 habitantes, en donde el 14%, esto es, 2.500 vecinos, son cofrades; cifras porcentuales que están muy por encima de ciudades como Zaragoza o Valladolid.

Pero junto a estos datos, la Semana Santa de Barbastro destaca también en el panorama nacional porque no solo ha abierto las puertas de par en par a las mujeres, sino que son ellas las que, cada vez más, están arrimando el hombro en sus pasos. De hecho, además de presidir tres de las siete cofradías que existen, ellas copan también tres de los cuatro puestos de responsabilidad de la Junta Coordinadora de Cofradías de Barbastro, en concreto, los cargos de presidenta, vicepresidenta y secretaria. Ana Belén Blanco Andreu, que además de vicepresidir esta junta, preside la Cofradía de Jesús atado a la columna, estima que “el papel de la mujer es fundamental en la Semana Santa de Barbastro. Somos muchísimas. Hay pasos que solo los portamos mujeres, como el de la Virgen de la Esperanza, y aunque aquí nunca se ha prohibido la participación femenina, el devenir de los años años ha llevado a que ahora tengamos esta implicación tan activa”.

Esta pujanza femenina la explica Ana Belén, además de en la devoción mariana de las mujeres –“que vemos a la Virgen como madre, más cercana a nosotras”–, en el hecho de que, aunque el hombre también está comprometido con esta tradición secular, “nosotras hacemos más piña y ensayamos con más antelación, mientras que ellos lo dejan todo para el último momento…”. Con todo, la vicepresidenta de la Junta Coordinadora de Cofradías subraya que no hay ningún problema con los varones y que, “lejos de cerrar puertas, en Barbastro, mujeres y hombres estamos todos a una, sumando esfuerzos”.

Esta es también cada vez más la realidad en las hermandades y cofradías en España, donde la mujer, “afortunadamente, está en mayor o menor medida, activamente presente e involucrada en la gran mayoría de estas instituciones”, como señala a Vida Nueva María Victoria Botí Espinosa, presidenta de la Asociación de Mujeres Cofrades de Cartagena. Aunque también subraya que “la igualdad, sin embargo, está muy lejos de ser una realidad en muchas, donde a las cofrades les están vetadas ciertas facetas, como la de ser costaleras, cargadoras, portadoras, y también es significativa la poca o nula presencia de mujeres entre los cargos de sus juntas de gobierno o directivas”.

Igualdad por decreto

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Las mujeres portan en Barbastro el paso de la Virgen de la Esperanza

Aun cuando esa igualdad la ha consagrado la Iglesia en el Reglamento Marco para Hermandades y Cofradías, donde no se permite discriminación alguna en el ámbito de las asociaciones de fieles, como lo son estas instituciones, la realidad sigue siendo otra. “Inexplicablemente, algunas cofradías lo incumplen con sus estatutos o reglas”, apunta Botí, quien añade que “ha habido obispos que han tenido incluso que dictar decretos para que la igualdad se hiciera efectiva, pero aun así, todavía hay cofradías que vetan a la mujer en ellas”.

La presidenta de la Asociación de Mujeres Cofrades de Cartagena cree que la tradición sigue pesando en esta discriminación, aun cuando ella, en sus conferencias sobre este tema, cita los testimonios históricos “que nos confirman que en hermandades y cofradías, incluso en ciudades que en la actualidad se muestran todavía algo reacias a la plena integración de la mujer en ellas, tenía en siglos anteriores un protagonismo directo en sus procesiones, confirmándonos, por ejemplo, que en la madrugada de Sevilla del siglo XVIII, la mitad de sus nazarenos eran mujeres”.

Por ello, cree que los pasos que todavía hay que dar para desterrar esta discriminación pasan por “concienciar de la importancia que para estas instituciones tiene la igualdad de participación de hombres y mujeres en ellas, valorando el importante capital humano que supone que todos, hombres y mujeres, tengamos, las mismas oportunidades a la hora de expresar nuestra fe formando parte de una hermandad o cofradía. Y también todos debemos asumir que si hombres y mujeres somos iguales ante Él, debemos serlo también ante nosotros mismos”, afirma.

En pie de igualdad

Aunque persisten rechazos al papel de la mujer, estos comportamientos cada vez son más minoritarios en ese universo de 10.000 hermandes y cofradías que cada año movilizan a tres millones de personas. “En la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, hombres y mujeres están en pie de igualdad”, asegura Fermín Labarga, delegado diocesano de Hermandades y Cofradías. En esa normalización ha sido fundamental el Código de Derecho Canónico y las legislaciones diocesanas, que no hablan de hombres o mujeres, sino de “fieles”. Labarga subraya que en su diócesis “no hay ningún rechazo a la mujer” y que, a la hora de acceder a una hermandad, “se mira la idoneidad del candidato, no el género”.

En el nº 2.980 de Vida Nueva

 

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