Gianni La Bella: “Santos y las FARC coinciden en que el Papa impulsa la paz en Colombia”

Entrevista con el mediador de la Comunidad de Sant’Egidio

Gianni-La-Bella-G Comunidad de Sant’Egidio

DARÍO MENOR (ROMA) | Gianni La Bella es el representante de la Comunidad de Sant’Egidio en las negociaciones entre las FARC y el Gobierno de Juan Manuel Santos. Este movimiento laico católico cuenta con un amplio historial de mediación en diversos conflictos. La Bella considera que el proceso que se vive en Colombia ha llegado a un punto “irreversible” y que en el trabajo que queda por hacer, la Iglesia debe ser protagonista, pues tiene “autoridad, fuerza y presencia social”.

PREGUNTA.- ¿Cómo ha sido el trabajo de la Comunidad de Sant’Egidio desde que comenzaron las conversaciones en La Habana?

RESPUESTA.- Sin ser mediadores oficiales, cuando se presentó la posibilidad del nacimiento de la mesa de La Habana, en Sant’Egidio actuamos como sujetos participantes del proceso. Intentamos mantener el diálogo también en los momentos de crisis, haciendo un trabajo de manera más escondida, informando al Gobierno y a la guerrilla mutuamente de algunas preocupaciones del otro. También hemos ayudado a las FARC a encaminarse y a aceptar la dinámica de este tipo de proceso. Nuestra presencia se hizo más orgánica cuando tanto el Gobierno como las FARC creyeron oportuno implicar a la Santa Sede y al Papa en la mediación.

P.- ¿Cuándo sucedió esto?

R.- Se concretó cuando vino el presidente Santos a Roma para reunirse con el Papa el pasado 15 de junio. Tras su cita con el Santo Padre nos encontramos con él para poner en valor esta tesis. Luego visitamos a las FARC, que estaban convencidas de que el Papa podía dar un impulso al proceso. La petición de mediación vino de las FARC a través de una carta que le entregué a Francisco cuando visitó la sede en Roma de la Comunidad. En ella, las FARC reconocían la alta autoridad moral y política del Papa.

P.- ¿Cuál es ahora el mayor riesgo para que el proceso de paz culmine con éxito?

R.- Colombia es un país lleno de deseo de venganza: ahí está el gran trabajo que hay que hacer para la paz. Una vez logrado el acuerdo comienza un problema enorme. No obstante, la experiencia nos muestra que en el momento en que se deja de disparar, secuestrar y poner bombas, la sociedad vuelve a un nivel de normalidad. Pero hay que implementar la paz en la vida de la gente. Hay un problema: encontrar los modos para eliminar este deseo de venganza. En este sentido, es determinante el papel de la Iglesia: tiene la autoridad y la fuerza para hacer esto, pues cuenta con una presencia social muy fuerte en Colombia. Pero la paz también debe ser apoyada económicamente. Ahí hay una responsabilidad de la comunidad internacional. Luego está el problema del desminado en grandes partes del país, el de dar trabajo y viviendas a estas personas y el desafío de los resarcimientos.

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