César Franco: “Los políticos deben dejar la educación a los profesionales y a las familias”

Entrevista con el presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis

profesora con niños pequeños haciendo los deberes en un colegio católico

RUBÉN CRUZ | El obispo de Segovia, César Franco, responsable del Episcopado en materia educativa, valora positivamente las cifras de alumnos que siguen eligiendo Religión, que resiste pese a “los ataques a los que está sometida y los recortes que, injustamente, ha sufrido la carga horaria”.

PREGUNTA.- Un 69% de los alumnos en Primaria y un 51% en Secundaria eligen la asignatura de Religión. ¿Son buenos estos datos?

RESPUESTA.- Contando con las dificultades por las que pasa la enseñanza de Religión, son bastante significativos a favor de la asignatura, a pesar del ligero descenso con respecto al año anterior. La tendencia a la baja se debe a varios factores, pero el principal es la secularización. Desde hace años se lleva haciendo una campaña sistemática desde ciertos medios y poderes políticos contra la dimensión religiosa del hombre y, en concreto, contra la tradición católica.

P.- En Secundaria, los alumnos pueden elegir, en lugar de Religión, Historia y Cultura de las Religiones, que escoge un 2%. PSOE y Ciudadanos han hablado de hacer esta asignatura obligatoria y eliminar Religión. ¿Tiene sentido ante esta demanda?

R.- Eliminar Religión de la enseñanza escolar sería un grave retroceso. En la Europa democrática, la mayoría de los países imparten Religión en las escuelas. No se puede hacer de la enseñanza de la religión un problema de trasfondo ideológico y político. Aún se entiende menos que, ante las estadísticas de quienes escogen la materia, se pretenda sustituir por una asignatura que solo escogen un 2% de los alumnos. Se actuaría contra la misma realidad social. Con esto no se quiere decir que no deba ofertarse como alternativa, pero esta no debe sustituir a la enseñanza de Religión. No deben ser excluyentes. Para llegar a un pacto educativo, lo mejor es que los políticos y los partidos dejen este asunto en manos de los profesionales de la educación y de los padres. No se puede convertir la educación en instrumento de propaganda ideológica.

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