Victor Ochen: solo en la oscuridad se ven las estrellas

Promotor de una cultura de paz en Uganda, ha recibido el Premio a la Fraternidad de Mundo Negro

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Ochen ha creado la Red de Iniciativas Juveniles Africanas (ANIYET), que potencia el liderazgo de jóvenes comprometidos

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | A simple vista, muchos de los que se han encontrado estos días en Madrid con él en el 28º Encuentro África, Antropología y Misión, organizado por los misioneros combonianos y la revista Mundo Negro, solo habrán reparado en la sensación de éxito que trasluce: alto, sonriente y ataviado con un espléndido traje, ha sido declarado por Forbes como uno de los diez hombres más influyentes de África. Victor Ochen es un joven ugandés de 34 años, de los cuales 21 los ha pasado en un campamento para desplazados. El destino decía que debía ser un niño soldado a las órdenes del Gobierno o de la guerrilla del LRA de Joseph Kony. Pero él se negó a coger una pistola.

Como relata en un reciente encuentro con los medios, fue un auténtico calvario: “Siempre digo que solo en la oscuridad se ven las estrellas. Así, en un momento de especial amargura e impotencia, mientras miraba al cielo y preguntaba qué podría hacer si fuera un líder mundial, tuve la idea de crear un grupo entre mi comunidad que apostara de verdad por la paz. Fue así como fundé ANIYET, Red de Iniciativas Juveniles Africanas”.

La fuerza de su testimonio y cómo ha conseguido que cientos de jóvenes de toda África se estén formando en un liderazgo encaminado hacia una cultura de paz y justicia le han valido a Victor todo tipo de reconocimientos: es consejero global de la ONU para cuestiones de género y protección de desplazados, y, en el organismo internacional, también ostenta la condición de embajador universal del Objetivo de Desarrollo vinculado a la promoción de la paz. Lo que le ha valido para ser nominado como candidato al Premio Nobel de la Paz… Llegue este o no, es feliz con el que acaba de recibir: el Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2015, que es el que le ha traído al encuentro de los combonianos en Madrid.

“Un día pensé en qué haría de ser un líder mundial –reflexiona–. Hoy he conseguido serlo, pero no por ser especialista de nada, sino porque lo he vivido, y eso tiene mucha fuerza. Puedo ayudar a mucha gente a que vea que no todo lo relativo a África tiene que ver con pobreza. Tenemos mucho que ofrecer. Me gusta esta imagen: si Dios fuera un continente, sería África”.

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En el nº 2.979 de Vida Nueva

 

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