Shahan Sarkissian: “A los sirios no nos va a caer la paz en paracaídas”

Entrevista con el arzobispo armenio de Alepo (Siria)

Shahan Sarkissian, arzobispo armenio de Alepo

Shahan Sarkissian: “A los sirios no nos va a caer la paz en paracaídas” [extracto]

DARÍO MENOR (ROMA) | Desde Roma, donde ha participado en una Jornada de Oración por la Paz en Siria convocada por Sant’Egidio, Shahan Sarkissian, arzobispo armenio de Alepo, tiene cierta esperanza de que la frágil tregua acordada durante las negociaciones de las últimas semanas en Ginebra entre una parte de los grupos enfrentados en su país pueda ser el principio del fin a cinco años de guerra.

“La gente se está cansando de combatir –asegura en conversación con Vida Nueva–. Están exhaustos”. Pide a las potencias internacionales que, en lugar de interferir en el conflicto, usen todo su poder para obligar a las distintas partes a que se sienten a negociar de forma definitiva: “Los sirios debemos encontrar la paz por nosotros mismos. No es algo que nos van a enviar en paracaídas desde fuera. Debemos participar en la reconstrucción del país a todos los niveles”.

En las conversaciones de Ginebra participaron los bandos enfrentados en el conflicto, excepto una de las milicias apoyadas por Arabia Saudí y los dos grupos considerados terroristas: el Estado Islámico y el Frente Al-Nusra, el brazo de Al Qaeda en el país. Sarkissian considera acertado que los terroristas se hayan quedado fuera: “No puedes negociar la paz con ellos. Deben ser erradicados de raíz. Si somos conscientes de dónde están sus raíces, podremos erradicarlos. Si no, resulta muy difícil”. Pese a que controla una parte significativa del territorio sirio e iraquí y a su demostrada capacidad para atentar tanto en Oriente Medio como en Occidente, cree que el Estado Islámico “no es tan poderoso”. En su opinión, los medios occidentales exageran al informar sobre él. El miedo, no obstante, “está ahí”.

Al trazar su propia hoja de ruta para la paz, insiste en que deben librarse “de las interferencias externas. Si se nos da la oportunidad de debatir juntos, creo que después de cinco años de guerra vamos a aceptar que el conflicto no es la solución”. Como cristiano (“lo primero que soy, antes que arzobispo, es creyente”), pide oraciones en favor de la paz en su país y en todo Oriente Medio, y relaciona la situación actual con anteriores matanzas: “Nosotros representamos la antigua tradición del cristianismo y estamos dando testimonio. Como armenios, experimentamos ya una tragedia en 1915, como reconoció el papa Francisco el año pasado. En mi humilde opinión, la tragedia continúa en Oriente Medio. Debemos encontrar una solución para que la paz vuelva y para que la gente de todas las religiones pueda vivir junta”.

Sarkissian califica de “trágica” la situación actual que vive su país: “Alguien que llegue hoy a Alepo, viendo cómo está ahora, no puede imaginarse cómo era antes la ciudad, la segunda más poblada del país, tras la capital, Damasco. Ha cambiado completamente debido a los bombardeos y a los combates. Antes de la guerra, tenía cerca de cuatro millones de habitantes y había una buena convivencia entre las comunidades musulmana y cristiana. Siria era uno de los países más pacíficos en Oriente Medio, como decía la ONU. Créame cuando le digo que era un país seguro. Ahora no queda nada de aquella seguridad. No tenemos agua, electricidad ni comunicaciones”.

Hermandad ecuménica

Eso sí, la carestía ha estrechado aún más las relaciones entre las diversas comunidades cristianas (actualmente, solo en Alepo, entre católicos, ortodoxos y protestantes hay once distintas): “Nos mantenemos juntos. Experimentamos una hermandad ecuménica”. Trabajan codo con codo para tratar de hacer llegar a la población lo básico: comida, agua, electricidad, servicios médicos, educación y reconstrucción de las viviendas destruidas. “Incluso en esta situación, abrimos las puertas de nuestros colegios. Intentamos ayudar a los chicos para que tengan lo necesario para estudiar, al tiempo que seguimos pagando a los profesores. Por desgracia, debido a la guerra hay una terrible situación económica. La moneda está muy devaluada respecto al dólar y al euro. Hay una gran escasez en el mercado y lo que puedes comprar es muy caro”.

Para garantizar unos recursos hídricos mínimos, la Iglesia armenia ha reabierto antiguos pozos en la ciudad. “Estamos bombeando agua después de analizarla en la universidad para comprobar que es salubre. Hemos abierto el agua a toda la gente, musulmanes y cristianos por igual. No recuerdo que antes de la guerra hubiera guetos, pero sí que había algunos barrios con mayoría de cristianos o de musulmanes. Ahora está todo mezclado. En el mismo edificio encuentras a gente de diversas comunidades y de distintas procedencias del país”.

“El terrorismo no tiene religión”

Los desastres de la guerra no han conseguido desanimar ni radicalizar a este hombre calmado y enérgico. “Hay que entender que el terrorismo y la religión islámica no son lo mismo –enfatiza Shahan Sarkissian–. A veces leo noticias en los diarios sobre terrorismo islámico. Un día se puede pensar que también habrá terrorismo cristiano. El terrorismo no tiene religión, cultura ni creencias. Nada. Es violencia en su forma total. El terrorismo es inhumano y antirreligioso. Debemos luchar por todos los medios contra él y unir todas las diferencias entre religiones, culturas y razas para conseguir una buena colaboración y encontrar una solución para los sirios y para Oriente Medio”. ¿Tiene miedo? “Es algo normal. Cuando estás solo, tienes mucho miedo, pero, cuando sientes que estás rodeado por hermanos y hermanas, que hay gente que desde muy lejos reza por ti, empiezas a pensar que estás protegido por el Señor”, reconoce el arzobispo armenio.

En el nº 2.979 de Vida Nueva

 

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