Editorial

Mirar de frente a las víctimas de abusos

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portada VN Víctimas abusos en la Iglesia 2979 marzo 2016 pequeña

EDITORIAL VIDA NUEVA | Por primera vez, una mujer que sufrió abusos sexuales por parte de un sacerdote en España rompe su silencio. Vida Nueva recoge en el Pliego el relato en primera persona de una víctima que encontró en el seno de la Iglesia el acompañamiento espiritual y terapéutico para superar este infierno. Como ella misma reconoce en el adelanto editorial del libro Víctimas de la Iglesia. Relato de un camino de sanación (PPC), su proceso de reconstrucción vital no ha sido sencillo. No solo por las secuelas de las vejaciones sufridas, sino también fruto de los muros de incomprensión y de sospecha con los que se topó cuando dio un paso adelante para denunciar.

A la vista está que silenciar este drama
a base de medidas con medias tintas
se ha revelado como un verdadero escándalo.
Hay que abordarlo con la prudencia y transparencia
que merecen los abusados

Lamentablemente, hay quien considera que dar voz a las víctimas supone un acto de deslealtad a la Iglesia, cuando no traición. Echar mano de “los trapos sucios se lavan en casa” se convierte en una trampa. A la vista está que silenciar este drama a base de medidas con medias tintas se ha revelado como un verdadero escándalo. No se trata de esquinarlo, sino de abordarlo con la prudencia y la transparencia que merecen los abusados. En esta clave se vertebra el testimonio de esta mujer, alejado de cualquier detalle morboso y que desprende una lección de amor a la Iglesia y de confianza en Dios frente a toda adversidad. De ahí su autoridad para reivindicar la memoria de las víctimas y exigir un compromiso real de toda la comunidad eclesial.

Así lo manifestó Benedicto XVI –a quien esta mujer califica de “regalo de Dios”– y así lo refuerza Francisco: no solo es un pecado, sino un crimen; o lo que es lo mismo, los culpables no solo deben responder ante Dios, sino ante la justicia. Ejemplo de este cambio de rumbo son las medidas adoptadas por la Santa Sede, recogidas en el A fondo. Todo orientado a no dar tregua a los depredadores sexuales. Las Iglesias locales han tomado nota para evitar cualquier encubrimiento de los culpables, como expone la recién oscarizada Spotlight sobre la pederastia en Boston. Prueba de ello es el reciente informe elaborado por los obispos belgas, a quienes no les ha temblado el pulso al investigar ellos mismos caso por caso, exponer los resultados ante la opinión pública, pedir perdón, restaurar el daño causado y llevar hasta sus últimas consecuencias el propósito de enmienda.

Actos como este hacen que la tolerancia cero contra los depredadores sexuales pase de una declaración de intenciones a una realidad. Solo así la Iglesia podrá asumir un liderazgo indiscutible ante la sociedad en la lucha contra los abusos. Solo así podrá cumplir con la reiterada plegaria de la víctima que en las páginas de esta revista expone a la vez su dolor y su mirada esperanzada como creyente: “Esto es lo que le pido a mi Iglesia: que nos mire de frente, deje de protegerse y se arremangue”.

En el nº 2.979 de Vida Nueva. Del 5 al 11 de marzo de 2016

 

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