El Papa anima a los presos mexicanos a ser “profetas en la sociedad”

En su primer acto en Ciudad Juárez, su última y más peligrosa escala del viaje

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Francisco abraza a una presa en Ciudad Juárez

FELIPE MONROY, CIUDAD DE MÉXICO | “No se puede volver atrás, lo hecho, hecho está; pero eso no cierra la posibilidad de escribir una nueva historia hacia adelante”, han sido del papa Francisco a los presos del Centro Federal de Readaptación Social Número 3, de la Ciudad Juárez, Chihuahua. Incluso les ha dicho que, a pesar de sus crímenes, pueden ayudar a frenar el círculo de la violencia y la exclusión: “Quién ha sufrido el dolor al máximo, y que podríamos decir ‘experimentó el infierno’, puede volverse un profeta en la sociedad. Trabajen por que esta sociedad que usa y tira no siga cobrándose víctimas”.

Ante 700 reclusos de la cárcel (110 mujeres la cárcel femenil y una veintena de internos del Penal N.2), Francisco reconoció que cada vez que acude a un penal se pregunta por qué Dios ha decidido poner en reclusión a quienes visita y no a él mismo, por sus errores.

Francisco fue recibido por las autoridades del sistema penitenciario quienes le presentaron la construcción de una capilla para el rito católico, en un área del patio común del centro de reclusión. Han sido los mismos reclusos católicos quienes levantaron la capilla para que los agentes de pastoral penitenciaria puedan desarrollar actividades litúrgicas y educativas para los presos.

El evento fue también transmitido a centros de reinserción social en varios estados de la República y en un par de penales de Texas, estado vecino de la frontera mexicana. El Papa apuntó que “la misericordia divina nos recuerda que las cárceles son un síntoma de cómo estamos como sociedad, son un síntoma en muchos casos de silencios y omisiones que han provocado una cultura de descarte. Son un síntoma de una cultura que ha dejado de apostar por la vida; que ha abandonado a sus hijos”.

Testimonios de los presos

Minutos antes, en nombre de los internos, Evilia dijo al pontífice lo difícil que es sufrir la exclusión y la soledad en una prisión pero que más que preguntarse el ‘por qué’ se ha caído en reclusión, hace mejor al espíritu preguntarse el ‘para qué’: “Junto a otros presos, reconoces que todos somos iguales aquí dentro, desde la vestimenta, hasta saber que todos somos hijos de Dios”, expresó. Además, Evilia agradeció a las autoridades penitenciarias el facilitar la construcción de las capillas carcelarias “para que podamos vivir nuestra religión aún aquí dentro”.

Además de saludar a varios internos e internas que han recibido su preliberación por demostrar buena conducta, Francisco recordó a autoridades y a la sociedad civil que “la reinserción no comienza acá en estas paredes; sino que comienza antes, comienza ‘afuera’, en las calles de la ciudad. La reinserción o rehabilitación comienza creando un sistema que podríamos llamarlo de salud social, es decir, una sociedad que busque no enfermar contaminando las relaciones en el barrio, en las escuelas, en las plazas, en las calles, en los hogares, en todo el espectro social”.

La (in)seguridad de Ciudad Juárez

Francisco llegó a Ciudad Juárez, la cual fue la ciudad más peligrosa del mundo entre 2009 y 2011, registró una máxima de 3,200 homicidios dolosos en sólo un año, desde 1993 los crímenes contra las mujeres han cobrado la vida de más de mil mujeres y la ausencia de medio millar más. Según el fiscal general del estado, la ciudad cerró con 311 asesinatos en 2015.

“La preocupación de Jesus por atender a los hambrientos, sedientos, a los sin techo o a los presos se vuelve un imperativo moral para toda sociedad que desea tener las condiciones necesarias para una mejor convivencia”, expresó Francisco e instruyó a las familias a generar dichas condiciones en sus hogares; a las autoridades, garantizar espacios públicos de esparcimiento y recreación; y a las instancias de participación ciudadana, condiciones de servicios básicos.

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