Fernando Chica: “No podemos desentendernos del hambre con una limosna”

Observador permanente de la Santa Sede ante la FAO

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“El hambre es el resultado no solo de la escasez de alimentos, sino también de las guerras, las inclemencias climáticas, la deforestación…”, recalca Chica

JOSÉ BELTRÁN | “Para muchos, el hambre ha dejado de ser noticia. Es una cuestión que les queda lejana, y tienden a creer que no tiene nada que ver con ellos, diciendo: ‘Ya habrá otros que estarán pendientes de su solución’. Acabemos con esta desidia y pongamos de nuestra parte para eliminarla. Todos”. Es la invitación de Fernando Chica, la voz de la Iglesia en la FAO. “Si la lucha contra el hambre quiere ser eficaz, hay que preocuparse del sujeto real, concreto, y esto de forma urgente y concluyente, pensando que los hambrientos son personas como nosotros y deben ser atendidas. No podemos desentendernos de ellos con una simple limosna”.

Desde marzo de 2015, este sacerdote español es el observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Chica derriba otros estereotipos como creer que una ingente inversión económica daría la vuelta a la tortilla en esta lucha. “Algún día se acabará con ese acercamiento sesgado que lleva a pensar que la lacra del hambre solo se combate con dinero, con comida. Es verdad que el factor económico es primordial para derrotarlo, pero no es el único. El hambre es el resultado no solo de la escasez de alimentos, sino también de las guerras, las inclemencias climáticas, la deforestación, la erosión de los suelos, el analfabetismo, la falta de desarrollo agrícola, la inequidad, una inadecuada distribución de la tierra, etc. Por tanto, si copiosos son los factores que provocan el hambre, numerosas también han de ser las instancias que luchen contra él”.

El observador ante la FAO sigue la estela de Francisco para interpelar, más allá de las instituciones, a todos y cada uno a través de un “serio examen de conciencia”. “Hemos de recapacitar todos”, sentencia, reivindicando el arrepentimiento y el propósito de enmienda para generar “pequeños gestos cotidianos que rompen la lógica del egoísmo” y acabar con “los alimentos que se han dejado en el plato, los que se han malogrado en la despensa o en la nevera, o los que se han cocinado y luego no se han consumido”.

Entrevista íntegra solo para suscriptores

En el nº 2.976 de Vida Nueva

 

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