Los dominicos apuestan por revitalizar la predicación

El diálogo con la ciencia, la cultura y los medios de comunicación, prioridades de la nueva Provincia Hispania

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Los religiosos dominicos que han participado en el Definitorio

J. LORENZO | La nueva Provincia Hispania de los dominicos comienza a dar sus primeros pasos después de que la última semana de enero concluyera en Madrid el llamado Definitorio. Se cerraban así los trabajos de su primer capítulo provincial, inaugurado el 2 de enero, y que ha dado paso a la unificación en la nueva entidad de las provincias de Aragón, Bética y España. La nueva provincia, de la cual ha sido elegido prior provincial Jesús Díaz Sariego, cuenta con 500 frailes que se reparten en 40 comunidades esparcidas por España, Venezuela, Cuba, República Dominicana, parte de la selva del Perú, Paraguay, Uruguay y Guinea Ecuatorial.

La misión intelectual, la promoción educativa, la promoción de los derechos humanos, junto con el diálogo y el encuentro con los medios de comunicación, la ciencia y la cultura han sido las prioridades apostólicas señaladas en el capítulo “para revitalizar la predicación”. De todas ellas, fray Francisco Rodríguez Fassio, socio del prior provincial, apunta a Vida Nueva que la más urgente es la de “aprovechar los nuevos medios y escenarios para, sin renunciar a nuestra historia y aprendiendo de los errores, ser creativos y responder a las necesidades del hombre de hoy en el hoy de Dios también”.

Cambiar modos

Esta urgente prioridad es también la que más les costará llevar a cabo, a pesar de que la celebración de los 800 años de su fundación en la que están inmersos les estimula de cara al futuro. “Nos costará más por lo que implica cambiar nuestros modos de pensar y de transmitir. Los nuevos lenguajes, los nuevos mundos y planteamientos que nos abren los medios de comunicación son tan novedosos y rápidos en su desarrollo que nos obligarán a un esfuerzo tremendo de conocimiento, uso y predicación a través de ellos”.

A esta dificultad se añade la de la indiferencia religiosa, como reconoce el religioso, aunque no les desanima este hecho. “Nacimos de un reto parecido: cómo llevar el Evangelio ante personas –entonces dada la ignorancia de la Edad Media– a las que no les interesaba o no comprendían bien la religión. Hoy, nuestro reto es doble. Por un lado, abrir las personas a su propio misterio y al misterio del Reino de Dios. Y, por otra parte, cómo hablarles de Dios de tal manera que les sea comprensible en los nuevos lenguajes, en las nuevas preguntas, en las nuevas inquietudes”.

Pero el reto les estimula. “Nuestra razón de ser es predicar”, apunta fray Francisco, que echa la vista atrás para afirmar que “si algo nos enseña nuestra historia es que cuando ha habido un ambiente más favorable y cómodo, que se hace menos preguntas, la orden se ha venido abajo. Sin embargo, cuando han surgido las grandes preguntas, las que se hizo santo Domingo, santo Tomás, Bartolomé de las Casas o nuestros grandes teólogos, actores y precursores del Vaticano II, es cuando se nos tienen que despertar las energías de nuestros cromosomas carismáticos para poder responder”.

La vejez como oportunidad

Junto con el cuidado de la labor intelectual, que lleva en esta nueva etapa de su historia a reforzar lazos con la ciencia y el arte, y a incursionar en los nuevos lenguajes digitales, hay otro reto apremiante para una orden cuyos miembros tienen una edad media de 70 años: la espiritualidad de la tercera edad. Francisco Rodríguez considera trascendental, en una una Europa envejecida, ayudar a un debate sobre si “esta tercera parte de la vida, que va a ocupar casi una tercera parte de nuestros años, es simplemente un vertedero o una oportunidad para vivir valores y tareas que no se dan en otras etapas”.

En el nº 2.975 de Vida Nueva

 

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