La presión política complica la devolución de los Bienes de la Franja

“Haré lo que me permitan las leyes o lo que me pida el Papa”, señala el obispo de Lleida a ‘Vida Nueva’

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Una de las obras reclamadas, ahora en el Museo Diocesano de Lleida

JOSÉ LORENZO | En septiembre pasado, dos mes después de su investidura, el presidente de Aragón, Javier Lambán, se presentó en Barbastro con una nube de fotógrafos para intentar involucrar al nuevo obispo, Ángel Pérez Pueyo, en un frente político-eclesial que reclamase a la diócesis vecina de Lleida el cumplimiento de las sentencias que dictaminan la devolución de los llamados Bienes de la Franja, un total de 113 obras de arte procedentes de las 111 parroquias aragonesas segregadas en 1995 de esa diócesis catalana a la recién erigida de Barbastro-Monzón.

El obispo, que había tomado posesión seis meses antes, le recibió y acogió con respeto y, con diplomacia, le devolvió la petición por elevación invitándole a invertir más en el Alto Aragón y a apoyar proyectos de Iglesia ligados con el futuro de esas obras de arte, una especie de “Rutas del Románico” que habrían de servir para el desarrollo económico, turístico, cultural y religioso de esos pueblos, muchos en peligro de despoblamiento.

La presión se dirige ahora al nuevo obispo de Lleida. Cuatro meses después de su toma de posesión, Salvador Giménez ya ha sido instado por el presidente aragonés para que cumpla las sentencias “de una vez por todas” y a que “sea más obediente al Vaticano que a la Generalitat”.

“Yo no recibo consignas de nadie más que de la Santa Sede”, apunta Giménez a Vida Nueva.

Además, la decisión última no depende solo de la voluntad del obispo, como recuerda Giménez, pues el Museo Diocesano está regido por un consorcio en donde están la Generalitat, el Ayuntamiento, la Diputación y el Consejo Comarcal del Segrià, todas instancias civiles. “El obispo no lo puede hacer porque pertenecemos a un consorcio que gestiona el museo, pero ni tengo ni llave ni puedo entrar, coger las piezas, ponerlas en una furgoneta y devolverlas. Sería acusado de ladrón, porque ni eso es mío ni puedo disponer de ello a mi antojo”.

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En el nº 2.974 de Vida Nueva

 

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