Francisco pide a Irán que sea un faro de paz en Oriente Próximo

El mensaje del Papa a la élite mundial reunida en Davos: “¡No se olviden de los pobres!”

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Rohani (presidente de la República Islámica de Irán) y el papa Francisco charlan amistosamente

ANTONIO PELAYO (ROMA) | Entre las múltiples visitas que el Papa recibe (una de las últimas fue la de Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional), no todas tienen la misma importancia. Por poner un ejemplo reciente, no es lo mismo recibir al presidente de la Commowealth de la isla Dominique (viernes 22 de enero) que al presidente de la República Islámica de Irán.

El encuentro, el martes 26, entre Hassam Rohani y Francisco suscitó un interés superlativo, como también fueron superlativas las medidas de seguridad que lo rodearon. El presidente llegó al Vaticano precedido por una comitiva de más de veinte vehículos y después de atravesar la capital italiana, donde se habían apostado centenares de militares y policías. Fue recibido por el prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gänswein, en cuya compañía fue conducido hasta la biblioteca privada de Francisco.

Un caluroso apretón de manos marcó el comienzo de la audiencia, que duró cuarenta minutos. En el curso de la misma, “ambos –según el comunicado vaticano– pusieron en evidencia los valores espirituales comunes” e hicieron después referencia “al buen estado de las relaciones entre la Santa Sede y la República Islámica de Irán, a la vida de la Iglesia y a la acción de la Santa Sede en favor de la promoción de la dignidad de la persona humana y de la libertad religiosa”.

“Después –prosigue el comunicado–, se detuvieron sobre la conclusión y aplicación del Acuerdo Nuclear y se puso de relieve el importante papel que Irán está llamado a desarrollar, junto a otros países de la región, para promover adecuadas soluciones políticas a los problemas que afligen a Oriente Medio, contrarrestando la difusión del terrorismo y el tráfico de armas. A este propósito se recordó la importancia del diálogo interreligioso y la responsabilidad de las comunidades religiosas en la promoción de la reconciliación, la tolerancia y la paz”.

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El Pontífice con Gennadios y Moxon en San Pablo Extramuros

Seguidamente, entró en la biblioteca el séquito del presidente iraní. Rohani entregó al Papa una alfombra tejida a mano en la ciudad santa de Qom y un libro de miniaturas, a los que Francisco correspondió con el habitual medallón de San Martín de Tours (“es un signo de fraternidad”, le dijo) y dos versiones de su encíclica Laudato si’, en inglés y árabe, “puesto –se disculpó– que no ha sido traducida al parsi”. Al despedirse, el jefe del Estado islámico le hizo este ruego: “Le pido que rece por mí, ha sido una gran placer y le deseo un buen trabajo”. Las últimas palabras de Bergoglio fueron: “Muchas gracias por su visita y espero en la paz”. La conversación posterior con el cardenal Parolin permitió un acercamiento de puntos de vista sobre los dramas de Siria e Irak, y es posible que se abordaran algunos temas más “delicados”, como el frecuente recurso de Irán a la pena capital.

Otra prueba más del papel que la Santa Sede se atribuye en la escena internacional ha sido el mensaje del Papa al presidente del Foro Económico Mundial celebrado estos días en Davos (Suiza), cita anual de políticos, banqueros y economistas, y dedicado este año al Dominio de la cuarta revolución industrial. En su carta a Klaus Schwad, el Papa afirma: “La financialización y la tecnologizacón de las economías globales y nacionales han producido cambios de gran envergadura en el campo del trabajo. Menos oportunidades para un empleo satisfactorio y digno, conjugado con la reducción de la seguridad social, están causando un inquietante aumento de la desigualdad y la pobreza en numerosos países. Hay una clara necesidad de crear nuevas formas de actividad empresarial que, mientras fomentan el desarrollo de las tecnologías avanzadas, sean también capaces de crear trabajo digno para todos, sostener y consolidar los derechos sociales y proteger el medioambiente. Es el hombre quien debe guiar el desarrollo tecnológico sin dejarse dominar por él”.

“A todos ustedes me dirijo una vez más –añadió–. ¡No se olviden de los pobres! Este es el principal desafío que tienen ustedes como líderes en el mundo de los negocios”. A la 46ª Cumbre de Davos asistió, en representación de la Santa Sede, Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. Estuvo también el primado de la Iglesia Anglicana, Justin Welby. A título privado, tomó parte en una sesión de trabajo a puertas cerrada el cardenal Peter Turkson, presidente de ‘Justicia y Paz’.

Discurso a la Rota

Cambiando de tema, todos los años, el Papa inaugura el Año Judicial recibiendo al decano, prelados auditores, oficiales y abogados de la Rota Romana. El suyo suele ser un discurso que, en cierto modo, forma jurisprudencia. Así, en el de este año (en medio de manifestaciones multitudinarias en toda Italia a favor de las “uniones civiles” de personas del mismo sexo), pronunciado el día 22, Bergoglio quiso centrar sus palabras en la defensa del matrimonio y de la familia con esta frase definitiva: “La familia, fundada sobre el matrimonio indisoluble, unitivo y procreativo, pertenece al sueño de Dios y de su Iglesia para salvación de la humanidad”.

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Bergoglio se reúne con los miembros de la Rota

Antes, y refiriéndose a los dos recientes Sínodos sobre la Familia, había destacado que, “en los últimos dos años, hemos podido realizar, con espíritu y estilo de efectiva colegialidad, un profundo discernimiento sapiencial, gracias al cual la Iglesia ha indicado al mundo que no puede haber confusión entre la familia querida por Dios y cualquier otro tipo de unión”.

Para disipar cualquier duda sobre el comportamiento pastoral, aclaró: “Al declarar la verdad sobre el matrimonio en el caso concreto, para bien de los fieles, al mismo tiempo [la Iglesia] tiene siempre presentes a los que, por libre decisión o por infelices circunstancias de la vida, viven en un estado objetivo de error, pero continúan siendo objeto del amor misericordioso de Cristo y por lo tanto de su Iglesia”.

La frase del Papa que citábamos antes es una lectura autorizada del n. 76 de las resoluciones finales del Sínodo de octubre del 2015: “No hay fundamento alguno para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”.

Finalmente, en la ceremonia conclusiva de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el lunes 25 en la basílica de San Pablo Extramuros, Francisco pidió perdón “por los comportamientos no evangélicos de los católicos con los otros cristianos”. Al final del rito, Francisco invitó al metropolita Gennadios, representante del patriarca de Constantinopla, Batolomé I, y al enviado especial del primado anglicano, David Moxon, a impartir con él la bendición.

En el nº 2.974 de Vida Nueva

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