Celebrado en Honduras el encuentro continental de sacerdotes de la OCSHA

La gran misión española en América Latina

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Los obispos Cob, Garachana y Conejero

JULIÁN NICOLÁS ORTIZ, diocesano de Madrid, de la OCSHA, párroco en el Gran Buenos Aires, Moreno (ARGENTINA) | Un total de 45 sacerdotes españoles –incluyendo dos obispos– que desarrollan su misión pastoral en el continente americano –desde la Patagonia al sur de los Estados Unidos–, en representación de los más de 280 integrantes de la Obra de Colaboración Sacerdotal Hispano-Americana (OCSHA), han celebrado su encuentro continental del 18 al 22 de enero en la casa de ejercicios Monte Horeb, en la Parroquia de la Lima (Diócesis de San Pedro Sula) del municipio hondureño de San Manuel (Cortés).

Dada la gran diversidad de procedencias (hasta 11 países), el primer lugar de encuentro para la mayoría fue el aeropuerto internacional de San Pedro Sula, donde aterrizamos el lunes 18. Desde allí fuimos acompañados por un entusiasta grupo de jóvenes voluntarios que han cooperado estos días con el padre Matías Gómez, misionero de Cartagena-Murcia, responsable de la preparación, organización y animación del evento.

Ya en Monte Horeb, fuimos recibidos por el padre Matías, el padre Anastasio Gil, director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias de la Conferencia Episcopal Española (CEE), y el resto de colaboradores, que nos acomodaron con gran delicadeza y alegría. Iniciamos formalmente el encuentro con la Eucaristía, en la que agradecimos a Dios el regalo de saludar a los compañeros y el buen desarrollo del viaje desde puntos tan distantes del continente.

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Varios de los participantes en el encuentro continental de sacerdotes de la OCSHA

El martes 19 fue un día totalmente “eclesial”, con la presencia del cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, cabeza de la Iglesia hondureña, que nos animó con su sabiduría y conocimiento del momento de gracia que está viviendo la Iglesia con el papa Francisco. En la misma jornada, el obispo de Trujillo, Luis Solé, nos presentó un detallado panorama de la sociedad y la política de Honduras, para iluminar evangélicamente el trabajo misionero que debemos realizar para ser fieles a la vocación que hoy la Iglesia encomienda a sacerdotes y laicos. Por la tarde, y tras dispensarnos una extraordinaria acogida, el obispo de la diócesis anfitriona, Ángel Garachana, nos situó con mucha claridad y gran profundidad en la situación socio-religiosa de Honduras. Día denso, donde sentimos el apoyo de nuestros pastores y reafirmamos el deseo de renovar el compromiso por seguir trabajando por el Reino de Dios.

La mañana del jueves 21 participamos en un retiro espiritual animado por José Vicente Conejero, obispo de Formosa (Argentina), y Rafael Cob, del Vicariato Apostólico de Puyo (Ecuador), ambos procedentes de la OCSHA. En medio del retiro, recibimos la visita del Nuncio en Honduras, Novatus Rugambwa, que en nombre del papa Francisco nos regaló su bendición apostólica, tanto a los organizadores como a los asistentes. En la Eucaristía, que él mismo presidió, agradeció nuestra disponibilidad misionera y la generosidad del pueblo español que ha comprobado en todos los países donde ha desempeñado su tarea diplomática. También pudimos reunirnos con otros misioneros religiosos y laicos españoles de distintas instituciones que trabajan en Honduras; conocernos y compartir la misión nos une e identifica a todos.

Informe por países

Desde la tarde del jueves hasta la conclusión de la cita, se procedió a escuchar el informe de los misioneros asistentes sobre cada uno de sus países. Las realidades, a pesar de sus grandes diferencias, están atravesadas por la cultura global que poco a poco se va imponiendo en el mundo entero: el deterioro de la sociedad, el incremento de la secularización, la violencia, la droga, el reto cada vez mayor de los métodos antievangélicos de grupos denominados cristianos pero que solo buscan el lucro y la manipulación de sus adeptos…

Desde aquí queremos manifestar nuestro afecto más agradecido al padre Anastasio Gil, que no solo viene representando a la CEE y a otras instituciones misionales de España, sino que, con su dedicación y capacidad organizativa, se ha convertido en el verdadero alma de la OCHSA. Él nos ha devuelto la confianza en las instituciones de la CEE, siendo nuestro mejor defensor a nivel eclesial y social en España. ¡Gracias, padre Anastasio! Y concluyo esta crónica agradeciendo a Dios el bondadoso clima de estos días; y a los colaboradores, personal de la casa de ejercicios y, en especial, al padre Matías, su dedicación con todos nosotros.

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“La riqueza del paisaje, el contraste de las cristalinas aguas de la cataratas y del lago, y la exuberante vegetación”

Un regalo de Dios

El miércoles 20 fue un regalo de Dios: salimos de excursión a las cataratas Pulhapanzak (río Blanco), con almuerzo festivo en el lago Yojoa, en un restaurante muy típico de la zona. La riqueza del paisaje, el contraste de las cristalinas aguas de la cataratas y del lago, y la exuberante vegetación fueron una alabanza franciscana a Dios Padre por habernos regalado este día. Lo más importante, con todo, fue el encuentro fraterno con el padre Pepe Vivancos, otro misionero murciano de la OCSHA, que lleva en América más de 30 años y padece Alzheimer; él no supo reconocernos, pero nosotros si sabíamos quién era él y gozamos de la bendición de saber que está atendido con exquisito cuidado en lo espiritual y en lo material.

De vuelta a San Manuel, fuimos aclamados como en las antiguas películas de blanco y negro por la comunidad católica de la Parroquia Emmanuel, animada por el P. Matías desde hace más de diez años; con esta comunidad y muchos que se acercaron a compartir, se celebró la Eucaristía. ¡Nunca se había vivido en el pueblo una misa con dos obispos y tantos sacerdotes! El sentimiento religioso y la acción de gracias a Dios por nuestra presencia se palpaba en el ambiente. La fiesta terminó con un acto cultural con degustación de comida hondureña y folclore de gran calidad artística. Un día inolvidable para todos.

En el nº 2.974 de Vida Nueva

 

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