Francisco: “Judíos y cristianos pertenecemos a la misma familia de Dios”

Tras visitar la sinagoga de Roma, Bergoglio sería el primer papa en ir a la mezquita de la capital

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Momento en el que Francisco pronuncia su discurso en la sinagoga

ANTONIO PELAYO (ROMA) | Acercarse a la sinagoga de Roma 24 horas antes de la visita del Papa era una aventura; toda la zona circundante estaba acordonada. Según se acercaba la hora –las cuatro de la tarde del domingo 17– se intensificó la seguridad en los alrededores del templo; ochocientos agentes cumplían las normas de “máxima alerta”.

Francisco llegó con diez minutos de adelanto y fue recibido por Ruth Duregello, presidenta de la Comunidad Judía Romana, y por el presidente de la Unión de Comunidades Judías de Italia, Renzo Gattegna, ya presente en las visitas de san Juan Pablo II y de Benedicto XVI, hasta ahora los únicos papas que habían visitado la sinagoga. Antes de entrar en el templo depositó dos ramos de rosas blancas ante las lápidas que conmemoran la deportación en 1943 de los judíos de la ciudad a los campos de exterminio nazis y el asesinato de un niño de dos años, Stefano Gaj Taché, en un atentado terrorista en 1982.

En la escalinata de entrada fue saludado por el Gran Rabino de Roma, Ricardo di Segni, en cuya compañía penetró en el recinto lleno hasta los topes, donde fue recibido por un nutrido aplauso que se prolongó varios minutos, mientras Bergoglio saludaba a muchos presentes, especialmente a varios supervivientes de Auschwitz, al embajador de Israel ante la Santa Sede, Zion Evrony, y a representantes de las comunidades judías de todo el mundo.

Entre los discursos, el más politizado fue el de Duregello, que recordó que la comunidad judía se instaló en Roma hace 22 siglos: “La paz no se conquista sembrando el terror con cuchillos en la mano, derramando sangre en las calles de Jerusalén o Tel Aviv, excavando túneles, lanzando misiles… La memoria del mayor genocidio de la historia de la humanidad la mantenemos viva para que nada semejante pueda repetirse”. Al finalizar su intervención manifestó su “esperanza de que este mensaje llegue a tantos musulmanes que comparten con nosotros la responsabilidad de mejorar el mundo en que vivimos. Juntos podemos lograrlo”.

Gattegna evocó su recuerdo personal del histórico abrazo, el 13 de abril de 1986, entre Karol Wojtyla y el rabino Elio Toaff, “para anular una distancia que durante siglos había sido insalvable”. También mencionó la declaración del Vaticano II Nostra Aetate, “que cambió radicalmente la relación entre la Iglesia y el judaísmo”. Y animó a no interrumpir el trabajo de este acercamiento: “Muchas veces, en el pasado, el antisemitismo se ha nutrido de falsos símbolos, creados para difundir falsos estereotipos, sobre todo en estratos de la población que tenían un menor acceso a la instrucción”.

Romper con el pasado

El Gran Rabino inició su discurso afirmando que esta es “una nueva era después de todo lo sucedido en el pasado. (…) El tercer papa que visita nuestra sinagoga confirma la validez y la intención del primer papa, que quería significar la ruptura con un pasado de desprecio frente al judaísmo. (…) Interpretamos todo esto en el sentido de que la Iglesia no pretende dar marcha atrás en el camino de la reconciliación”.

francisco-visita-sinagoga-de-roma-2016-G Riccardo Di Segni

Francisco junto al rabino Riccardo Di Segni (centro), jefe de la comunidad judía de Roma

“No acogemos al Papa –añadió– para discutir de teología. Cada sistema es autónomo, la fe no es un objeto de intercambio o de tratos políticos. Acogemos al Papa para reafirmar que las diferencias religiosas, que deben ser mantenidas y respetadas, no deben ser nunca justificación del odio y de la violencia, sino que, por el contrario, desde la amistad y la colaboración, las experiencias, valores, tradiciones y grandes ideas que nos identifican deben ser puestas al servicio de la colectividad. Debemos hacer oír nuestras voces, conjuntamente, contra todo atentado de matriz religiosa, en defensa de las víctimas. Pero no tenemos que estar juntos solo para denunciar los horrores; tenemos que trabajar y colaborar en el día a día”.

Francisco comenzó su discurso con la expresión “todà rabbà” (“muchas gracias”) y recordando que, durante su etapa como arzobispo de Buenos Aires, frecuentaba las sinagogas durante las fiestas judías. Y así entró en materia: “En el diálogo judeo-cristiano existe un vínculo único y peculiar, en virtud de las raíces judías del cristianismo; judíos y cristianos deben, pues, sentirse hermanos, unidos en el mismo Dios y por un rico patrimonio espiritual común sobre el que debemos basarnos y continuar construyendo el futuro”.

A continuación, recordó la “bella expresión” pronunciada en ese escenario hace 30 años por Juan Pablo II: “Sois nuestros hermanos mayores en la fe. (…) Todos pertenecemos a una única familia, la familia de Dios, que nos acompaña y nos protege como su pueblo. Juntos, como judíos y como católicos, estamos llamados a asumir nuestra responsabilidad, aportando nuestra contribución, sobre todo espiritual, y favoreciendo la resolución de los diversos problemas actuales”.

Tras recordar el 50º aniversario de Nostra Aetate –“que naturalmente no ha resuelto todas las cuestiones teológicas que nos atañen (…), pero nos ha dado un importantísimo estímulo para ulteriores y necesarias reflexiones”–, Bergoglio se refirió a los grandes desafíos a afrontar: “El de una ecología integral es en estos momentos prioritario. Debemos ofrecer a la humanidad el mensaje de la Biblia sobre el cuidado de la Creación. Conflictos, guerras, violencias e injusticias abren heridas profundas en la humanidad y nos llaman a reforzar el compromiso en favor de la paz y la justicia. La violencia del hombre contra el hombre está en contradicción con toda religión digna de ese nombre (…). Todo ser humano, en cuanto criatura de Dios, es nuestro hermano, independientemente de su origen o de su orientación religiosa”.

Memoria de la ‘Soah’

“El pueblo judío –concluyó–, en su historia, ha tenido que experimentar la violencia y la persecución hasta el exterminio de los judíos europeos durante la Shoah… El 16 de octubre de 1943, más de mil hombres, mujeres y niños de la comunidad judía de Roma fueron deportados a Auschwitz. Hoy deseo recordarles de modo particular: sus sufrimientos, sus angustias, sus lágrimas no deben ser olvidadas nunca”. Y aquí, como muchas otras veces a lo largo del discurso del Pontífice argentino, las manos de todos los presentes aplaudieron con entusiasmo las palabras de Bergoglio.

Al cierre de esta edición, ha trascendido que el Papa recibió el miércoles 20 a una delegación de la comunidad islámica romana. Esta le habría invitado a visitar la mezquita de la capital italiana, la mayor del mundo occidental y hasta ahora nunca pisada por un pontífice. No sería de extrañar que Francisco también marque este hito.

En el nº 2.973 de Vida Nueva

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