Un grupo de laicos ocupa la catedral de Osorno para reclamar el cese de Juan Barros

Arrecian las protestas en Chile al cumplirse un año del nombramiento episcopal del obispo

protestas-en-osorno-nombramiento-juan-barros-G

El párroco tachó la protesta de “invasión a la morada”

ROBERTO URBINA AVENDAÑO (SANTIAGO DE CHILE) | “Fue una ocupación litúrgica”, asegura a Vida Nueva Juan Carlos Claret, dirigente del Movimiento de Laicos de Osorno, explicando que unas 40 personas ingresaron en la catedral de la diócesis chilena, en la mañana del sábado 9, al cumplirse un año del nombramiento de Juan Barros como obispo, en lo que es la enésima protesta para reclamar su cese.

Se sentaron a rezar y a cantar hasta que llegó el vicario parroquial, Mauricio Bello, quien les pidió desalojar el templo. Fueron en romería a la tumba del primer obispo de la diócesis para concluir allí su manifestación. El vicario asegura que “fue una invasión, una violación a la morada, lo mismo que si entran en tu casa sin permiso”.

Claret considera que la catedral es “tierra de nadie” porque es sede de un obispo a quien no se le ve y gobierna por decretos, además de que ese vicario no está incardinado en la diócesis. Durante el año se han realizado continuas manifestaciones, pero quienes integran el movimiento no ingresaban en la catedral por ser la sede de un obispo a quien no reconocen. Por ello solo llegaron algunos.

“Buscamos que prevalezca la unidad de la Iglesia –expresa Claret–. Sin embargo, la realidad es que hay grupos antagónicos. Vivimos una lógica maniquea: buenos y malos. Nosotros somos los tontos y zurdos, como nos calificó el Papa, profundizando en esa división. El pastor universal no ha fomentado la unidad, sino que nos ha radicalizado”.

El vicario de Pastoral, Américo Vidal, coincide en que fue una ocupación litúrgica pacífica: “Estos laicos son de nuestras comunidades parroquiales, protestan porque no son escuchados. Estas manifestaciones expresan que falta diálogo, el clero está dividido, no hay paz. Lo fundamental es la unidad de la Iglesia basada en las actuales orientaciones pastorales del Episcopado chileno: ‘Una Iglesia que escucha, anuncia y sirve’. Aquí no se escucha. La unidad es importante y el obispo es factor de unidad, lo que no es el caso aquí en Osorno”. Según Claret, la división la provoca un obispo acusado de haber encubierto a Fernando Karadima, condenado por abusos y de quien recibió su formación sacerdotal.

A los pocos meses de estallar el escándalo, diez de los casi 50 presbíteros de la Unión Sacerdotal que dirigía el entonces párroco de El Bosque, hicieron una declaración pública en la que reconocieron “verosímiles” las denuncias y tomaron distancia de esa organización. A su vez, el veredicto de la Santa Sede dice que Karadima es culpable de abusos sexuales y abuso de poder, sancionándolo a una vida de retiro y penitencia, además de la prohibición perpetua del ejercicio público de cualquier acto del ministerio.

Los hechos han coincidido con el viaje a Roma del cardenal Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago y presidente del Episcopado, y del vicepresidente, Alejandro Goic, obispo de Rancagua, para entrevistarse con Francisco. “Esto nos hace pensar que el Papa está pidiendo información –expresa Claret–. Puede ser que, después de un año, se dio cuenta de que las cosas no son como las pinta el nuncio. Esta reunión nos alienta. No tenemos muchas esperanzas, sino más bien razones para desconfiar. Aun no nos quitan la esperanza, a pesar de lo que hemos vivido este año”.

Según informó en un comunicado la Conferencia Episcopal de Chile, en la audiencia con el Papa se dialogó “sobre diversas materias de la vida de la Iglesia en nuestro país”. También se entrevistaron con el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin.

En el nº 2.972 de Vida Nueva

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir