Editorial

Refugiados: la tentación de criminalizar

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EDITORIAL VIDA NUEVA | Si resulta inaceptable etiquetar a ciudadanos de primera y de segunda, menos aún discriminar entre refugiados con estatuto e inmigrantes “sin papeles” que huyen de la pobreza. Cuando hay que abrir la puerta de una parroquia, un instituto religioso o Cáritas al que llega de lejos, la Iglesia no pregunta. Auxilia sin condiciones. En su discurso ante el Cuerpo Diplomático, Francisco exige a Europa que garantice “la asistencia y acogida de los emigrantes”. Un llamamiento que coincide con las premisas la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado: “Hospitalidad+Dignidad” y “Migrantes con derechos”.

Lamentablemente, esta entrega y estas denuncias de las instituciones eclesiales no tiene correspondencia en el Estado. La tibia reacción de las autoridades españolas ante la emergencia migratoria europea, unido a la situación de incertidumbre política del país, se ha traducido en inmovilismo y refugios a medio gas mientras las persecuciones y el hambre avanzan sin tregua. Pero aún resulta más preocupante que, tras las agresiones sexuales en Alemania, se abra la veda para criminalizar y tomar el todo por la parte. Una tentación que atenta contra los pilares del Evangelio de la Misericordia.

En el nº 2.972 de Vida Nueva. Del 16 al 22 de enero

 

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