Jacques Mourad: “Es ilegal la manera en la que se está tratando a los refugiados en Europa”

‘Vida Nueva’ se encuentra con el sacerdote, que estuvo secuestrado durante 84 días por el Estado Islámico en Siria

Jacques Mourad, sacerdote sirio-ortodoxo secuestrado por el Estado Islámico y liberado

El sacerdote Mourad recorre Europa relatando su experiencia

ÁNGELES CONDE | La historia del sacerdote sirio-ortodoxo Jacques Mourad es, como él dice, “es un milagro”. Ha pasado estos días por Europa para explicar cómo era su Siria. Cómo se vivía en el país de san Pablo, donde no existía ningún conflicto religioso y donde la violencia ha retorcido tanto la convivencia que apenas quedan recuerdos que salvar. De visita en Roma, explica a Vida Nueva que, además del Rosario y la “oración del abandono” de Carlos de Foucauld, santa Teresa de Ávila obró el milagro: “En medio de la noche, me desperté con esta oración en la cabeza: ‘Nada te turbe, nada te espante. Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta’. Fue como una mano tendida que me sacó del pozo”.

Quién iba a pensar que santa Teresa, en su quinto centenario, iba a irse hasta Siria para consolar, durante los 84 días de cautiverio en el baño de una prisión del ISIS, a este sacerdote sirio. “Nos encerraron a Boutros y a mí en un baño minúsculo –relata–, para humillarnos más”. Boutros, otro cristiano de Qaryatayn, sigue secuestrado. Se los llevaron a los dos el pasado 21 de mayo de su monasterio de Mar Elian, hoy reducido a escombros.

Uno de sus captores era un vecino con el que estuvo tomando té una semana antes en su propia casa. Cuenta de forma pausada el relato de su pesadilla: “En el octavo día pensábamos que llegaba el fin”. Relata que entró un encapuchado a su celda y pensó que los decapitarían, porque todos los días recibían el ultimátum: convertirse al islam o morir. Sin embargo, no fue así: “Nos dijo que estábamos bajo la protección del Califato y que me tomase el cautiverio como un retiro espiritual”.

“La vida allí –continúa– es imposible bajo el yugo del Estado Islámico… Además no había ni luz ni agua. Ni siquiera comida”. Por eso, a los 40 días se marchó de la ciudad, de donde le sacó un vecino musulmán en moto.

Antes, estrechó la mano de su secuestrador, al que asegura que no juzga. Solo se altera en su narración para lamentar el trato que se está dando a sus compatriotas que buscan refugio en Europa: “Es ilegal la manera en la que se está tratando a estas personas que huyen de bombardeos y de masacres. Escapan de la muerte para encontrar la muerte en el mar. Y se acepta. Cada padre tiene derecho a buscar una tierra segura donde ver crecer a sus hijos”.

Seguir leyendo (solo suscriptores)

En el nº 2.971 de Vida Nueva

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir