Encuentro Europeo de Taizé en Valencia: cuando el cotillón y las uvas se cambian por una oración

Los más de 30.000 jóvenes de 50 países, “un regalo de fraternidad y comunión”

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Dos carpas en el cauce del Turia acogieron las principales oraciones del encuentro

J. R. NAVARRO | La belleza de lo sencillo, el silencio para la oración y la contemplación, y la eclesialidad ecuménica de Taizé se han hecho visibles en Valencia en los últimos días del año en la “peregrinación de confianza” que la comunidad ha organizado en la ciudad, y en la que se han reunido a más de 30.000 jóvenes, provenientes de más de cincuenta países. Una experiencia que ha impactado tanto a los jóvenes peregrinos como a las familias y parroquias que los han acogido.

El propio arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, calificó el encuentro como “un verdadero regalo de Navidad entre nosotros, porque se ha visto la fraternidad, la comunión, el amor, la acogida, la alegría y la juventud, signos todos de que Dios está con nosotros”.

Han sido cinco días (del 28 de diciembre al 1 de enero) en los que la jornada de los jóvenes comenzaba con las oraciones en las parroquias de acogida, para continuar por la tarde con talleres, meditaciones y testimonios en diversos lugares de la ciudad, para finalizar con las oraciones comunes en la catedral y en las dos grandes carpas instaladas en el antiguo cauce del río Turia.

Carpas que acogieron en diferentes momentos las meditaciones del hermano Alois, prior de Taizé, y la presencia de los arzobispos de Madrid y Barcelona, Carlos Osoro y Juan José Omella, y del presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Ricardo Blázquez. Aunque, como señala Miroslav, un joven ucraniano, “a las oraciones de las carpas no íbamos a ver a ninguna persona (como el Papa, un fundador o un obispo), sino movidos por una misma fe, en la que todos somos iguales, sin distinciones”.

A Kahkar, también ucraniano, quien repetía en Valencia la experiencia “de compartir la fe con cristianos de otros países” que ya había vivido el año pasado en Praga, le sorprendía la acogida de las familias valencianas. En la mayoría de los casos no se redujo al espacio de dos metros que pedía la organización para desplegar un saco de dormir, sino que les han hecho “sentir como en casa, acogidos como por nuestra propia familia”.

Para Xavi y Mari Carmen, un joven matrimonio de Torrent, la experiencia les ha permitido “vivir una Navidad distinta, fuera del ritmo de los centros comerciales”. “Como familia –comentan a Vida Nueva–, hemos abierto nuestra casa a desconocidos y nos ha sorprendido esta experiencia de confianza”. Para ellos, vivir el encuentro de esta forma les ayudado a descubrir “un concepto open mind para un cristiano, algo fuera de lo común y que la Iglesia católica debería empezar a utilizar”, apostillan.

Una acogida que se prolongó hasta el último momento. En la noche del 31 de diciembre, celebraron una vigilia de oración y, después, una fiesta junto a los jóvenes de la parroquia de acogida, donde todos compartieron costumbres. Al día siguiente, 1 de enero, partieron hacia sus lugares de origen, después de una comida con sus familias de acogida. El próximo encuentro, según se anunció, se celebrará a finales de este año en Riga (Letonia).

Oración en la prisión

La cárcel de Picassent acogió uno de los momentos más emotivos del encuentro cuando el hermano Alois y otros hermanos y voluntarios de Taizé se desplazaron hasta allí para celebrar un encuentro de oración con unos 130 jóvenes internos. Para ello, llegaron al centro penitenciario con velas, bancos, telas pintadas y los iconos que habitualmente usan en sus oraciones para decorar las salas en que se reunieron con los presos. El grupo de representantes de Taizé se dividió para celebrar oraciones “más cortas de lo habitual, para poder conversar después con los jóvenes internos”.

En el nº 2.971 de Vida Nueva

 

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